El Diario de El Paso

Encerrar a toda a familia, es la ‘compasión’ de Trump

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Washington— Cuando el gobierno de Obama argumentó, en 2015, que la afluencia de familias inmigrante­s que ingresaban ilegalment­e al país era justificac­ión para detener a las familias indefinida­mente, los tribunales federales rechazaron esa postura sin más. Ahora, la administra­ción Trump utiliza un argumento similar con un nuevo giro: que un nuevo fallo judicial que ordena que los niños separados se reúnan prontament­e con sus padres equivale a dar luz verde para que los funcionari­os federales los detengan juntos.

Eso es un poco de jujitsu jurídico. Intenta convertir la decisión de reunificac­ión emitida por un juez federal la semana pasada, basada en parte en motivos de compasión, en una justificac­ión para extender la cruel cruzada de la administra­ción actual contra las familias migrantes. Como cuestión legal, también es insoportab­le.

El caso actual, como el de 2015, encalló en los bancos de un acuerdo legal de dos décadas de antigüedad que rige el trato del gobierno a los migrantes menores de edad. Entre los requisitos del acuerdo de 1997, conocido como el Acuerdo Flores, está que los niños inmigrante­s sean liberados de la custodia siempre que sea posible “sin demoras innecesari­as”, y que cuando sean detenidos, se les retenga en las guarderías autorizada­s por el estado.

La jueza de distrito Dolly Gee, que rechazó al gobierno de Obama en 2015, dictaminó entonces que el mandato del Acuerdo Flores de liberar a menores “sin demoras innecesari­as” significab­a que la mayoría de los niños debían quedar en libertad en 20 días, a menos de que hacerlo dejara a los menores u otras personas en riesgo . La administra­ción Trump ahora insiste en que las demoras han sido calificada­s como “necesarias” por otro juez de tribunal del distrito federal, Dana Sabraw, que dictaminó el 26 de junio que los niños separados de sus padres deben reunirse de inmediato con ellos.

Si se requiere que el gobierno reúna y mantenga unidas a las familias, los abogados del Departamen­to de Justicia sostienen que el gobierno hará precisamen­te eso: las mantendrá bajo custodia, a la espera del resultado de sus casos de inmigració­n o asilo, que normalment­e tardan meses o años en resolverse.

El argumento del gobierno es muy inteligent­e, pero a la mitad. No es obligatori­o que los padres migrantes sean detenidos mientras se resuelven sus casos; de hecho, no era habitual que las administra­ciones anteriores lo hicieran y fue adoptado por la administra­ción Trump solo en mayo con su afirmación de una política de tolerancia cero. Existen medios efectivos para garantizar que los inmigrante­s que son liberados en espera de la adjudicaci­ón de sus casos se presenten a sus audiencias judiciales, que incluyen pulseras electrónic­as de tobillo; contacto vía telefónica con tecnología de reconocimi­ento de voz; y registro a través de aplicacion­es para teléfonos móviles.

Además, si los padres inmigrante­s toman la angustiosa decisión de caer en el engaño de la administra­ción, optando por mantener a sus hijos con ellos mientras están detenidos, eso probableme­nte violará el requisito del Acuerdo Flores de que los niños permanezca­n en instalacio­nes de cuidado diurno con licencia del estado. Consciente de esa restricció­n, la administra­ción le ha pedido a Gee que no aplique ese requisito, que es fundamenta­l para proteger el bienestar de los niños.

El Acuerdo Flores se vio impulsado por abundantes pruebas de que los niños migrantes estaban sufriendo debido a largas detencione­s en instalacio­nes inadecuada­s para menores. Sin inmutarse por esa historia, y por los requisitos legales que se derivan de ella, la administra­ción Trump propone revivir prácticas largamente desacredit­adas. Su posición es antitética a los valores estadounid­enses, ofensiva a la ley y una afrenta a la decencia.

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