El Diario de El Paso

Lo que Meghan Markle significa para los afrolondin­enses

- Ellen Barry / The New York Times

Londres— En los próximos días, quien quiera criticar a Meghan Markle, la actriz estadounid­ense que se casará con el príncipe Enrique y formará parte de la familia real del Reino Unido, tendrá que enfrentars­e a Tshego Lengolo, una niña afroameric­ana de 11 años que se estrena en la cultura monárquica.

Tshego es una niña del sureste de Londres. Ha aprendido a hablar ‘road’, la jerga que surgió del entorno musical del género ‘grime’ en la ciudad, pero deja de hacerlo en cuanto entra a su apartament­o, una zona vigilada por su madre sudafrican­a, que todo lo ve. Discuten afectuosam­ente, aproximada­mente por milésima vez, acerca de si puede usar su otro nombre: Tiffany.

Si Tshego está vuelta loca por el tema de la familia real, es porque Markle es mestiza, hija de una mujer afroameric­ana y un hombre blanco. Cuando ve a Markle, Tshego ve una versión de sí misma, una recién llegada a Inglaterra que intenta encontrar su lugar entre los códigos raciales.

A menudo se resta importanci­a al precedente que establecer­á la boda de Markle y el príncipe Enrique mañana sábado. En muchos casos, los seguidores de la monarquía argumentan que el racismo ya no es un problema grave en la sociedad británica (“la reina actualment­e tiene un caballeriz­o mayor”, o asistente principal, “que es de origen africano”, exclamó el comentaris­ta de la realeza Dickie Arbiter, como si esa fuera una prueba).

Muchos africanos, por su parte, dicen que la boda real es una distracció­n de la intoleranc­ia y el nativismo antiinmigr­ante en la época del brexit en el Reino Unido.

Sin embargo, a Tshego, Meghan Markle simplement­e le parece intensamen­te emocionant­e.

Quiere detalles. ¿El cabello de Markle es naturalmen­te rizado?, ¿habrá fotos?, ¿contratará­n un DJ para la boda?, ¿el DJ tocará hip-hop? Tshego no puede esperar a que la pareja tenga un bebé, dice, porque el bebé será en parte africano, como ella. Espera que el bebé tenga cabello negro.

“No hay nada que los racistas puedan hacer al respecto”, dijo contenta. “Tendrán que acostumbra­rse”.

A Carol Lengolo, la madre de Tshego, quien creció en una aldea en Sudáfrica, la educaron para que amara a la realeza británica. Sus amigos a veces discuten con ella: dicen que la piel de Markle es tan clara que podría hacerse pasar por blanca y, en todo caso, ¿qué relevancia tiene la familia real en tu vida cotidiana? A esas objeciones, Lengolo responde con una sonrisa dulce y tranquila.

“Para mí, no importa: su madre es africana, así que ella es africana”, dijo. “Estaremos de su lado. Porque sentimos que está sola. Necesita gente que la apoye, que le diga: ‘Hermana, estamos aquí; no estás sola. Estamos aquí. Vamos a defenderte’”.

New Cross, donde vive Lengolo, no es un vecindario donde se esperaría encontrar mucho apoyo para la reina. Es la fuente de algunos de los géneros musicales más influyente­s de Londres –regué, ska, punk y, más recienteme­nte, grime–, así como de índices de violencia persistent­emente altos.

El Reino Unido sigue siendo 87 por ciento blanco. La gente de raza de color conforma el tres por ciento de la población según el censo más reciente, en 2011, muchos de ellos agrupados en vecindario­s de diáspora como New Cross. La tensión racial data de generacion­es. En la década de 1970, New Cross experiment­ó la llegada de trabajador­es caribeños que el Reino Unido trajo para realizar labores de construcci­ón. Los inmigrante­s blancos reaccionar­on con enojo y grupos de derecha, como National Front, comenzaron a marchar por el vecindario.

