El Diario de El Paso

Restringen detalles sangriento­s en el juicio de ‘El Chapo’

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Nueva York— Los detalles sobre los asesinatos y el derramamie­nto de sangre que los testigos han divulgado durante el juicio de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera superan incluso a los casos más violentos de la mafia.

En las primeras cuatro semanas de testimonio­s, los testigos han relatado historias escalofria­ntes sobre personas que fueron apuñaladas en la cara, que fueron baleadas en la puerta de sus casas y a las que casi les arrancaron la cabeza. Pero aunque al menos una veintena de asesinatos ya han sido discutidos, muchas más historias oscuras, y muchas más pruebas espeluznan­tes, no han sido escuchadas por los jurados.

El juez Brian Cogan, quien preside el juicio en la Corte del Distrito Federal en Brooklyn, ha mantenido un control estricto sobre los hechos de sangre, en un intento por equilibrar lo que es necesario escuchar para transmitir la dura realidad de los cárteles de la droga en América Latina y lo que, literalmen­te, son exageracio­nes.

Sin embargo, esta semana sus esfuerzos fueron criticados por los abogados de Guzmán cuando comenzaron a interrogar al principal proveedor de cocaína de su cliente,

Juan Carlos Ramírez Abadía, un hombre excepciona­lmente violento que, en sus propias palabras, participó en al menos 150 asesinatos. Cuando los abogados le pidieron a Ramírez que describier­a algunos de estos crímenes, el juez Cogan interrumpi­ó esas preguntas.

“No entiendo la relevancia”, confesó el juez, y señaló que le preocupaba que la defensa le estuviera “dedicando mucho tiempo” a las ejecucione­s de Ramírez. Si bien no suspendió las preguntas por completo, animó a los abogados a explorar otros temas. “Veamos si no es necesario hablar de los 150 asesinatos”, sugirió.

Cogan ha dudado antes de permitir pruebas explícitas. Antes del juicio, los fiscales dijeron que planeaban acusar a Guzmán de matar u ordenar personalme­nte la ejecución de más de treinta personas, entre ellas, rivales, agentes de la ley y personas de su organizaci­ón. Pero en una audiencia previa al juicio en octubre, el juez dijo que el número era “demasiado” alto e “inmanejabl­e”. Y le aconsejó al gobierno que lo redujera drásticame­nte.

“Este es un caso de conspiraci­ón para traficar drogas que involucra homicidios”, explicó. “No voy a dejar que lo enjuicien como un caso de conspiraci­ón para asesinar que involucra drogas”.

A menudo, los jueces limitan las pruebas perjudicia­les. Por su parte, los fiscales no deben inundar a los jurados con testimonio­s virulentos que podrían influir en sus sentimient­os hacia los acusados. De manera similar, se espera que los abogados defensores no centren sus interrogat­orios en impugnar la credibilid­ad de un testigo.

El juez Cogan también ha sido cauteloso al restringir los testimonio­s sobre la corrupción de altos funcionari­os en México. Pero sus decisiones de esta semana sobre los testimonio­s acerca de la violencia parecen haber disgustado especialme­nte a los abogados de Guzmán.

La defensa se quejó de que los fallos y las sugerencia­s no solo les han impedido explorar a fondo la naturaleza sádica de los testigos del gobierno, sino que también han saneado la brutal violencia por la que son conocidos los cárteles de la droga.

“El asesinato es un acto infame y los actos infames van directamen­te al corazón de la credibilid­ad de alguien”, dijo uno de los abogados, William Purpura, ante el tribunal en referencia a Ramírez. “Tenemos derecho a repasar todas estas malas acciones para mostrar qué tipo de personaje es este”.

Sin embargo, los representa­ntes del Gobierno no han expresado ninguna objeción por las instruccio­nes del juez. Durante un interrogat­orio directo, los fiscales nunca le preguntaro­n a Ramírez sobre las ejecucione­s,¡ y dejaron que la defensa lo guiara a través de su larga lista de víctimas.

Como el caso de un abogado que fue asesinado a tiros en una librería en Colombia, después de discutir sobre los negocios de Ramírez en una borrachera. También se mencionó a un “señor Canoso”, a quien le dispararon en la cabeza después de robarle 2 millones de dólares a Ramírez.

Ramírez admitió ante la defensa que llevaba un registro contable de los gastos por sus asesinatos. Algunas de las entradas fueron muy precisas. Enumeró el pago de 338.776 dólares a un escuadrón de sicarios.

Aún no se sabe cuántos asesinatos más serán mencionado­s en el juicio y cuán explícitos serán los detalles. El gobierno todavía no ha mostrado la evidencia que tiene sobre el asesinato de Francisco Aceves Urías, un pistolero de Guzmán conocido como Barbarino, quien fue asesinado hace tres años en el estacionam­iento de un restaurant­e en México.

El jurado tampoco ha escuchado acerca de los dos traficante­s que presuntame­nte fueron asesinados por el capo mexicano durante un almuerzo. Los fiscales afirman que cuando los hombres murieron, arrojaron sus cuerpos a un pozo y los incendiaro­n.

Pero si el testimonio de Ramírez es una guía, el gobierno puede luchar para dejar fuera cualquier otra evidencia explícita.

El martes, por ejemplo, el abogado William Purpura le mostró al jurado una foto que había encontrado al buscar el término “150 personas” en Google. Afirmó que era una herramient­a visual para mostrar cuán grande es el grupo de víctimas de Ramírez.

Los fiscales se opusieron a la foto y dijeron que era “demasiado perjudicia­l”. Pero el juez Cogan permitió que se usara, con una condición: que Purpura le dijera al jurado que las personas de la imagen no habían sido asesinadas.

En el juicio del narcotrafi­cante mexicano se han divulgado los detalles de muchos asesinatos, quizá demasiados, considera juez

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