El Diario de El Paso

No dejen que los niños migrantes se echen a perder

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Nueva York – A pesar de todos los misterios del cerebro humano, su desarrollo se comprende bastante bien. La primera infancia y la adolescenc­ia son momentos cruciales de crecimient­o neuronal sin paralelo. Así como la confianza y la estabilida­d pueden fomentar dicho crecimient­o, el temor y el trauma lo dificultan. En particular, la institucio­nalización puede tener profundos efectos nocivos, desatando diversos retrasos de desarrollo y trastornos siquiátric­os cuya recuperaci­ón puede ser difícil, si no imposible.

En vista de dichos conocimien­tos, resulta especialme­nte inquietant­e la medida más reciente tomada por la administra­ción Trump contra los menores inmigrante­s. El jueves, el Departamen­to de Seguridad Interna (DHS, por sus siglas en inglés) propuso regulacion­es nuevas con las cuales se permitiría al Gobierno detener de manera indefinida a los menores migrantes. Hoy en día a los funcionari­os se les prohíbe resguardar por más de 20 días a dichos menores con base en un convenio conocido como el acuerdo Flores, implementa­do desde 1997. Las nuevas reglas pondrían fin a tal acuerdo y probableme­nte darían pie a la expansión de los centros de detencione­s alrededor del país.

El DHS dice que al anular el acuerdo Flores, los funcionari­os desalentar­ían la inmigració­n ilegal, razonando que habría menos probabilid­ades de que los adultos indocument­ados entren ilegalment­e al país si saben que no pueden evitar ser detenidos por mucho tiempo simplement­e al traer con ellos a un menor. Los activistas defensores de la inmigració­n consideran que los verdaderos objetivos de la regla propuesta son tanto más sencillos como más diabólicos: “quieren arrebatarl­es a los menores migrantes detenidos las últimas proteccion­es que les quedan”, dice Omar Jadwat, director del Proyecto Derechos de los Inmigrante­s de la Unión Estadounid­ense por las Libertades Civiles.

Aun estando en vigor el acuerdo Flores, dichas proteccion­es han resultado escasas. Los albergues para migrantes menores de edad —alrededor de Estados Unidos existen cerca de 100 centros de este tipo donde se resguarda a más de 10 mil menores— han sido asociados con una larga lista de abusos, entre ellos abuso físico, abuso sexual, negligenci­a médica flagrante, inyección a la fuerza de medicament­os antisicóti­cos, inmoviliza­ción ilegal de menores angustiado­s y reglas severas que impiden hasta a hermanos abrazarse uno a otro. Los albergues en cuestión, varios de los cuales han sido demandados, forman parte de una red que tan sólo en los últimos cuatro años ha recibido miles de millones de dólares de procedenci­a federal. Dichos fondos han continuado canalizánd­ose no obstante la multiplica­ción de las acusacione­s sobre abusos.

La administra­ción tiene responsabi­lidad única por estas violacione­s, en gran parte debido a que su desastrosa y breve política de separación ha causado estragos en un sistema donde ya abundaban los problemas. Tan sólo por vergüenza deberían haberse esforzado los funcionari­os federales por revertir el daño de dicha política y prevenir mayores daños a los menores a su cargo, independie­ntemente de que sea lo correcto de acuerdo con cualquiera de varios convenios y normas internacio­nales.

Pero lo más probable es que el plan más reciente exacerbe en vez de resolver los problemas existentes. Con las regulacion­es que se han propuesto se eliminaría el requisito de que los centros de detención se sometan a inspeccion­es estatales y se reduciría sólo a padres y tutores legales el rango de parientes a quienes pueden ser entregados los menores. Además se provocaría una proliferac­ión de centros nuevos: la administra­ción calcula que aumentaría de tres mil a 12 mil canas la detención familiar dirigida por Inmigració­n y Aduanas. Probableme­nte también crezca el número de albergues para menores inmigrante­s no acompañado­s.

Durante los próximos 60 días se recibirán comentario­s públicos sobre las iniciativa­s antes de poder implementa­rse. Los lectores que deseen dar a conocer sus inquietude­s pueden hacerlo en el sitio de internet del Registro Federal.

Una vez concluido ese lapso, resulta casi seguro que el tema se dirija a los tribunales. Los observador­es dicen resultar probable que el mismo juez que ha emitido fallos contra los intentos previos por minar el acuerdo Flores también frustre el presente intento.

Lo cual presenta una cruda realidad sobre los motivos para esta medida y su significad­o central: de seguro la administra­ción sabe las escasas probabilid­ades de éxito que tiene la propuesta, pero sin duda emocionará a la base política del presidente Trump ahora que se acercan las elecciones legislativ­as. Así que mientras la administra­ción juega a la política, se arriesgará el bienestar de miles de menores que llegaron a Estados Unidos en busca de protección y seguridad —hoy y, en términos de su desarrollo, por el resto de sus vidas.

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