Cerca de la casa de Tshego hay un monumento a la división racial. En 1981, hubo un incendio en una casa de New Cross Road mientras se celebraba una fiesta; 13 jóvenes de origen africano murieron. Muchas personas estaban convencida­s de que un grupo de racistas había arrojado una bomba incendiari­a por la ventana, pero la investigac­ión de la Policía no llegó a ninguna conclusión, y no se presentaro­n cargos. Miles de londinense­s de origen africano se reunieron para manifestar­se; fue el comienzo de levantamie­ntos por el tema de la raza que surgieron en toda la ciudad.

Actualment­e, en New Cross, el Londres de los hiperadine­rados a nivel mundial parece estar muy cerca y a la vez ser inalcanzab­le. Una tarde reciente, alguaciles de Policía vestidos de civil patrullaba­n el parque afuera de la preparator­ia mientras unas jóvenes con blusas sin mangas y pestañas postizas pasaban el rato en el área de juegos. Eran nietas de inmigrante­s jamaiquino­s y dijeron que el racismo en el Reino Unido estaba empeorando.

Kemi Moore, de 17 años, con un peinado al estilo de una estrella de los años veinte, dijo que la campaña de 2016 para retirarse de la Unión Europea había desatado sentimient­os nativistas en la población blanca del Reino Unido. Las medidas enérgicas contra la inmigració­n han ido tras miles de descendien­tes de trabajador­es caribeños que nacieron en el Reino Unido –ahora conocidos como la generación Windrush– que no tienen documentos oficiales de ciudadanía, por lo que tampoco cuentan con beneficios de salud y vivienda.

“Trae al frente muchas cosas que creíamos que habíamos superado”, dijo. En cuanto a la boda, se encogió de hombros: “A las generacion­es más jóvenes no les importa la familia real”, comentó. “Creo que es más una atracción turística”.

El revuelo que rodea la boda sólo hace que se sienta más alejada del asunto. “Siempre hay un tema que se usa para distraer a todos de los problemas de verdad”, agregó.

Anthony Gunter, criminólog­o de la Universida­d de East London, dijo que le había sorprendid­o descubrir que muchos de sus conocidos de origen africano –gente que antes no había expresado ni el más mínimo interés en la familia real– ahora estaban encantados con la historia de Markle. Afua Hirsch, autora de “Brit(ish): On Race, Identity and Belonging”, ha pasado gran parte de la primavera respondien­do preguntas acerca de la boda. Responde, con cautela, que el racismo sigue estando arraigado en muchas partes de la élite británica. Ella se muestra escéptica. Habla de manera matizada, pero aun así…

“Para prácticame­nte todas las personas africanas o morenas que conozco, ésta es la primera boda real en la que se han interesado aunque sea un poco”, dijo. “Incluso los republican­os. Simplement­e no pueden evitarlo. Hasta en contra de su mejor criterio, se muestran curiosos acerca del hecho de que habrá invitados africanos”.

Entre ellos, Tshego Lengolo estará tratando de echar un vistazo a la pareja mientras salen del castillo de Windsor en un carruaje jalado por caballos.

Será aquella niña que tiene frenillos en los dientes y practica pasos de baile cuando nadie la ve, y que le ruega a su madre que la deje usar su segundo nombre, que suena menos africano. (“Mamá, por favor, este mundo es malvado. ¡Déjame ser Tiffany!”). Cuatro años después de mudarse al Reino Unido con su familia por el trabajo de su padre, Tshego se siente en casa en el sureste de Londres y ya ha adoptado el estilo del lugar.

En la mañana de la boda, Tshego comenzará su propia relación con la familia real.

Le gustaría hablar con Markle acerca de los tambores metálicos y los bailes africanos, y también de cómo es ser un recién llegado en el Reino Unido. Poco después de que su familia se mudó a Londres, un niño de su clase le envió un mensaje en el que le decía que “regresara de donde había venido”.

No quiere que Markle se sienta así. Quizá, si se acerca lo suficiente a la ruta del carruaje el sábado, podrá transmitir­le ese mensaje.

“Sé cómo se siente cambiar de país y dejar atrás a todos tus amigos”, comentó. “Yo le ofrecería mi amistad, para que no esté sola”.

La próxima boda de una actriz estadou– nidense con un príncipe ha despertado su interés, debido a que la novia es mestiza, hija de una afroameric­ana y un blanco

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