Agridulce, inicio de año escolar para maestros que trabajan gracias al DACA
Nueva York– Jaime Ballesteros trató de contener las lágrimas el martes mientras enseñaba a niños de sexto año en Brooklyn acerca de las sustancias líquidas, sólidas y gaseosas. Entre una y otra clase de ciencias en una escuela subvencionada del este de Nueva York, se desplomó sobre su escritorio.
El gobierno acababa de cancelar el programa llamado Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que había otorgado protección legal contra la deportación a inmigrantes a quienes habían llevado a Estados Unidos siendo niños. Gracias al DACA, asistieron a la universidad y obtuvieron permisos de trabajo, y muchos se dedicaron a la profesión que los motivó en primer lugar.
“Los últimos tres años en que he estado enseñando han sido como un mundo de posibilidades para mí y mis alumnos”, dijo Ballesteros, de 25 años, quien llegó desde las Filipinas. “Hoy ya no siento ese mismo nivel de esperanza”.
Fue uno de los beneficiarios del DACA en Nueva York que, según se calcula, suman 30 mil y ahora enfrentan un futuro incierto, de acuerdo con las estadísticas de la ciudad. El gobierno de Trump le dio seis meses al congreso para que encuentre una solución legislativa, y autorizó que los permisos del DACA puedan usarse hasta que expiren.
Los trabajos que desempeñan estos beneficiarios del DACA, conocidos a menudo como Dreamers, tienen un gran impacto en Nueva York y van desde propietarios de pequeños negocios a analistas financieros, pasando por empresarios del internet y enfermeros. En mayo de 2016, el gobierno del estado de Nueva York permitió que los beneficiarios del DACA obtuvieran permisos para dar clases y para otras 57 profesiones, después de que una decisión de un tribunal de apelaciones en 2015 abrió el camino al ordenar que un beneficiario del DACA de Staten Island, César Vargas, pudiera convertirse en abogado.
El departamento de educación de la ciudad, cuyas escuelas reabrieron para el año escolar el jueves, no tiene registro de cuántos maestros trabajan gracias al DACA. Sin embargo, Teach for America, el programa nacional que ubica a los maestros jóvenes en vecindarios con pocos recursos, sí lo tiene. Doce de los 180 maestros de la organización que son beneficiarios de DACA están en salones en Nueva York, señala esta. En todo el país, sus maestros con permisos por el DACA enseñan a 10.000 estudiantes.
“Perderemos líderes y perderemos maestros; no se trata solo de su presencia, sino de tener un maestro que puede compartir las mismas experiencias que quizá tú tuviste al crecer”, dijo Vanessa Luna, una beneficiaria del DACA que llegó a Nueva York desde Perú cuando tenía diez años. Comenzó en un salón con Teach for America, y ahora es gerente de reclutamiento de la organización en Nueva York. “Su activismo, su liderazgo, su resiliencia es extraordinaria debido a su propia trayectoria personal”.
Ballesteros llegó a Queens con sus padres a la edad de 11 años, con la visa de trabajo de su padre, que expiró cuando la empresa para la que trabajaba como contador cerró. Se mudaron a la ciudad de Jersey y Ballesteros obtuvo una beca para la cercana Universidad Drew. Comenzó a trabajar con Teach for America en 2104 en Los Ángeles, donde la mayoría de sus alumnos eran inmigrantes mexicanos.
Ballesteros dijo que sus padres, percibiendo que la hostilidad hacia los migrantes indocumentados se incrementaba durante el gobierno de Obama, regresaron a las Filipinas en 2015.
Sin familia, sus colegas maestros son su red de apoyo, y se reúnen cada semana para comer y beber. Últimamente se ha vuelto un acontecimiento sombrío.
Muchos de los estudiantes de Ballesteros en el este de Nueva York provienen de familias de inmigrantes caribeñas, y ha compartido con ellos su historia desde que comenzaron las clases. No quiso dar el nombre de la escuela debido a su incierto estatus legal.
“No doy clases para hablar sobre la contracción de las partículas gaseosas”, dijo. “Enseño porque veo mucho de mí mismo en mis alumnos y sé que ellos ven retazos de su propia historia en la mía”.
El permiso de trabajo de Ballesteros expira en julio de 2019, y según el anuncio del martes, los beneficiaros del DACA solo estarán protegidos hasta que expiren sus permisos. Eso le da dos años para seguir en el salón de clases, pero deja en pausa su meta de cursar un posgrado en administración o políticas educativas. “El DACA me permitió soñar y pensar”, dijo. “Ahora no puedo pensar más allá de julio de 2019”.
Quienes querían comenzar a dar clases se sienten igual de desmoralizados. Areli Morales, de 21 años, está en su último año en Brooklyn College, preparándose para convertirse en una maestra de educación bilingüe. Ganó una beca a través de TheDream.US, una organización sin fines de lucro que ofrece subvenciones a más de 3 mil estadounidenses de primera generación cuyo estatus como beneficiarios del DACA les impide conseguir ayuda federal para cursar la universidad. Morales es una de los 720 estudiantes actuales de la Universidad de la Ciudad de Nueva York con estas becas, de acuerdo con la universidad.
Renovó su permiso DACA en abril de este año, pero eso no le sirvió de consuelo el martes.
“Son noticias devastadoras”, dijo Morales. “No sé si podré hacer el trabajo que me apasiona”.
Llegó desde Puebla, México, cuando tenía seis años, para unirse a sus padres y un hermano mayor que ya estaban en Brooklyn. No sabía inglés, pero lo aprendió tan rápido que pronto olvidó el español. Volvió a aprenderlo, y luego quiso ayudar a otros estudiantes a salir adelante tanto en su lengua materna como en la segunda.
Incluso si consiguiera trabajo como maestra después de graduarse, Morales dijo que su permiso expiraría a mitad del semestre de primavera de 2019. “Ni siquiera es tiempo suficiente para un año escolar completo”, mencionó.
Al explicar la cancelación del DACA por parte del gobierno, el fiscal general Jeff Sessions dijo que los beneficiarios están quitándoles el trabajo a candidatos nacidos en Estados Unidos. Sin embrago, Betty A. Rosa, canciller de la Junta de Regentes del Estado de Nueva York, dijo en una entrevista que los maestros con permisos DACA no están solo calificados, sino que son necesarios para cubrir una escasez a nivel estatal de maestros para alumnos que están aprendiendo inglés, de educación especial, matemáticas y ciencias.
“Hay una necesidad, obviamente, de un maestro de calidad frente a ellos”, dijo, pero añadió que los maestros del programa DACA proporcionan una diversidad que podría ayudar a otros alumnos marginados a sentirse bienvenidos. “Es una manera de ampliar los diálogos que hemos tenido sobre la idea de la integración, la equidad y el contar con representación”.
El viernes pasado, Gabriela SiguilAlarcón envió su solicitud de renovación en el DACA, que debe llegar a tiempo para la fecha límite del gobierno del 5 de octubre. Antes maestra de preescolar en el Bronx, Siguil-Alarcon, de 27 años, comenzó a trabajar cerca de su casa en Brewster, Nueva York, porque tiene un hijo de dos años. Llegó al Valle de Hudson con sus padres y hermana provenientes de Ecuador en 1998.
Muchos de los niños de cuatro años a los que les da clase ahora vienen de familias de acogida, dijo Siguil-Alarcon. Más allá de pensar en lo precario de su situación, se preocupa por ellos.
“Van a pensar que me voy porque quiero, pero no es mi decisión”, dijo. “Las personas salen de sus vidas constantemente y no quiero ser una de ellas”.