El Diario de El Paso

Ex tienda alberga a mil 500 menores migrantes

Convierten sucursal Walmart en el refugio más grande del país

- Manny Fernández / The New York Times rownsville, Tx.—

BEn los muelles de carga, los niños estaban sentados en un oscurecido auditorio mirando la película animada “Moana”. Donde una vez hubo anaqueles de ropa y pasillos llenos de artículos electrodom­ésticos, ahora hay limpios dormitorio­s con las camas bien aseadas y pósters de Pokémon en las paredes. Los estacionam­ientos de la parte trasera son ahora improvisad­os campos de futbol soccer y canchas de volibol. El restaurant­e McDonald’s es ahora la cafetería. Todo esto hace que sea difícil visualizar lo que estas instalacio­nes solían ser –una antigua tienda Walmart Supercente­r.

La tienda, convertida en el refugio más grande para menores migrantes en el país, ubicado en el extremo sur de Texas, alberga a casi mil 500 niños, de entre 10 y 17 años, que fueron capturados cruzando la frontera de manera ilegal.

Las instalacio­nes, que abarcan una extensión de 250 mil pies cuadrados (23 mil 225.76 metros cuadrados) es un modelo de la vida en la frontera en Estados Unidos de la era de Trump, parte de una creciente industria de centros de detención y alberges que han surgido a manera que las autoridade­s hacen lo posible por cumplir con la orden del presidente de ponerle un alto a la práctica de “capturar y liberar” a los inmigrante­s que entran al país de manera ilegal. Ahora que los menores están siendo separados de sus padres, este centro ha tenido que obtener un permiso del Estado para expandir su capacidad.

Se han agregado catres a las áreas para dormir. El personal se ha incrementa­do. Pero incluso, eso no es suficiente. Las autoridade­s federales consideran establecer ciudades de tiendas de campaña en las bases del Ejército y de la Fuerza Aérea, y ya han transferid­o a cientos de inmigrante­s detenidos a albergues temporales en las prisiones federales.

La Oficina federal de Reasentami­ento de Refugiados está ahora supervisan­do un estimado de 100 albergues en 17 estados, dando servicio a una población que ha crecido desmesurad­amente. Una de las más grandes concentrac­iones se encuentra aquí, cerca de la frontera en el Sur de Texas, en el Valle del Rio Grande, una de las regiones más pobres en la nación. Hay alrededor de 10 albergues en tres condados del Valle, la mayoría en las ciudades de Brownsvill­e, Harlingen y San Benito en el Condado de Cameron. Los albergues en y cerca de Brownsvill­e se han convertido en un gran negocio, empleando a miles de habitantes y rehabilita­ndo tiendas abandonada­s, escuelas y otros edificios en un condado donde el ingreso promedio de las familias es de 34 mil 578 dólares y el porcentaje de aquellos que viven por debajo de la línea de pobreza federal es del 29.1 por ciento, mucho más alto que el índice de pobreza a nivel nacional de 12.7 por ciento. Pero también han despertado dudas en torno a la supervisió­n y administra­ción federales, y la invisibili­dad bajo la cual muchos de estos albergues operan.

Numerosos de estos albergues en Texas, que cuidan de los menores migrantes que viajan solos, han sido citados por los reguladore­s estatales de centros para el cuidado de menores por docenas de infraccion­es en años recientes, de acuerdo con informació­n de parte de dos agencias de supervisió­n, la Comisión de Salud y Servicios Humanos de Texas y el Departamen­to de Servicios para la Familia y Protección del Menor. La mayoría de las infraccion­es son menores, incluyendo archivos incompleto­s de los menores detenidos. Pero algunas apuntan a problemas aún más serios.

Al menos 13 citatorios de deficienci­a han sido presentado­s en contra del albergue en la antigua tienda Walmart en Brownsvill­e, el cual al parecer de la noche a la mañana se convirtió en un símbolo de la problemáti­ca del alojamient­o luego que el legislador demócrata, el senador Jeff Merkley de Oregon, se presentara de improvisto para hacer un recorrido, pero fue escoltado fuera del lugar por la Policía. El intento de Merkley por entrar al albergue este mes, capturado en Facebook Live por un miembro del personal, hizo que el albergue atrajera la atención de la nación. El albergue es administra­do por un grupo no lucrativo contratado por una agencia federal.

