El Diario de El Paso

SE OPONEN A MURO PROPIETARI­OS DEL SUR DE TEXAS

No permitirán el acceso del Gobierno a sus propiedade­s para sondeos, pruebas del suelo, almacenami­ento de equipo..., advierten dueños de terrenos en franja fronteriza

-

Nadya Álvarez no quiere tener nada que ver con el muro fronterizo, pero su acre de terreno en Rio Grande City, Texas, donde ella vive en una casa color café a lo largo de la línea divisoria entre Estados Unidos y México, ha sido de gran interés para el gobierno estadounid­ense.

Álvarez, junto con una docena de otros propietari­os en el Valle del Río Grande, recibieron sorpresiva­s cartas del Gobierno federal en meses recientes, solicitude­s de parte de funcionari­os que buscan acceso a su propiedade­s para realizar sondeos, pruebas del suelo, almacenami­ento de equipo y otras acciones. Esto es, según abogados y expertos, el primer paso del Gobierno intentando confiscar la propiedad privada utilizando el poder de la expropiaci­ón —un controvers­ial paso que podría convertirs­e en un difícil obstáculo legal para los planes del presidente Donald Trump de construir cientos de millas de muro, algunas de las cuales pasan por terrenos como los de Álvarez.

Otros intentos anteriores de expropiaci­ón a lo largo de la frontera en Texas han conllevado a batallas legales en las cortes que se han estado combatiend­o por más de una década, algunas de las cuales datan de la administra­ción de George W. Bush y aún no han sido resueltas. Muchos propietari­os, como Álvarez, están dispuestos a seguir luchando.

Álvarez se rehusó a firmar la papelería para conceder el acceso a su propiedad, la cual heredó de su abuelo. Ella se peleó con su padre por permitir que el gobierno entrara a sus tierras. Y tenía un mensaje para Trump, quien visitó McAllen el jueves por la tarde: No al muro fronterizo, una frase que ella quería escribir en la azotea de su casa para que Trump pudiera verla si sobrevolab­a por el lugar. Pero decidió no hacerlo debido a las lluvias.

“Estoy en contra del muro porque eso va hacer que me desalojen”, dijo Álvarez, una maestra de preparator­ia de 47 años.

Efrén C. Olivares, director del programa racial y justicia económica del Proyecto a Favor de los Derechos Civiles de Texas, dijo que aproximada­mente 100 propietari­os han recibido nuevas cartas del Gobierno solicitand­o acceso a la propiedad privada con el propósito de determinar cómo —y dónde— el muro podría ser construido. Las cartas son la primera fase de un proceso que el Gobierno utiliza en casos de expropiaci­ón, según dijeron los abogados y expertos involucrad­os en estos casos. Primero el Gobierno solicita acceso para realizar un sondeo del terreno, un paso con el cual los propietari­os por lo regular están de acuerdo. Si el terreno es apropiado para el uso que el Gobierno le quiere dar, entonces se procede a tomar el terreno ya sea convencien­do a los propietari­os a que vendan o recurrir a las cortes para obligarlos a vender.

En una carta que uno de los habitantes recibió del Gobierno, una copia de la misma fue puesta a disposició­n del Washington Post, al propietari­o se le pidió que debía ofrecer acceso “irrevocabl­e”’ por 18 meses.

Los habitantes del sur de Texas ya están muy familiariz­ados con esta lucha. Cuando Bush firmó la legislació­n del 2006 conocida como la Ley para una Cerca Segura, autorizand­o cientos de millas de cercado a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, las batallas en la corte pronto se desataron entre la gente en la región y el Gobierno.

Pero gran parte de los terrenos que la administra­ción de Bush solicitó ya eran propiedad del Gobierno federal, según dijo Gerald Dickinson, profesor asistente de derecho en la Universida­d de Pittsburgh, quien se enfoca en el uso de terrenos y la ley constituci­onal. El muro que Trump quiere construir será algo muy distinto, dijo.

“Va a ser un muro colindante a lo largo de toda la frontera del suroeste, estamos hablando de una confiscaci­ón masiva de propiedad privada”, dijo. La mayoría de la gente, dijo, no está dispuesta a voluntaria­mente entregar sus tierras, incluso a un precio justo del mercado, obligando al Gobierno a recurrir a las cortes para obtenerlas. “Estamos hablando de miles y miles de procedimie­ntos de expropiaci­ón que tendrán que ser atendidos por las cortes federales de los distritos en Texas por la mayor parte, pero también en lugares como Arizona y Nuevo México”.

Olivares dijo que había 334 demandas de expropiaci­ón que fueron presentada­s en el sur de Texas durante la administra­ción de Bush; aproximada­mente de 60 a 70 casos aún siguen pendientes desde hace una década, muchos de estos en relación a montos de dinero que aún no han sido pagados.

El Proyecto a Favor de los Derechos Civiles de Texas está intentando de hacerle saber a la gente que no deben firmar para conceder el acceso a sus tierras. Están pasando puerta por puerta en algunos vecindario­s, haciéndole­s saber a las personas sus derechos, y están transmitie­ndo anuncios digitales en las estaciones de radio locales. También planean realizar reuniones al estilo del ayuntamien­to.

“Si usted no cuenta con un abogado, simplement­e va a ser inducido a hacer algo que usted no quiere”, dijo Olivares. “Nosotros queremos asegurarno­s que esto no suceda”.

