Buscar el fraude electoral en Texas es peor que el crimen mismo
Washington— Un plan masivo para cometer fraude electoral está ocurriendo ahora mismo en Texas.
Lo que lo hace más cínico y retorcido es que se está cometiendo en nombre de prevenir el fraude electoral. Y los altos funcionarios del estado son cómplices.
Comenzó el 25 de enero, con un aviso alarmista y engañoso enviado a los funcionarios de los condados que supervisan las listas de votantes en el estado de la Estrella Solitaria.
El secretario de Estado de Texas, David Whitley, quien hasta diciembre había sido jefe de personal adjunto del gobernador Greg Abbott, un republicano, afirmó en un comunicado de prensa que los registros del Departamento de Seguridad Pública mostraban que casi 100 mil votantes registrados no eran ciudadanos cuando solicitaron su licencia de manejar. Más de la mitad de ellos, 58 mil, habían votado en al menos una elección.
El asesor reconoció que estos eran “coincidencias DÉBILES” (las mayúsculas son del asesor, no mías). Pero el secretario de estado dijo que los funcionarios locales deberían exigir que todos aquellos nombrados entreguen pruebas de ciudadanía. Si no respondieron o proporcionaron documentos en un plazo de 30 días, esos votantes podrían ser eliminados de las listas. Whitley también señaló que votar a sabiendas de que una persona no es elegible es un delito grave de segundo grado en Texas.
Desde allí, como era de esperarse, la cámara de resonancia se hizo cargo.
“ALERTA DE FRAUDE A LOS VOTANTES”, tuiteó el Fiscal General Ken Paxton. Abbott siguió al reenviar el mensaje Paxton y declaró rotundamente que esto era evidencia de “registro de voto ilegal. Apoyo la aplicación de la ley cuando sea apropiado”.
Luego sonó desde el amplificador más grande de todos. “58 mil no ciudadanos votaron en Texas, con 95 mil no ciudadanos registrados para votar”, el presidente Donald Trump tuiteó esta última supuesta evidencia para apoyar una de sus teorías de conspiración favoritas. “Estos números son solo la punta del iceberg. En todo el país, especialmente en California, el fraude electoral es rampante. Debe detenerse”.
Estudio tras estudio ha demostrado que es extremadamente raro que alguien que no sea ciudadano intente votar. Y los registradores en todo el estado reconocieron de inmediato los problemas tanto con las reclamaciones de la votación ilegal generalizada como con el enfoque de Whitley para erradicarla. En 2017, más de 1.8 millones de texanos eran ciudadanos naturalizados. Lo que se está haciendo evidente es que muchos de los que llegaron a la lista son personas que prestaron su juramento de ciudadanía después de que obtuvieron una licencia de conducir.
En el Condado de El Paso, por ejemplo, la administradora de elecciones Lisa Wise vio a uno de los miembros de su personal mencionado en la lista de 4 mil 152 nombres que recibió. “Tuvimos una fiesta de naturalización para ella” cuando la integrante de su oficina se convirtió en ciudadano en 2017, dijo Wise al Texas Tribune. “Ella había ido y obtenido su licencia de conducir, creo, hace cuatro años”.
En el Dallas Morning News, la periodista Julieta Chiquillo descubrió que ella también estaba en la lista. Chiquillo se convirtió en ciudadana estadounidense en 2016. “Al día siguiente”, escribió, “Me inscribí para votar. Después de una década de pagar impuestos, ser inspeccionada repetidamente y cumplir con las reglas, no hubo un triunfo más dulce que finalmente llamarme americana”.
Lo que la inmigrante salvadoreña no hizo fue renovar su licencia de conducir. ¿Por qué debería hacerlo? No expira hasta el 2020.
Texas no es el primer estado en probar este método engañoso de corroborar las solicitudes de licencia de conducir con el registro de votantes. Colorado y Florida hicieron algo parecido en 2012 y no lograron más de un puñado de casos aislados en los que las personas que no eran elegibles realmente votaron.
Por otra parte, mantener la integridad de las listas de votantes probablemente no fue el punto del ejercicio absurdo y ofensivo de los republicanos, que han mantenido un control férreo sobre la política de Texas desde mediados de los años noventa.
Un aumento de dos dígitos la participación electoral de mitad del año pasado augura la posibilidad de que el Partido Republicano pueda estar perdiendo su control sobre este estado cada vez más diverso. Y los ciudadanos naturalizados tienden a votar a tasas más altas que los latinos y asiáticos nacidos en Estados Unidos.
Desde entonces, la oficina del Secretario de Estado se apresuró a retroceder partes de su instrucción: por ejemplo, llamó a la oficina de registro en el condado de McLennan, en el área de Waco, para decirle que no tomara en cuenta la lista completa de los 366 supuestos nombres sospechosos que el estado proporcionó.
Los grupos de derechos civiles también han presentado al menos tres demandas, y Whitley se enfrenta a lo que promete ser una audaz audiencia de confirmación el jueves ante un comité del Senado estatal. Las organizaciones de noticias como el Texas Tribune también han hecho un trabajo admirable exponiendo la debacle por lo que es.
Así que el secretario de estado sin duda se verá obligado a dar marcha atrás. Pero el fraude habrá tenido éxito: la mentira de que decenas de miles de votantes están votando ilegalmente perdurará.