Repatrian a El Salvador cuerpos de padre e hija
La Hachadura— Los cuerpos de Oscar Alberto Martínez y su pequeña hija Valeria, que murieron ahogados cuando trataron de cruzar el río Bravo en una tragedia capturada en una fotografía que provocó indignación a nivel mundial, regresaron ayer a El Salvador.
Por razones de logística las autoridades decidieron transportar por tierra desde Matamoros, México los cuerpos de las dos nuevas víctimas de la migración irregular.
Los restos ingresaron al país por la frontera de La Hachadura, a 90 kilómetros al oeste de la capital salvadoreña, y el ministro de Gobernación, Mario Durán, llegó al lugar para supervisar los trámites en la aduana.
Los funcionarios del Gobierno salvadoreño no quisieron hablar con los periodistas y solo se permitió tomar fotografías cuando un carro fúnebre cruzó la frontera desde Guatemala y luego cuando en caravana partió hacia San Salvador.
Serán velados en la funeraria municipal de San Salvador y serán sepultados en lunes en el Cementerio La Bermeja, en una ceremonia privada a la que solo asistirán familiares.
Tania Vanessa Ávalos, esposa de Oscar Alberto Martínez, madre de Valeria y quien sobrevivió a la tragedia, regresó el viernes al país acompañada de funcionarios de la Cancillería salvadoreña.
A Martínez y a su hija los arrastró la corriente del río el domingo entre la ciudad mexicana de Matamoros y
Brownsville, Texas, y sus cadáveres fueron hallados a la mañana siguiente.
La fotografía de ambos bocabajo junto a la ribera, con la niña metida debajo de la camisa de su padre y con el brazo alrededor de su cuello, ilustra claramente los peligros que los migrantes y los solicitantes de asilo enfrentan al intentar llegar a Estados Unidos.
Martínez, de 25 años, su esposa Vanessa, de 21, y Valeria, de 23 meses, vivían en Altavista, un populoso barrio ubicado en la periferia de la capital salvadoreña y que ha sido objeto de la violencia pandillera.
La familia vivía con los padres de Martínez, quienes decidieron compartir su humilde casa de dos cuartos, debido a que lo que ganaba trabajando en una pizzería y el sueldo que su esposa recibía en un restaurante de comida rápida apenas les alcanzaba para sobrevivir.
Para los residentes de Altavista, esta realidad de migración no es un tema desconocido. Muchos han viajado de forma irregular a Estados Unidos, algunos por la inseguridad, otros lo hicieron por la grave situación económica.
Martínez y su esposa tomaron la decisión, sin importar los riesgos y pese a los ruegos de sus familiares, y el 3 de abril se embarcaron en su odisea en busca del “sueño americano”.
“Por eso se fueron, porque lo que ganaban no era suficiente para comprar una casita, no se querían quedar para siempre, sólo querían ahorrar para la casita”, comentó Rosa Ramírez, la madre de Martínez.
, a Associated Press.
Fueron arrastrados por la corriente al intentar llegar a Estados Unidos atravesando el río Bravo