El Diario de El Paso

Educación preescolar debe ser para todos

- Esther J. Cepeda

Ami mamá le gusta contarme la historia de mi primer día de kínder: cuando llegamos, ella tuvo que sujetarme para que no saliera corriendo a unirme a la multitud de niños que fluían por la puerta de entrada.

Ella siempre termina el cuento con: “No podía parar de llorar y tú ni siquiera querías decirme adiós porque estabas tan apresurada por ir a la escuela”.

De hecho, yo estaba muy entusiasma­da por ir a la escuela incluso antes del kínder. Recuerdo pasar en el carro por la guardería que quedaba a una cuadra y desear que me dejaran entrar aloque estaba convencida era un país de las maravillas, lleno de juguetes y cuentos, al estilo del programa infantil de televisión The Electric Company.

Pero cuando les pregunté a mis padres porqué no podía ir al preescolar, me mira ron como si fuera una extraterre­stre. No era para nosotros, yo tenía una familia queme podía cuidar en casa. Esa era la costumbre por ese entonces en la comunidad hispana; los bebés se quedaban en casa con mamá o la abuela hasta que comenzaba el período escolar obligatori­o.

Hasta esta fecha, los niños hispanos continúan estando sobreprese­ntados en los preescolar­es. Hay muchas razones para eso, y las relaciona das con la cultura ye lidio mano son las menores. Pero la mayor y la más difícil de superar es simplement­e que no hay suficiente­s vacantes disponible­s en centros preescolar­es de alta calidad y con precios razonables.

La escasez es tan grave para los niños que, según Salud América, una organizaci­ón nacional que aboga por los latinos con un enfoque familiar, sólo 40 por ciento de los niños hispanos asisten al preescolar, comparado con 53 por ciento de niños blancos.

La mayor probabilid­ad de que los latinos vivan en zonas con carencia de guarderías, y por lo tanto que sea menos probable que asistan a un preescolar, tiene efectos escalofria­ntes porque se suma a otros múltiples factores que hacen que tengan un comienzo difícil en la vida.

Según un nuevo informe de Salud América, titulado “The Sate of Latino Early Childhood Developmen­t” (El estado del desarrollo en la edad temprana de los latinos), los niños hispanos nacen con un peso y capacidad de desarrollo que son similares a los de los niños blancos. Para cuando alcanzan los 24 meses, su capacidad para razonar, recordar tareas, comunicars­e verbalment­e e identifica­r letras, números y figuras disminuye de manera significat­iva comparada con la de los niños blancos. Estos déficits“pareci eran ser incluso más prevalente­s en niños mexicoamer­icanos que en subgrupos de otras nacionalid­ades”.

Los autores citan a los sospechoso­s de siempre: niveles más bajos de educación entre los padres hispanos, tamaños de familias más grandes en las que los niños reciben una menor porción individual de la atención disponible, desempleo o subempleo y la mayor incidencia de depresión entre madres hispanas. Esto, combinado con las presuncion­es cultura les de que los maestros son los únicos expertos aptos para enseñar a los niños destrezas de alfabetiza­ción y aritmética y el poco o nulo inglés, crea la tormenta perfecta para que los niños tengan un bajo rendimient­o cuando co mi enzankínde­r.Y todo eso, tristement­e, es en el mejor de los casos. Las estadístic­as son mucho más nefastas cuando se consideran otras adversidad­es, muchas de las cuales son bastante prevalente­s.

Salud América señala que 28 por ciento de los jóvenes latinos sufren cuatro o más experienci­as traumática­s por parte de sus padres como violencia doméstica, abuso de sustancias, enfermedad mental, participac­ión en el sistema de justicia penal, abuso de menores, descuido, pobreza/falta de vivienda o la muerte de un padre.

Es difícil escribir sobre estas estadístic­as desgarrado­ras. Refuerzan los estereotip­os negativos que las personas, especialme­nte los educadores, tienen sobre los niños latinos, alimentand­o la sensación de que estos niños son un caso perdido, mientras que ignoran que no todos los niños hispanos están en desventaja.

Pero la verdad es que si bien no hay que buscar tanto para encontrar hispanos graduados con las mejores calificaci­ones, latinos dueños de negocios exitosos, neurociruj­anos y astronauta­s, una gran porción de los niños hispanos está en crisis. El lado positivo es que la disponibil­idad de más preescolar­es para niños latinos puede ayudar a cerrar la brecha académica antes de que se vuelva una sentencia de cadena perpetua de bajos logros.

El preescolar universal no es la panacea para todo lo que aqueja a las escuelas públicas y a las familias de bajos ingresos. Pero puede ser una intervenci­ón muy necesaria para los estudiante­s hispanos más vulnerable­s, que se espera comprendan un tercio de todos los estudiante­s de las escuelas públicas para el 2026.

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