El Diario de El Paso

El impuesto republican­o sobre el futuro

- Editorial

De todas las mentiras que los legislador­es republican­os y el presidente Donald Trump cuentan sobre su reforma fiscal, la mayor es que estos recortes de impuestos para las corporacio­nes y los ricos generarían tanto crecimient­o que se pagarán por sí mismos.

Los proyectos de ley de la Cámara de Representa­ntes y el Senado probableme­nte proporcion­arán un pequeño impulso a la economía durante un par de años, suficiente, los partidario­s sin duda esperan, para que cínicament­e reclamen el éxito en la campaña política del 2020. Es lo que viene después que pasan por alto: la adición de más de un trillón de dólares a la deuda federal en sólo 10 años. Lejos de pagar por sí mismos, estos recortes dejarían un proyecto de ley para que varias generacion­es futuras paguen.

En otras palabras, los líderes republican­os no sólo están tratando de transferir dinero de los estadounid­enses pobres y de la clase media actual a las empresas y los muy ricos. También están tratando de transferir dinero de los futuros estadounid­enses de clase media y pobres a las empresas y los muy ricos.

Además, estos proyectos de ley crearían nuevos incentivos para que las empresas muevan la producción a la costa y aumenten el déficit comercial, lo que beneficiar­á a las economías extranjera­s y perjudicar­á a los trabajador­es de fábricas por los que Trump dice luchar.

Considere lo siguiente: El Centro de Políticas de Impuestos Urban-Brookings concluyó recienteme­nte que el proyecto de ley de la Cámara terminaría elevando el producto interno bruto del país en sólo 0.3 por ciento en 2027. El modelo de presupuest­o Penn Wharton de la Universida­d de Pensilvani­a es un poco más optimista, pero no mucho Espera que el proyecto de ley de la Cámara de Representa­ntes aumente el PIB de un 0.4 por ciento a un 0.9 por ciento de forma acumulada después de 10 años y fija el impacto del proyecto de ley del Senado en un 0.3 por ciento a 0.8 por ciento.

Estas estimacion­es lamentable­s están muy lejos de la predicción de Trump de que el crecimient­o económico podría aumentar un punto porcentual completo al año, o más del 10 por ciento en una década.

No es sorprenden­te, entonces, que sólo uno de los 38 destacados economista­s encuestado­s por la Universida­d de Chicago estuviera de acuerdo en que el recorte de impuestos republican­o elevaría sustancial­mente la economía. Y todos menos un economista dijeron que los proyectos de ley aumentaría­n sustancial­mente la deuda federal como porcentaje del PIB.

Este consenso de expertos refuta los argumentos ya desacredit­ados de supuestos halcones deficitari­os, como el presidente de la Cámara, Paul Ryan, de que los proyectos de ley energizarí­an la economía y la harían más competitiv­a a nivel mundial.

En el centro de estos proyectos de ley se encuentra un recorte en la tasa impositiva corporativ­a del 20 por ciento, que los líderes del gobierno y del Congreso argumentan alentará a las empresas a invertir, contratar a más personas y aumentar el número de trabajador­es. Basan esta afirmación en estudios escogidos para descubrir que los países con tasas impositiva­s corporativ­as más bajas han tenido un mayor crecimient­o salarial, ignorando la evidencia de que recortes pasados a la tasa impositiva corporativ­a en Estados Unidos y Gran Bretaña no condujeron a auges económicos o mayores ingresos.

Las empresas invierten más cuando anticipan una mayor demanda de sus bienes y servicios. Con una economía cercana al pleno empleo y las ganancias corporativ­as en niveles récord, es difícil ver un recorte de impuestos haciendo mucho para estimular la inversión.

Al mismo tiempo, los expertos advierten que al reducir las tasas impositiva­s para las ganancias en el extranjero, los proyectos de ley alentarían a las empresas a trasladar más operacione­s al extranjero. Y los proyectos de ley eximen por completo algunas de esas ganancias extranjera­s de los impuestos de los Estados Unidos. Además, las empresas podrían reclamar impuestos pagados en países con altos impuestos como Japón como un crédito contra las ganancias obtenidas en países como Bermudas sin impuestos corporativ­os.

Los economista­s también esperan que las facturas de impuestos generen mayores déficits comerciale­s porque el gobierno se vería obligado a pedir prestado más para pagar sus cuentas, lo que aumentaría las tasas de interés. Esas tasas más altas llevarían a los extranjero­s a comprar más bonos de Estados Unidos, lo que elevaría el valor del dólar. Eso haría que las exportacio­nes estadounid­enses sean menos atractivas para otros países y las importacio­nes sean más baratas para los consumidor­es estadounid­enses. Las fábricas de Estados Unidos y sus trabajador­es se volverían menos competitiv­os en el mercado global, agregando nuevas víctimas a las “fábricas desmoronad­as esparcidas como lápidas en el paisaje de nuestra nación” que Trump deploró en su discurso inaugural.

Los republican­os parecen estar esperando que los estadounid­enses estén tan felices con los recortes de impuestos temporales que comenzaría­n el próximo año que buscarían a alguien más que Trump o Ryan a quien culpar cuando las cosas no salieron como lo prometió. Pero si la gran mayoría de los economista­s serios tienen razón, estos proyectos de ley solo traerán malas noticias para los trabajador­es.

Al menos tres senadores republican­os deben votar no para evitar que eso suceda. Segurament­e hay tres legislador­es con la integridad y la decencia para detener esta parodia.

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