La ruptura entre Trump y Europa ahora es evidente y furiosa
Los diplomáticos ya no creen que Washington vaya a cambiar, no cuando el mandatario de EU considera que sus aliados tradicionales son rivales económicos y que el liderazgo es por decreto
Munich— Desde hace tiempo, a los líderes europeos les había inquietado que las palabras y los tweets del presidente Donald Trump pudieran deshacer una alianza transatlántica que se había fortalecido durante siete décadas. Se habían aferrado a la esperanza de que esos lazos soportarían la tensión.
Sin embargo, en los últimos días de una prestigiosa conferencia anual de seguridad celebrada en Munich, la ruptura entre Europa y el gobierno de Trump se ha vuelto evidente, furiosa y concreta, de acuerdo con diplomáticos y analistas.
Un alto funcionario alemán, quien pidió no ser identificado porque no tenía la autorización para discutir estos asuntos, se encogió de hombros y dijo: “Ya nadie cree que a Trump le importen las opiniones o los intereses de los aliados. Hay una fractura”.
Según las advertencias de diplomáticos y funcionarios de inteligencia, el peligro más inmediato es que Rusia y China exploten las fisuras transatlánticas.
Incluso el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, quien suele ser una persona sombría, habló con gusto sobre las tensiones; comentó que la relación euroatlántica se había vuelto cada vez más “tensa”.
“Vemos que se están formando nuevas grietas y que se están profundizando las antiguas”, mencionó Lavrov.
Los europeos ya no creen que Washington vaya a cambiar, no cuando Trump considera que sus aliados tradicionales son sus rivales económicos y que el liderazgo es por decreto. El desagrado del mandatario por el multilateralismo y la cooperación internacional es un desafío al corazón mismo de aquello que es y necesita ser Europa para tener un impacto mundial.
No obstante, más allá del Gobierno de Trump, un número cada vez mayor de europeos considera que las relaciones con Estados Unidos nunca serán las mismas.
Karl Kaiser, quien durante mucho tiempo ha sido analista de las relaciones entre Alemania y Estados Unidos, comentó: “Han pasado dos años de Trump y la mayoría de los franceses y los alemanes confían más en Rusia y China que en Estados Unidos”.
Thomas Kleine-Brockhoff, ex asesor del presidente alemán y director de la oficina en Berlín del Fondo Marshall de Alemania, declaró: “Si una alianza se vuelve unilateral y transaccional, ya no es una alianza”.
Hubo señales de que no todos los líderes estadounidenses y europeos estaban dispuestos a deponer la alianza con tanta facilidad.
Para mostrar solidaridad con Europa, más de 50 legisladores estadounidenses, tanto republicanos como demócratas –una cifra récord–, asistieron a la Conferencia de Seguridad de Munich. Según Jeanne Shaheen, la senadora demócrata de Nueva Hampshire, fueron a “mostrar a los europeos que hay otra rama del gobierno que apoya con convicción a la OTAN y la alianza transatlántica”.
La oposición más visible en contra de Washington provino de la canciller de Alemania, Angela Merkel –quien, raro en ella, realizó un discurso apasionado–, y de su ministra de Defensa, Ursula von der Leyen. Hablaron sobre los peligros de que los socios importantes tomen medidas unilaterales sin discutir las consecuencias con los aliados.
Citaron los anuncios recientes de Trump respecto de que las tropas estadounidenses saldrían del norte de Siria y Afganistán, así como la decisión que tomó el Gobierno de Estados Unidos de suspender uno de los últimos acuerdos existentes sobre el control de armas: la prohibición de los misiles de alcance intermedio ubicados en tierra.
Esa decisión afecta la seguridad europea, y no ha habido una estrategia alternativa, según Merkel. Abandonar el tratado, sin importar las violaciones que ha cometido Rusia, sirve para que Alemania quede fuera del paraguas nuclear de Estados Unidos.
“Quedamos desprotegidos con el resultado”, aseguró Merkel.
En Munich, el vicepresidente Mike Pence, quien tuvo la palabra después de Merkel, se topó con un silencio helado cuando intentó presionar a los aliados para que se retiraran del acuerdo nuclear con Irán, una señal del enfado actual sobre la decisión que tomó Washington de desechar el acuerdo de forma unilateral. Los aliados europeos consideran que el pacto es vital para la seguridad europea y para la preservación de la no proliferación de las armas nucleares.
Amén de lo anterior, los europeos están molestos porque las sanciones renovadas de Estados Unidos perjudican mucho más a las empresas europeas que a las estadounidenses.
Merkel señaló que la división por el acuerdo con Irán “me deprime muchísimo”, pero recalcó que a final de cuentas, Europa y Estados Unidos buscaban el mismo objetivo. La canciller mencionó que el acuerdo servía para influir sobre Irán, una influencia que le parecía evidente que Washington estaba desechando.
En su discurso, Pence alabó a Trump y la que llamó la restauración del liderazgo estadounidense en Occidente. Sin embargo, no convenció a los europeos.
“Es muy raro hablar de liderazgo estadounidense al frente de la alianza cuando Trump ha provocado la crisis”, comentó Marietje Schaake, integrante holandesa del Parlamento Europeo. “Muchos europeos creen que el Gobierno de Trump es el principal responsable de las tensiones y el debilitamiento de Occidente”.
Nathalie Tocci, asesora senior de la alta representante de política exterior europea, Federica Mogherini, mencionó que, para los europeos, la división llegó “al meollo de nuestra percepción sobre las relaciones internacionales y nuestro interés nacional”.
“Somos pequeños y se entiende que necesitamos alianzas tanto dentro de Europa como fuera de ella, con la OTAN”, declaró Tocci.
Pero esto también es una señal de la debilidad y la división en Europa. “Queremos pensar que la situación se restaurará después porque no nos queda otra alternativa”, expresó.
Esto quiere decir que la dependencia de Estados Unidos continuará, aunque los europeos estén en busca de mecanismos para no depender tanto de Washington, de acuerdo con analistas.
Los europeos “estamos comenzando a hacer lo que debemos hacer”, comentó Tocci: gastar más en el ejército, discutir sobre algún tipo de ejército europeo en coordinación con la OTAN, pensar a Europa en términos más estratégicos ante Rusia y China. “Pero nadie cree que se pueda hacer en el corto plazo”, agregó, y muchos piensan que no será nada fácil de hacer.
Los europeos están a la espera de un cambio en la Casa Blanca, señalaron Tocci y otros más.
“Los europeos están aguantando la respiración y pensando que tal vez sólo sean dos años más”, comentó Victoria Nuland, quien fue una alta funcionaria de Estados Unidos. “Al mismo tiempo, no quieren hacer nada que pudiera descomponer más las cosas o insultar a Trump a nivel personal y correr el riesgo de una respuesta iracunda”.