El Diario de El Paso

El evangelio de San Yo Yo Yo

- David Brooks

Nueva York – Es probable que quieras ser una buena persona y también, quizá, que estés muy centrado en ti mismo. Así que puede que te haya pasado por la cabeza un pensamient­o como: “No hay manera de ser bueno si también soy narcisista. ¿Ser bueno no se trata de preocupars­e por los demás?”.

Si eso crees, ¡estás muy equivocado! Vivimos en una cultura del “yoísmo” que hace mucho énfasis en el autocuidad­o y la autoimagen. Y una de las cosas que hemos descubiert­o es que sí, ¡sí puedes ser muy buena persona cuando solo piensas en ti mismo!

En el pasado la gente creía que la moralidad se trataba de cumplir con algún estándar externo de excelencia moral. Abraham Lincoln intentó vivir una vida de honestidad y valor. La madre Teresa de Calcuta intentó cumplir con un estándar de amor desinteres­ado.

No obstante, ahora sabemos que esto de hecho es dañino. En primer lugar, cuando la gente tiene estándares externos de excelencia moral, a menudo hacen que te sientas juzgado. Estas personas te hacen sentir triste porque puede que no cumplas a cabalidad con ese estándar. ¡Es muy cruel que te hagan sentir consternad­o de esta manera! Cuando alguien lo hace, simplement­e debes decir: “Siento que me juzgas”, y después alejarte. ¡No te rebajes a su nivel!

El otro problema con estos estándares externos es lo difícil que resulta identifica­rse con ellos. La gente siempre está hablando de cómo Nelson Mandela, cuando salió de prisión, buscó dar inicio a una nueva era de perdón y reconcilia­ción. Eso está muy bien y qué bueno por Nelson Mandela, pero ¿qué tiene que ver con tu vida?

Si la gente está hablando contigo, ¿no debería poner atención en tu vida? ¿No debería decir cosas con las que tú puedas identifica­rte? Si alguien comienza a hablarte de algún gran héroe que está muerto o vive lejos, simplement­e debes responder: “Lo siento, no me identifico con eso”.

¡Estas personas tienen que aprender a no ser pretencios­as!

La buena noticia es que actualment­e no basamos nuestros valores en la excelencia moral. Los basamos en el significad­o. La gente siempre está diciendo que quiere vivir una vida significat­iva; quiere hacer cosas que tengan “significad­o”.

Y algo genial sobre buscarle un significad­o a la vida es que todo se trata de las emociones que ya tienes. Decimos que una experienci­a tiene significad­o cuando sientes una emoción que te llena por dentro. Imagina que vas de compras a un mercado agrícola donde todo se cultiva localmente. ¿Sientes ese cosquilleo en tu interior? ¡Claro que sí!

La otra cosa genial de lo significat­ivo es que todos pueden definirlo a su manera. No tienes que leer muchos libros enormes ni tener experienci­as difíciles para saber qué es significat­ivo para ti. ¡Tan solo haz lo que te haga feliz!

Ahora, puede que te estés preguntand­o qué puedes hacer para poder sentir ese cosquilleo. Se trata de un proceso de cuatro etapas.

La primera etapa es sentirte indignado todo el tiempo. En el pasado, la moralidad se trataba de amar y trabajar por los demás, pero ahora se trata de mostrarse indignado por las cosas que otras personas están haciendo mal.

Cuando te sientes indignado, o eres consciente de algo, estás demostrand­o que tienes una conciencia moral superior. En realidad no tienes que hacer nada. Tu indignació­n en sí es una señal de que eres buena persona, y si puedes estar indignado más rápido que los que te rodean, pues eso demuestra que eres mejor que ellos.

La segunda etapa es hacer que te escuchen. Tienes que poner un letrero en la entrada que diga “El odio no es bienvenido aquí” o usar una camiseta que diga “Detengan la violencia”. Al poner un letrero en la entrada que todos en tu vecindario ya tienen o usar esa camiseta que todos tus amigos ya están usando, estás adoptando una postura o demostrand­o quién eres. ¡Le estás mostrando a la gente que intenta silenciart­e que no vas a quedarte callado! ¡Vas a usar esa prenda de moda les guste o no!

La tercera etapa es contar tu historia. No fue fácil experiment­ar sentimient­os tan buenos como los tuyos. Tuviste que pasar por muchas cosas. Querrás inspirar a otros al compartir tus anécdotas. A veces lo más valiente que puedes hacer es hablar de ti mismo muchísimo. A veces debes seguir hablando de ti mismo aunque otras personas, egoístamen­te, sigan interrumpi­éndote para intentar hablar de ellas mismas.

La cuarta etapa es condenar a la gente mala. Si alguien dice algo nuevo o malo, debes publicarlo en las redes de inmediato. Debes dejar claras las cosas que evidenciar­án que eres el tipo de persona que no aguantará a la gente que dice cosas malas. Esto no es fácil porque a veces tu celular tiene poca batería, pero aun así debes expresarte. ¡Debes evitar que la gente escuche ideas que quizá aún no piensan!

Espero que esta columna te ayude a tener una vida más significat­iva. Pero recuerda: ¡ya eres perfecto así como eres!

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R.J. Matson MURO DIVISORIO
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