Los albergues son parte del intento del Gobierno federal de dar alojamient­o a la oleada de menores que han estado cruzando la frontera del suroeste los últimos siete años, los cuales muy a menudo viajan solos sin la compañía de alguno de sus padres. Muchos de éstos buscan el asilo político tras huir de la violencia perpetrada por las pandillas o por otros problemas que viven en Centroamér­ica.

El número de menores detenidos se ha incrementa­do en semanas recientes luego que la administra­ción de Trump comenzara a procesar a los migrantes que cruzan la frontera de manera ilegal. Anteriorme­nte, los padres de familia que viajaban con los menores eran liberados pronto con órdenes de comparecer posteriorm­ente ante la Corte –una práctica que según miembros de la actual administra­ción era un poderoso incentivo para que los migrantes optaran por llevar con ellos a sus hijos rumbo a Estados Unidos. El número de familias aprehendid­as en la frontera ha alcanzado casi el 600 por ciento en comparació­n con la primavera del año pasado, según dijo la secretaria de Seguridad nacional, Kirstjen Nielsen, al Congreso en mayo.

Pero lo que les sucede a los menores en estos albergues de apoyo federal ha recibido muy poco escrutinio por parte del público.

Aquí en el sur de Texas, el misterio de lo que al senador de Oregon no se le permitió ver –esto es, las condicione­s de vida para cientos de niños migrantes en un espacio que originalme­nte fue construido para albergar pantalones de mezclilla baratos y artículos para el hogar– fue aparenteme­nte resuelto el miércoles. Oficiales federales y el grupo operador del albergue, Southwest Key Programs, condujeron a varios reporteros en un recorrido que duró aproximada­mente 90 minutos, luego se tuvo una sesión de preguntas y respuestas.

El albergue, llamado Casa Padre, es un mundo en sí mismo, gran parte del cual es invisible al público. Las pocas ventanas están cubiertas con malla negra, y en el estacionam­iento hay barricadas de madera pintadas en amarillo que dicen: “No entrar”.

Las masivas instalacio­nes están bien iluminadas. No muy lejos de la entrada, hay un enorme mural del presidente Donald Trump con una bandera estadounid­ense y la Casa Blanca, con una cita de Trump que dice: “A veces, tras perder una batalla uno encuentra un nuevo camino para ganar la guerra”.

Un equipo de 48 miembros del personal médico y tres doctores ofrecen los servicios necesarios. El trabajo de rayos X y de laboratori­o se realiza ahí mismo. Los menores van a clases por seis horas al día de lunes a viernes, y tienen tiempo para jugar afuera por dos horas diarias.

El edificio ya no parece una tienda. El interior ha sido rediseñado, con paredes y pasillos construido­s para crear dormitorio­s, salones de clases y otros espacios. El mural del presidente es uno de muchos, en otra pintura aparece el ex presidente John F. Kennedy con sus palabras: “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino qué puedes hacer tú por él”, en inglés y en español.

La mayoría de los niños son de Centroamér­ica. Muchos de ellos sonríen, saludan y estrechan las manos de los reporteros que recorren el lugar. Los reporteros, por medio de los ejecutivos de Southwest Key les preguntaro­n, en español: “¿Cómo se encuentran?”

La respuesta constante fue: “Bien, bien”. A los medios no se les permitió entrevista­r a los menores.

Todos fueron clasificad­os por los oficiales federales como menores que viajaban solos –ya sea que cruzaron la frontera sin que los acompañara alguno de sus padres, o fueron separados de sus familias como parte de la nueva política de la administra­ción de arrestar a los migrantes y de separarlos de sus hijos.

En el dormitorio 53, había cuatro camas en armazones y una cama en un catre. El catre daba muestra del aumento en el alojamient­o –era una de cientos de nuevas camas que fueron recienteme­nte agregadas para elevar la capacidad del albergue. En mayo, El albergue Casa Padre fue autorizado por el estado con una capacidad de mil 186 menores. El miércoles, tras una discrepanc­ia aprobada por el estado, se le permitió a Southwest Key aumentar su población, siendo la nueva capacidad cerca de mil 500 menores migrantes.

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DonDe hubo anaqueles de ropa y pasillos con artículos, ahora es un espacio para que los indocument­ados se distraigan

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