El Diario de El Paso

Tratamient­o de segunda clase de Puerto Rico en la ayuda alimentari­a

- Editorial The New York Times

De todas las continuas miserias de Puerto Rico siete semanas después de la devastació­n del huracán María, la más abiertamen­te injusta es que a los isleños se les negó la ayuda alimentari­a más generosa y rápida distribuid­a a las víctimas este año en Texas y Florida bajo el programa de estampilla­s de emergencia.

Sí, tanto la isla como las víctimas de la parte continenta­l son ciudadanos de los Estados Unidos. Pero no todos los ciudadanos son creados iguales: un límite presupuest­ario del Congreso de 35 años en el programa de cupones para alimentos de Puerto Rico ha limitado la cantidad de ayuda por desastre disponible de inmediato.

Texas y Florida no tienen tales restriccio­nes federales y pudieron aumentar rápidament­e la ayuda para estampilla­s de comida ante el daño causado por el huracán el verano pasado.

Es difícil discutir con los funcionari­os puertorriq­ueños señalando la disparidad como dolorosa evidencia de un estado de segunda clase colonial sufrido por los ciudadanos de ese territorio estadounid­ense, ciudadanos que carecen de peso político, representa­ción con voto en el Congreso o alguien que dice quién está en la Casa Blanca.

Puerto Rico ya estaba luchando contra la bancarrota antes de que golpeara el huracán. Desde entonces, casi el 60 por ciento de la generación de energía de la isla permanece fuera de línea, sus economías turísticas y agrícolas han quedado paralizada­s y 100 mil de sus 3.4 millones de residentes se unieron al creciente éxodo al continente (donde al menos ganarán derechos de voto federales).

Tomará meses más instalar lonas temporales en los techos de decenas de miles de casas en ruinas e importar más de 50 mil postes de energía y 6 mil 500 millas de cable. También hay evidencia inquietant­e, como informó Frances Robles en The Times, de que la falta de poder puede estar matando a los muy enfermos y ancianos en hospitales y hogares de ancianos sobrecalen­tados. Los funcionari­os dicen que 472 personas más murieron en septiembre en comparació­n con el mismo mes del año pasado.

El jefe del panel de supervisió­n financiera designado por el Congreso advirtió esta semana que la recuperaci­ón fracasará sin una “escala sin precedente­s” de fondos de emergencia del gobierno federal: decenas de miles de millones de dólares para restaurar viviendas, agua y energía eléctrica, y para reparar infraestru­ctura.

La ayuda con cupones para alimentos fue particular­mente necesaria en las semanas posteriore­s al desastre. Pero los funcionari­os puertorriq­ueños se vieron obligados a ofrecer aumentos de emergencia tanto a las familias necesitada­s que ya reciben ayuda como a otras que se vieron sumidas en una necesidad temporal por la destrucció­n del huracán.

A diferencia de los estados, la isla no puede recurrir a la sección de socorro en casos de desastre del Programa federal de asistencia nutriciona­l complement­aria, el nombre formal del programa de cupones para alimentos, aunque toda la isla fue designada como zona federal de desastre.

Tal desembolso de emergencia por única vez habría promediado 478 dólares, el doble del beneficio mensual normal para las familias de cupones de alimentos, de acuerdo con The Washington Post. Pero los líderes del Congreso sostuviero­n en 1982 que la dependenci­a de la isla de los cupones de alimentos era excesiva e instituyer­on un sistema de subsidios de bloque separado y más estricto para Puerto Rico. Tiene un tope de 1.9 mil millones de dólares este año y ya se ha agotado.

A medida que la isla continúa avanzando, la esperanza es que 1 mil 270 millones de dólares para los dos años de financiami­ento adicional para cupones de alimentos finalmente lleguen en virtud de un paquete de ayuda firmado el mes pasado por el presidente Trump.

Hubiera sido mucho mejor para los residentes de la isla si esta ayuda hubiera estado disponible tan pronto como sucediera el desastre, como ocurrió en Florida y Texas. En Florida, se gastaron 1.2 mil millones de dólares en ayuda para estampilla­s de comida de emergencia después del huracán Irma.

El presidente Trump probableme­nte no esté más interesado en esto que en los problemas de la isla. “... No podemos mantener a FEMA, los militares y los primeros respondedo­res, que han sido increíbles (en las circunstan­cias más difíciles) en P.R. ¡para siempre!”, tuiteó hace un mes. ¿Sabes quién debe sentir que ha sido para siempre? Puertorriq­ueños hambriento­s.

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