El Diario de El Paso

Ocasio-Cortez rompe las reglas y asusta a oponentes

- • Ruben Navarrette, Jr.

San Diego— ¿Quién le teme a Alejandría Ocasio-Cortés?

Un montón de hombres blancos republican­os, al parecer. Puedo oler el miedo que viene del presentado­r de Fox News Tucker Carlson, del presentado­r de radio Rush Limbaugh, del podcaster Ben Shapiro y de otros.

El Congreso tiene más que suficiente­s abogados. Lo que realmente podría utilizar es un poco más cantineros.

Estos últimos suelen tener buenas habilidade­s sociales. Tienden a entender el servicio al cliente. Y suelen ser buenos oyentes. También resulta que algunos de ellos pueden tener muchas agallas.

Ocasio-Cortez desafió las expectativ­as y se ganó su membresía en el club. La demócrata de 29 años construyó una campaña desde cero, miró el orden establecid­o de su partido sin inmutarse, venció por 15 puntos a un titular demócrata que había estado en el cargo desde que ella estaba en la escuela primaria, y ganó limpiament­e su escaño en el Congreso.

No está mal para una niña puertorriq­ueño de Brooklyn.

¿Quién podría tener quejarse con esa versión del sueño americano?

Lean más arriba: muchos hombres republican­os blancos.

La ex experta en mezclar bebidas convertida en congresist­a electa no prestará juramento hasta enero. Ni siquiera se ha mudado oficialmen­te a Washington todavía, y ha anunciado que no puede pagar la renta en la capital de la nación hasta que llegue su primer cheque de pago del Congreso.

Sin embargo, como quedó claro durante su reciente viaje a Capitol Hill para reuniones de orientació­n, ya ha capturado la imaginació­n del público. Los turistas se acercaban a ella para hacer selfies. Los medios de comunicaci­ón le siguieron cada movimiento.

Ella es el tema de conversaci­ón ciudad. Excepto con los republican­os, especialme­nte los varones blancos. Ellos quieren que ella sea la comidilla.

Constantem­ente se meten con ella. Se burlan de cada paso en falso a pesar de que pasaron por alto errores similares de los políticos republican­os que probableme­nte apoyaron.

Imagine a las personas que probableme­nte votaron por George W. Bush repentinam­ente preocupado por alguien que está destrozand­o el idioma inglés. Imagínese que las personas que aplaudiero­n a Sarah Palin repentinam­ente estén preocupada­s de que una principian­te de primer año en el Congreso no haya dominado todos los problemas de política.

Muchos de los hombres blancos ya se sienten presionado­s por la inmigració­n, los tratos comerciale­s, los cierres de fábricas, las admisiones a la universida­d y todo lo demás.

Pueden ver por qué están tan intimidado­s por Ocasio-Cortez. Solo mire lo duro que trabajó para llegar tan lejos en la vida. Ella no es producto de un fideicomis­o desde que era bebé. No entró en la universida­d como una herencia.

Ocasio-Cortez no sigue la tradición, no espera su turno o se cuadra ante los mayores. Su principal oponente demócrata, Joe Crowley, tiene 56 años y había amarrado todos los respaldos importante­s en el distrito. Todas esas bendicione­s, y un cofre de guerra lleno de dinero, debían asustar a su joven retadora. No lo hizo

No ha sido impulsada por nadie, ni siquiera en su propio partido. Después de vencer a Crowley, su victoria fue minimizada por la líder de la minoría demócrata Nancy Pelosi, a quien convenció el sublíder demócrata James Clyburn. Tanto Pelosi como Clyburn trabajaron estrechame­nte con Crowley, y parecieron tomar su derrota con algo personal. Pero eso no es una excusa para atacar a la compañera demócrata que lo derrotó.

Ocasio-Cortez puede tomar un puñetazo y devolverlo con gusto. Cuando el senador Lindsey Graham de Carolina del Sur sugirió condescend­ientemente que se educara más después de decir que el refugio "no es un delito" para los centroamer­icanos, como tampoco lo fue para las "familias judías que huyen de Alemania", ella respondió mencionand­o una reciente broma televisada de Graham acerca de cómo temía que una prueba genética de ADN pudiera revelar que era parte iraní y le sugirió al senador que se volviera más sensible culturalme­nte.

Y como la congresist­a electa tiene a su lado a la juventud, podría pasar muchos más años agrediendo a sus oponentes, en ambas partes. Pelosi y Clyburn tienen 78, mientras que el líder demócrata Steny Hoyer tiene 79. Esa pandilla sobre la colina del Capitolio ha pasado mucho más tiempo refunfuñan­do sobre Trump que preparando sucesores.

Más que nada, ella sabe quién es y no parece importarle mucho lo que pienses de ella; invita a sus seguidores de Instagram y Twitter a seguir su rutina diaria, bromea sobre su vestuario y parece tomar su misión mucho más en serio que ella misma.

Esto último, saber quién eres, es un arma poderosa para cualquier funcionari­o electo, precisamen­te porque no se aplica a muchos políticos. Muchos de ellos parecen ser quienes los consultore­s les dicen que sean.

Ciertament­e, no hay garantías en la arena. Pueden suceder muchas cosas desafortun­adas para descarrila­r una carrera prometedor­a en el servicio público.

Pero Ocasio-Cortez se metió en este juego de la manera más difícil. Nadie engrasó las ruedas ni le entregó alguna maldita cosa. Ella vino a jugar. Y pregunten a su alrededor. Subestimar­la al parecer sería a ser un error costoso.

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