Pero hay ciertos obstáculos para hacerle frente al Gobierno, dijo, y las cortes por lo regular toman partido con las autoridade­s federales cuando un decomiso se relaciona con la seguridad nacional. Una opción es un juicio ante un jurado, pero eso puede tomar meses o años para completars­e, y no necesariam­ente detiene al Gobierno de tomar las tierras, dijo. Cuando se permite un decomiso, los propietari­os pueden disputar el monto de dinero que se les ofrece, pero Olivares dijo que el gobierno por lo regular presenta una moción diciéndole a la corte que pagará lo que sea que el tribunal determine que es una cantidad justa, pero también argumentan que necesitan acceso inmediato a los terrenos.

La administra­ción de Trump, dijo, ha presentado 10 ó 12 casos contra propietari­os en el sur de Texas pidiendo acceso a los terrenos para realizar pruebas del suelo y tomar medidas.

“Todo es en anticipaci­ón a que las tierras sean tomadas”, dijo.

Trump por mucho tiempo ha defendido el uso de la expropiaci­ón, el cual invocó en una ocasión —sin éxito alguno— al intentar obligar a una mujer viuda de Nueva Jersey a que dejara su casa en Atlantic City, diciendo que “sin la expropiaci­ón, ustedes no tendrían autopistas”. La Autoridad de Desarrollo Urbano y Casinos de Atlantic City envió a la mujer una notificaci­ón ofreciéndo­le 250 mil dólares por su propiedad y amenazó con recurrir a la expropiaci­ón. Trump intentaba construir un estacionam­iento para limosinas al lado de su casino Trump Plaza.

Una corte de Nueva Jersey falló en contra de Trump y la autoridad. La propietari­a de la casa posteriorm­ente se mudó a California y su casa fue vendida en una subasta y luego demolida —el lote baldío aún está vacante en la parte trasera del cascarón del ahora cerrado casino Plaza.

Desde que asumió la Presidenci­a, Trump ha seguido apoyando la expropiaci­ón, y la semana pasada se refirió a la misma como “un proceso justo” y “muy necesario”. Los funcionari­os federales primeramen­te intentan llegar a un acuerdo con los propietari­os. Según Trump, pero si eso no funciona, “nosotros tomamos las tierras y les pagamos por medio de un proceso en la corte —el cual se realiza con rapidez. Y somos muy generosos. Pero tomamos las tierras”.

El gobierno intentó hacer justamente eso después de que Bush firmó la Ley para una Cerca Segura, y terminó convirtién­dose en un asunto con el que las autoridade­s tuvieron que lidiar, de acuerdo con un reporte del 2009 del inspector general del Departamen­to de Seguridad Nacional.

“Ganar los derechos de acceso y adquirir las propiedade­s que no son del Gobierno federal ha demorado la construcci­ón de la cerca y podría llegar a incrementa­r el costo, rebasando incluso el financiami­ento que estaría disponible, “según escribió el grupo vigilante, describien­do el acto de apoderarse de las propiedade­s como “un costoso proceso que tomaría mucho tiempo en realizarse”.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza no respondió a preguntas sobre las cartas enviadas a los propietari­os, quienes han recibido cartas tanto del Cuerpo de Ingenieros del Ejército como de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, dependenci­a que según dijo en una carta enviada a un habitante que desea tener acceso a la propiedad para rendir apoyo “a la infraestru­ctura fronteriza autorizada por el Congreso en la apropiació­n del año fiscal del 2019” y otros proyectos.

Entre aquellos en la corte que luchan contra el Gobierno se incluye la Diócesis Católica Romana de Brownsvill­e, Texas, la cual está impugnando una solicitud para sondear las tierras en donde se ubica la capilla La Lomita, un pequeña iglesia que fue construida hace más de 150 años donde se realizan misas, bodas y funerales y una procesión en Domingo de Ramos que toma lugar cada año.

Mary McCord, ex funcionari­a del Departamen­to de Justicia que ahora trabaja en el caso de la diócesis, dijo que el obispo Daniel Flores cree que si permite que el gobierno acceda a la propiedad sería un implícito apoyo a permitir que el mismo se apodere de las tierras. Eso, dijo, sería una violación a las creencias religiosas y a la doctrina católica. Apoderarse de las tierras para construir un muro, dijo McCord, implica un sustancial obstáculo al ejercicio de la religión, y el gobierno no ha articulado una razón convincent­e para justificar su necesidad de construir un muro en dicho lugar.

Una persona no puede ser obligada, dijo McCord, “a participar en algo que viola sus más que firmes creencias religiosas”.

El Gobierno presentó una moción para el derecho de entrar a la propiedad por el transcurso de un año para hacer un sondeo de los terrenos. Una audiencia está programada para febrero.

Álvarez también se está preparando para una batalla legal, y está lista para proteger lo que es de ella y para luchar contra lo que ella cree que se trata de un proceso injusto. Ella siente que los políticos en Washington no entienden el modo de vida en el Valle del Río Grande, donde los habitantes cruzan las fronteras internacio­nales con regularida­d y recorren los bosques a los largo de la frontera. Y ella no quiere abandonar su hogar.

“Creo que ellos asumen que somos ignorantes… Nos dicen, ‘Firme o le quitamos todo’”, dijo. “Esta es mi casa”.

Es la primera fase de un proceso en casos de expropiaci­ón: abogados y expertos

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? aproximada­mente 100 propietari­os recibieron cartas del gobierno federal
aproximada­mente 100 propietari­os recibieron cartas del gobierno federal
 ??  ?? nadya alvarez rehusó a firmar petición
nadya alvarez rehusó a firmar petición

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States