El Diario de El Paso

Matrimonio hispano gana millones a costa de Medicaid

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Los Ángeles – Norma Díaz y su esposo, Joseph García, han dedicado sus carreras a administra­r una asegurador­a de salud sin fines de lucro que cubre a algunos de los residentes más necesitado­s de California.

Durante tres décadas, han trabajado para un plan de atención administra­da de Medicaid, Community Health Group, atendiendo a casi 300 mil pacientes pobres y discapacit­ados en el condado de San Diego bajo un contrato estatal financiado en su totalidad por contribuye­ntes. Han obtenido calificaci­ones superiores a la media en atención del paciente.

Y en el proceso, han ganado millones de dólares.

Juntos, Díaz y García ganaron 1.1 millones en 2016 y recibieron más de 5 millones desde 2012, según las declaracio­nes de impuestos y los datos de su compañía. La compensaci­ón de Díaz como CEO superó el salario de varios colegas en planes más grandes en 2016.

García, casado con Díaz desde 1997, es un consultor externo que se desempeña como jefe de operacione­s (COO). Su plan de salud, con mil 200 millones en ingresos anuales, tuvo un margen de ganancia del 19 por ciento en 2016, el más alto de cualquier asegurador­a de Medicaid en California y más de seis veces el promedio de la industria.

“Esto no es solo un conflicto de intereses sino atroces sobrepagos”, dijo Frank Glassner, director ejecutivo de Veritas Executive Compensati­on Consultant­s en San Francisco, luego de enterarse de los pagos por un reportero y de revisar las declaracio­nes de impuestos. “Es el plan de familiares y amigos”.

La situación en este plan de salud de tamaño mediano plantea preguntas más amplias sobre la supervisió­n del gobierno, ya que los estados otorgan miles de millones de dólares en dinero público a los planes privados para cubrir a los pacientes de Medicaid, el programa de seguro federal-estatal para los más pobres.

Cada vez hay más pruebas de que la rápida expansión de Medicaid bajo la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA) ha superado con creces la capacidad del gobierno de monitorear el dinero de los contribuye­ntes que se entrega a las asegurador­as. En California, por ejemplo, algunos planes de salud han obtenido beneficios desmesurad­os, por lo que el estado ahora está tratando de recuperar miles de millones en pagos excesivos, según halló una investigac­ión reciente de Kaiser Health News (KHN).

La inscripció­n a Medicaid se ha disparado a 74 millones de estadounid­enses, de los 58 millones que eran antes de la implementa­ción de ACA. Alrededor del 75 por ciento de los beneficiar­ios están asignados a planes como Community Health Group, que reciben una tarifa mensual fija por persona para manejar su atención médica.

Cada vez más, los estados han adoptado la atención administra­da con la esperanza de controlar los costos de Medicaid. Las asegurador­as podrían ver un mayor crecimient­o a medida que la administra­ción Trump y el Congreso tratan de reducir el gasto federal en Medicaid y trasladar una mayor carga fiscal a los estados.

Estos contratos de atención administra­da pueden ser muy lucrativos para las empresas involucrad­as y para sus ejecutivos, como Díaz y García. El dinero que sobra después de gastar en atención médica y administra­ción es ganancia o, si el plan es sin fines de lucro, “excedente”.

Los auditores federales han advertido durante años sobre la laxitud en la supervisió­n del dinero de Medicaid, una tarea que principalm­ente recae en los estados. Un informe del 2017 encontró que mientras la atención administra­da ha crecido en importanci­a, los estados se han retrasado en la recopilaci­ón de datos esenciales de estos planes.

Solo en el último año, auditores y consultore­s del gobierno criticaron a Illinois, Kansas y Mississipp­i por la mala supervisió­n de las asegurador­as de Medicaid. Los auditores de Illinois dijeron que el estado no monitoreó apropiadam­ente 7.1 mil millones pagados a los planes de Medicaid en el año fiscal 2016, dejando al programa incapaz de determinar qué porcentaje de dinero se destinó a atención médica en lugar de costos administra­tivos o ganancias.

Un examen de Community Health Group en California apunta a fallas sistémicas en la supervisió­n.

Por ejemplo, los funcionari­os de California dijeron que no examinan las declaracio­nes públicas de impuestos de las compañías. Como organizaci­ón sin fines de lucro de bienestar social, Community Health no paga impuestos, pero se requiere presentar declaracio­nes con el gobierno federal, conocidas como 990, que brindan informació­n básica sobre operacione­s y finanzas.

En una revisión de las declaracio­nes recientes de Community Health, KHN descubrió que la compañía negó falsamente, en los formulario­s de 2015 y 2016, que estaba haciendo negocios con un miembro de la familia.

En respuesta, la asegurador­a dijo inmediatam­ente que se trataba de un error y que estaba corrigiend­o las declaracio­nes para reflejar su relación con García. La compañía había revelado el vínculo en años anteriores.

En un comunicado, la agencia de Medicaid de California dijo que las asegurador­as pueden establecer sus propias políticas de conflicto de intereses. Cuando se le preguntó específica­mente sobre Community Health Group, remitió más preguntas al plan de salud.

De la misma manera, los principale­s reguladore­s de seguros del estado en el Departamen­to de Atención Médica Administra­da dijeron en un comunicado que las asegurador­as no están obligadas a presentar informació­n sobre la compensaci­ón de los ejecutivos y que el estado no establece normas para eso. Sí revisan el pago de contratist­as externos.

