Sobrevivieron mexicano y esposa a masacre en Texas
Nos echamos al suelo. Sólo pensábamos que íbamos a morir, relata
AUna pareja hispana que asistía al templo bautista donde ocurrió la masacre del domingo pasado narró cómo vivieron la balacera, historia que fue publicada por Telemundo.
En Sutherland Springs, Joaquín Ramírez, un mexicano de 50 años, se recupera junto a su esposa del trauma que vivieron el domingo. Ambos sobrevivieron a la matanza. Ramírez explica cómo los niños se escondieron bajo un banco, pero cómo el asesino se dirigió a ellos y los baleó desde arriba.
“Los niños lloraban y el asesino se acercaba y les tiraba. Yo estaba a mano izquierda con mi mujer. Nosotros nos echamos al suelo. Sólo pensábamos que íbamos a morir”, relató el hombre en una breve entrevista publicada por El País.
En la narración hecha a la televisora estadounidense Telemundo, Roxana Soto y Joaquín Ramírez comentaron que acudieron para iniciar su semana tal y como lo hacían cada domingo, pero inesperadamente fueron testigos de un sangriento ataque.
Joaquín, de origen mexicano, describió que la congregación comenzaba a entonar una alabanza y que todos estaban contentos de cantar cuando de repente entró el pistolero y disparó a diestra y siniestra.
“Ahí, cerquita de nosotros”, explica Roxana al recordar el momento en que el agresor comenzó a disparar.
Sus palabras son las primeras que narran cómo 26 de los feligreses fueron abatidos a quemarropa.
Entre las víctimas, la pareja recuerda haber visto caer a la hija del pastor. Sus padres la identificaron como Anabelle Pomeroy, de 14 años.
Roxana fue de las primeras en recibir los impactos de bala, y una vez que ella cayó herida, le pidió a su marido que huyera.
“Escapé porque ya la muerte la miré cerca y mi esposa me decía ‘sálvate’ y me fui gateando abajo de las bancas”, explica Joaquín.
Cuando logró escapar, llamó de inmediato al 911; Roxana fue transportada a un hospital en San Antonio, y posteriormente fue dada de alta el lunes por la tarde.
La pareja dijo que nunca regresará a la iglesia donde ocurrieron los hechos y explicaron que por el momento preferirán orar desde su hogar, el único lugar en este mundo donde, por ahora, se siente realmente a salvo.
El País revela además que la Primera Iglesia Baptista de Sutherland Springs grababa sus servicios religiosos. Nunca pensaron que un día grabarían una matanza. Pero así fue. El domingo pasado, Devin Kelley entró a la iglesia y asesinó a 26 personas a tiros y dejó a 20 heridas. La cámara lo grabó todo. Las imágenes están en poder del FBI y según filtraciones de fuentes internas a la prensa de Estados Unidos muestran una secuencia horripilante en la que el homicida disparó metódicamente contra los feligreses. Armado con un fusil semiautomático, soltó más de 400 balas, contra adultos y niños. A algunos los ejecutó acercando el arma a su cabeza para asestarles el tiro de gracia, a sangre fría ante la mirada de los demás.
Por lo visto por los investigadores en la grabación, la lluvia de balas duró siete minutos. El miércoles, el Gobierno de Texas ofreció los nombres de las víctimas mortales: diez mujeres, siete hombres, ocho niños y el feto que crecía en una de las fallecida Crystal Holcombe –en la matanza murieron siete miembros más de su familia–. Las víctimas tenían entre 77 años y 17 meses.
Se sabe que el ex soldado Devin Patrick Kelley escapó de un hospital psiquiátrico en 2012 y fue sorprendido tratando de meter armas en la base de la Fuerza Aérea donde estaba. Además llegó a amenazar a sus superiores en el Ejército. En 2012 fue expulsado del Ejército tras un juicio marcial por maltratar a su esposa y a su hijastro. Un error de la Fuerza Aérea –que no registró esto en una base de antecedentes– permitió que Kelley pudiera posteriormente comprar armas.
En los días previos a la matanza, vecinos suyos podían oír por las mañanas sus ráfagas de prueba sin saber lo que venía.