Obstaculizar la próxima crisis financiera
Washington — La noticia es mucho mejor de lo que usted cree.
Una década después de la crisis financiera global del 2008-09 —un evento que usualmente se remonta a la bancarrota de Lehman Bros.— La economía mundial parece estar reparándose a sí misma.
Claro que, las inquietudes permanecen. Lo más reciente es que los países con un “mercado emergente” —tales como Argentina, Brasil, China, India, Turquía y similares— podrían ocasionar una nueva crisis. Si no pueden ganar (por medio del comercio) los dólares necesarios para pagar sus préstamos, entonces incurrirán en un incumplimiento de sus deudas y quizás provocarán un contagio. Los inversionistas temerosos seguramente huirán de otros países con mercados emergentes. Las guerras comerciales del presidente Trump magnifican el peligro.
Este diagnóstico es un tanto austero; quizás también sea pesimista. En un nuevo reporte, el Instituto Global McKinsey —el brazo investigador de la afamada firma de consultoría y administración— resumió los cambios financieros, para bien o para mal, que han ocurrido en estos 10 años. Hay altibajos, pero poniéndolo en la balanza, los puntos positivos parecen prevalecer.
He aquí el resumen de la tarjeta de puntaje de McKinsey.
(1) Los consumidores estadounidenses y algunos europeos han reducido sus deudas significativamente, presuntamente al pagar deudas existentes y limitando nuevos préstamos. Los consumidores estadounidenses redujeron su deuda por el equivalente de 19 puntos de porcentaje del producto interno bruto (PIB) —alrededor de 3.8 billones en dólares hoy.
La mayoría de esta deuda presuntamente reflejó recortes en hipotecas a la vivienda. Otros países con auges de bienes raíces también redujeron préstamos: La deuda de los consumidores en España cayó 20 puntos de porcentaje del PIB; la del Reino Unido cayó por 6 por ciento del PIB. Las deudas más bajas hacen que sea más fácil para las familias continuar gastando, en lugar de desviar el dinero para pagar préstamos.
(2) Movimientos transfronterizos de dinero —conocidos como “flujos de capital” por los economistas— decayeron dramáticamente, alrededor de 50 por ciento, desde que alcanzaron su punto más alto en el 2007. Los montos en dólares son abrumadores, de 12 millones de dólares a 6 billones de dólares en el 2017. “Con menos dinero fluyendo a través de las fronteras”, dice McKinsey, “el riesgo de que una crisis al estilo del 2008 repercuta alrededor del mundo se ha reducido”.
Los flujos de capital tienen que ver con extranjeros invirtiendo en las bolsas de otros países, bonos, y depósitos bancarios o haciendo “inversiones extranjeras directas” (comprando compañías existentes o construyendo fábricas y empresas). Los bancos europeos especialmente han estado economizando. “Dos tercios de las acciones de los bancos alemanes, por ejemplo, estaban fuera de Alemania en el 2007, pero ahora eso se ha reducido a un tercio”, dice McKinsey.
(3) “Desbalances” globales —enormes excedentes comerciales o déficits— se han disminuido. Los mejor conocidos son los crónicos déficits comerciales de Estados Unidos y los excedentes considerables de China.
Pero McKinsey señala que los actuales desbalances se han reducido, incluso cuando la retórica del presidente Trump y de otros sugiere todo lo contrario. McKinsey reporta: “Los excedentes de China alcanzaron 9.9 por ciento del PIB en su punto más alto del 2007, pero ahora están abajo a solo el 1.4 por ciento del PIB El déficit de Estados Unidos llegó a 5.9 por ciento del PIB en su punto más alto del 2006, pero decayó al 2.4 por ciento en el 2017”.
Aunque resulta impresionante, todas estas mejorías necesitan ser calificadas. Aún hay muchos puntos negativos. Aunque la deuda de los consumidores como parte del PIB ha caído en muchos países, ésta se ha incrementado en otros. En Australia, Canadá, Suiza y Corea del Sur, “La deuda por familia es ahora sustancialmente más alta que antes de la crisis” Las burbujas de vivienda son creíbles.
O veamos los flujos de capital. A pesar de que se han reducido de manera considerable, los flujos de capital aún siguen 50 por ciento más altos que en el año 2000. Similarmente, China depende cada vez más de la deuda —ya que ha prestado a empresas del estado y otros negocios— para estimular el crecimiento económico. Su deuda total (gobierno, empresas y por familia) creció del 145 por ciento del PIB en el 2007 al 256 por ciento en el 2017.
Lo más aterrador de las economías fuertemente endeudadas es que, sin un rápido crecimiento económico, los prestatarios no pueden pagar sus deudas —y si no pueden pagarlas, el crecimiento económico se desacelerará aún más.
Definitivamente hay razones para sentirse inquieto, incluyendo lo desconocido. Tal como dice McKinsey: “Una cosa que sabemos de la historia es que la próxima crisis no se parecerá en nada a la anterior. Si aprendimos algo del 2008, es la importancia de permanecer vigilantes cuando los tiempos siguen siendo buenos”.