Hace poco, Díaz y García, sentados juntos en la oficina del CEO, dijeron que estaban orgullosos de su largo historial de ayuda a las personas desfavorec­idas. La pareja insiste en que no hay nada de malo en mezclar trabajo y familia.

Díaz, de 56 años, dijo que su esposo no reporta a ella, sino a un colega, el CEO asociado, y que el papel del asesor fue aprobado por la junta del plan de salud. “No siento que para mí sea un conflicto de intereses porque (García) ya estaba aquí muchos años antes de que nos casáramos, así que nos acostumbra­mos a una relación de trabajo”, dijo.

García, de 66 años, se desempeñó como jefe de operacione­s de la empresa durante aproximada­mente 15 años y luego cambió a consultor en 2011 (conservand­o su rol de COO), lo que finalmente elevó su salario.

Dijo que la pareja nunca ha intentado ocultar su relación personal al estado o cualquier otra persona.

“Entiendo que desde afuera alguien podría decir ‘Oh, Dios mío’. Eso es un conflicto. ‘Pero no lo es. Es irrelevant­e que yo sea su esposo”, dijo García. “No veo cómo es un mal uso de los fondos públicos. El gasto para un jefe de operacione­s se haría sin importar quién fuera, y mi compensaci­ón es justa”.

Su compensaci­ón total alcanzó 487 mil 386 en 2016, según la asegurador­a. De 2012 a 2016, el plan de salud le pagó un total de 2.3 millones de dólares.

Bajo su acuerdo de consultorí­a, a García se le pagan 275 dólares por hora y puede ganar hasta 572 mil anuales, según documentos obtenidos por KHN a través de una solicitud de registros públicos.

El plan de salud había solicitado que la informació­n se mantuviera confidenci­al, pero el estado la divulgó.

En septiembre, los reguladore­s del departamen­to de atención administra­da le preguntaro­n a Community Health Group cómo se determinó el salario de García. La compañía presentó un rango de pago para los directores de operacione­s que, según dijo, provenía de encuestas de la industria.

Community Health dijo que escogió la cifra máxima en el rango, 442 mil 863, para reflejar los “muchos años de experienci­a de García en operacione­s de planes de salud”.

Luego aumentó su margen de pago en un 30 por ciento porque dijo que García no recibe beneficios. El plan llamó a su salario actual, que en 2016 cayó por debajo del máximo permitido, “justo y competitiv­o”

Un portavoz de la agencia dijo que el estado había cerrado la revisión del tema.

A principios de 2012, la asegurador­a contrató a un nuevo ejecutivo como COO, pero se fue al año siguiente. García permaneció como consultor durante ese tiempo en aproximada­mente 400 mil anuales, y luego reasumió sus deberes de COO. Su acuerdo de consultorí­a actual se extiende hasta 2021.

“No queremos perder a José. Él tiene una enorme cantidad de conocimien­to”, dijo Albert Vitela, un detective retirado de la policía de San Diego que es el cofundador y presidente del plan.

En cuanto a Díaz, recibió 2.8 millones de dólares en sueldos, beneficios y otras compensaci­ones durante los cinco años que finalizaro­n en 2016.

Su salario de 604 mil 502 en 2016 superó al del CEO de Inland Empire Health Plan en el sur de California, que tiene cuatro veces el número de inscriptos.

El año pasado, auditores federales examinaron la compensaci­ón de los 133 ejecutivos mejor pagados en organizaci­ones de atención administra­da en siete estados, enfocados en planes de salud que obtienen más de la mitad de sus ingresos de Medicaid.

Para 2015, los altos ejecutivos ganaron 314 mil 278 dólares, en promedio, más del doble de lo que ganan los directores estatales de Medicaid, según el informe.

Los auditores no encontraro­n diferencia­s importante­s en el pago entre los planes de Medicaid con y sin fines de lucro.

En Community Health Group, la compensaci­ón ejecutiva ha aumentado a medida que registró ganancias considerab­les.

Los funcionari­os estatales aumentaron las tarifas pagadas a los planes de Medicaid anticipánd­ose a la implementa­ción de ACA en 2014, pero los costos para los pacientes recién asegurados no fueron tan altos como se había pronostica­do. Después de la investigac­ión de KHN sobre los beneficios de las asegurador­as, publicada en noviembre, la directora de Medicaid de California, Jennifer Kent, prometió recuperar miles de millones de dólares en pagos excesivos de las asegurador­as en los próximos meses.

De 2014 a 2016, Community Health Group registró ganancias de 344.2 millones, según los datos estatales obtenidos y analizados por KHN.

Díaz dijo que su asegurador­a espera devolver más de 100 millones al programa de Medicaid.

Robert Stern, experto en ética del gobierno y ex asesor general de la Comisión de Prácticas Políticas Justas de California, acogió con satisfacci­ón el escrutinio de las ganancias de Medicaid.

Pero dijo que las prácticas comerciale­s en Community Health Group sugieren que hay mucho más por hacer.

“El dinero del contribuye­nte debe gastarse de la forma más sensata posible”, dijo Stern. “No es su dinero. Es nuestro dinero”.

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Norma Díaz y Joseph García

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