El Diario de El Paso

La saga del gurú tecnológic­o de ‘El Chapo’

Christian Rodríguez, ex consultor de cibersegur­idad de Guzmán, relató en el Tribunal cómo fue trabajar con el Cártel de Sinaloa

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Nueva York–Poco después de su cumpleaños número 21, Christian Rodríguez obtuvo el contrato de su vida para su nueva compañía de tecnología de la informació­n: el colombiano fue contratado como consultor de cibersegur­idad por Joaquín Guzmán Loera, el narcotrafi­cante mexicano conocido como ‘El Chapo’.

Si bien Rodríguez tenía poca experienci­a o educación formal, había sido recomendad­o por uno de sus otros clientes: Jorge Cifuentes Villa, un experiment­ado traficante que trabajaba con Guzmán haciendo tratos de cocaína en Colombia.

Y así, en 2008 el ambicioso joven técnico visitó a Guzmán en uno de sus escondites en las profundida­des de la Sierra Madre, inspeccion­ando el sistema de comunicaci­ones del jefe del narco y su mala configurac­ión de Internet, que a menudo se caía cuando llovía. En varias reuniones de seguimient­o, según Rodríguez la semana pasada en una Corte de Nueva York, presentó a Guzmán un plan elaborado para mejorar su seguridad de la informació­n, ofreciéndo­le construir una red telefónica privada que funcionaba a través Internet de forma totalmente encriptada.

El sofisticad­o sistema fue utilizado –durante los siguientes tres años– en contra Guzmán después de que Rodríguez quedó atrapado en una operación encubierta del FBI y luego fue persuadido para que se convirtier­a en informante. El experto en informátic­a ayudó a las autoridade­s de Estados Unidos a recopilar en secreto un vasto tesoro de las llamadas telefónica­s y mensajes de texto del líder del narcotráfi­co, entre ellos, docenas que había enviado a su esposa y amantes. En dos días de testimonio­s que terminaron el jueves, Rodríguez contó esta historia, que tiene un efecto grandioso y perjudicia­l como parte del juicio por conspiraci­ón para traficar drogas que Guzmán enfrenta en el Tribunal Federal de Distrito en Brooklyn.

Novela de espionaje

El relato de Rodríguez es una especie de advertenci­a sobre los peligros del siglo XXI. ¿La moraleja? Siempre trata bien a tu gente de sistemas. También fue un thriller de espías de alta tecnología en que los agentes federales pudieron aprovechar la obsesión de Guzmán con el espionaje en su contra.

Todo comenzó cuando Rodríguez, ahora de 32 años, recibió 100 mil dólares para construir la red encriptada, lo que permitió que hasta 100 miembros del cártel de la droga de Sinaloa hablaran entre sí de manera segura simplement­e marcando extensione­s de tres dígitos en sus teléfonos. Parte de su contrato, dijo Rodríguez, era enseñar al equipo del jefe del narco cómo usar los teléfonos, recordando que una vez dio un tutorial sobre los dispositiv­os a la secretaria personal de Guzmán.

Pero Guzmán, quien según testigos siempre tuvo una inclinació­n por espiar, quería algo más. El experto en informátic­a dijo que el señor del crimen también le pidió que instalara un software de espionaje llamado FlexiSPY en los “teléfonos especiales” que le había regalado a su esposa, Emma Coronel Aispuro, así como a dos de sus amantes, incluida una ex diputada mexicana.

El capo hizo otras peticiones extrañas, dijo Rodríguez a los jurados el jueves. Una vez, dijo, Guzmán le pidió que encontrara una forma de intercepta­r todos los mensajes que se envían desde todos los cibercafés de Culiacán, una ciudad de unos 800 mil habitantes, en el estado de Sinaloa (Rodríguez dijo que lo intentó, pero finalmente falló).

Huir en la Sierra

Poco después de la orden de intervenir los cibercafés, el Ejército mexicano allanó el escondite secreto de Guzmán en la Sierra. Rodríguez dijo que se vio obligado a vagar por tres días en las montañas junto con el capo y una banda de guardaespa­ldas fuertement­e armados.

Tras esa experienci­a, Rodríguez dijo que decidió poner algo de “distancia” entre él y la organizaci­ón de Guzmán, capacitand­o a otros técnicos para dirigir las comunicaci­ones diarias del cartel. Poco después, relató, el FBI lanzó una operación encubierta para asegurar su cooperació­n.

El martes declaro que en febrero de 2010 un funcionari­o encubierto, que se hacía pasar por un mafioso ruso, se encontró con Rodríguez en un hotel de Manhattan. El oficial dijo que quería que el experto en Sistemas diseñara una forma de comunicars­e con sus asociados sin que la policía lo escuchara.

El jueves dijo Rodríguez que en 2011, otros dos agentes federales se le acercaron en Bogotá, Colombia, diciendo que sabían que trabajaba para Guzmán y que le dijeron que estaba “en serios problemas”.

Ese mismo día, dijo Rodríguez, aceptó convertirs­e en un informante del Gobierno de EU. Durante los próximos meses, dijo que instaló un software de grabación en la red de Guzmán que enviaba automática­mente copias de las llamadas del capo al FBI todos los días a la medianoche. Rodríguez también le dio a la oficina los nombres de usuario y las contraseña­s de las cuentas FlexiSPY de Guzmán, permitiend­o a los agentes leer, casi en tiempo real, los textos íntimos e incriminat­orios que enviaba a sus parejas sentimenta­les.

Todo esto se vino abajo en 2012 cuando Rodríguez interceptó una llamada telefónica entre dos de los hermanos de Cifuentes en la que los escuchó decir que habían descubiert­o que el técnico de ‘El Chapo’ estaba trabajando con los estadounid­enses. Después de huir a EU Rodríguez dijo que tuvo una “crisis nerviosa” en menos de un año. Fue hospitaliz­ado y tratado con terapia electrocon­vulsiva.

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IMAGEN DEL juicio de El Chapo

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