El diálogo sobre racismo se ha convertido en un monólogo enloquecedor
San Diego— Durante años, la gente me ha dicho que deje de hablar acerca de temas raciales y etnia. Ese tipo de diálogo, según advierten, sólo divide a los estadounidenses.
No me había dado cuenta que la verdadera razón por la que ellos quieren que baje la voz es para que pueda escucharlos hablar sobre el mismo tema –bajo sus propios términos.
Enloquecidos por la inmigración y por “The Squad”, la gente de Fox News y la radio de derecha están obsesionados nuevamente con el tema de la raza.
Algunas de las voces más fuertes –como Tucker Carlson, Sean Hannity, Rush Limbaugh, Glenn Beck, Mark Levin, etc.– se sienten contentos de hablar sólo con personas que tienen la misma apariencia que ellos.
Si uno no se siente empoderado porque en lugar del 100 por ciento, sólo se cuenta con el 99 por ciento, lo que se tiene es un grupo de apoyo en los medios de comunicación conservadores.
Aunque algunos lectores me siguen urgiendo a que retome los problemas raciales.
Es algo difícil. Cuando la gente de la derecha cultural deje de hablar acerca de la raza, yo también lo haré.
De otra manera, sería un desarme unilateral. Además, ¿cuál sería el punto de una discusión acerca de la raza en Estados Unidos que sólo involucra a los comentaristas de la televisión, a los columnistas y presentadores radiofónicos anglosajones?
Preguntas similares están surgiendo en la carrera presidencial, en la que Julián Castro se ha centrado en la falta de diversidad racial y étnica en las salas de redacción.
El ex secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano considera que existe un vínculo entre los medios de comunicación estadounidenses que son abrumadoramente caucásicos y el hecho de que el público de Estados Unidos tiene un punto de vista unidimensional de lo que significa ser latino.
Su propuesta presidencial está energizando a los latinos y educando a los que no lo son.
“Es una vergüenza que pocos de nosotros se hayan postulado anteriormente para presidente”, le comentó Castro recientemente a Buzzfeed News. Al hacer un llamado para que haya un “canal más fuerte” para las personas de color, tanto en la política como en los medios de comunicación, hizo notar que: “Nuestro país es más diverso que nunca, sin embargo, las salas de redacción no se han puesto a la altura, por lo que la cobertura está sufriendo debido a eso”.
Necesitamos más voces en ese grupo. El diálogo de Estados Unidos sobre la raza se ha convertido en un monólogo. Narrativas conocidas han vuelto a resurgir sugiriendo que los estadounidenses que no son anglosajones son inferiores, que son una amenaza y no son patrióticos. Algunos caucásicos hasta se quejan del “racismo revertido” e insisten en que ellos se han convertido en el objetivo.
No es sorpresivo que el presidente Trump esté liderando ese ataque desde el fondo. “The Squad” es un grupo muy racista de personas problemáticas que son jóvenes, inexpertas y no son muy inteligentes”, según dijo Trump a través de un tweet durante la semana pasada.
Sin embargo, los republicanos han ido de eludir las acusaciones de racismo a tratar de discutir y dictar los términos. Algunos anglosajones están indignados por estas tres palabras: “gente de color”.
Roger Kimball, editor de The New Criterion, recientemente le comentó a Carlson de Fox News que las cuatro congresistas novatas que integran “The Squad” deberían dejar de usar el término “gente de color” debido a que es una “frase racista”. Además, dijo “todos tenemos un color”.
Eso es totalmente cierto. Y últimamente, muchas voces de la derecha están mostrando el suyo. Ellos se sienten muy contentos –con cada oportunidad– de acudir a la angustia de los estadounidenses caucásicos que se sienten olvidados, dejados a un lado y marginados.
Esos oportunistas incluyen al representante republicano Mike Kelly de Pennsylvania, quien recientemente le dijo eso a Vice News acerca de “The Squad”: “Tú sabes que ellas hablan acerca de la gente de color y yo soy una persona de color. Soy blanco y anglosajón”.
Eso es raro, ya que a mis padres, quienes nacieron en los años 1940, les metieron en la cabeza la idea de que eran de color equivocado. Las madres mexicoamericanas les ponían jugo de limón en los rostros de sus hijos porque se rumoraba que eso aclaraba la piel.
Ahora, algunos caucásicos parece que están aburridos con su propio privilegio, y quieren que se piense sobre ellos como “gente de color”, ¿quién puede entenderlos?
En el lado contrario del espectro, la representante Ayanna Pressley, demócrata por Massachusetts, le comentó recientemente a las minorías que desean postularse a la presidencia que tengan una mejor “representación”.
Al hablar durante la convención de Netroots Nation, la integrante del Squad, dijo: “Ya no necesitamos rostros de color café que no desean ser una voz de ese color. No necesitamos rostros negros que no quieren tener una voz de ese color. Si ustedes están preocupados acerca de ser marginados y estereotipados, por favor, ni siquiera vengan”.
Aunque no toda la gente de color piensa igual. Sin embargo, ¿qué bien hace tener un latino o afroamericano electo que capitaliza un trabajo fácil pero le resta importancia a parte de su biografía? No mucho.
Les tengo malas noticias. Nuestra conversación nacional sobre la raza se ha convertido en una diatriba incoherente.
Descifrarla requerirá más diálogo, no menos.