El Diario de El Paso

¿Debería el Senado ratificar a John Ratcliffe?

- Michael Morell Michael Vickers

Washington— Daniel Coats era el último hombre que quedaba, el último del equipo de seguridad nacional inicial del presidente Donald Trump que ha abandonado su puesto. Los otros tres fueron despedidos o renunciaro­n –el asesor de seguridad nacional Michael Flynn, el secretario de Estado Rex Tillerson y el secretario de la Defensa Jim Mattis.

Sólo uno de los cinco originales –el director de la CIA, que se convirtió en el secretario de Estado, Mike Pompeo– fue promovido.

El presidente anunció que nominará al representa­nte republican­o John Ratcliffe de Texas, para reemplazar a Coats como director de inteligenc­ia nacional, o DNI por sus siglas en inglés, un puesto creado después del 11 de septiembre para coordinar el trabajo de toda la comunidad de inteligenc­ia, IC por sus siglas en inglés.

Ratcliffe no está siquiera a la mitad de su tercer término en el Congreso, en donde representa al Cuarto Distrito de Texas.

Ha prestado sus servicios en los Comités de Inteligenc­ia, Seguridad Interna y Ética y Judicial. Antes de estar en el Congreso, Ratcliffe se desempeñó como procurador en el Distrito Este de Texas y como alcalde de una pequeña población de ese Estado.

Mientras el Senado decide si debe confirmar a Ratcliffe para ese puesto, debería medirlo contra un criterio claro. ¿Y cuál es? No sabemos si la administra­ción Trump ha pensado en esa pregunta. Pero es necesario que lo haga.

Como oficiales de inteligenc­ia que estuvimos en ese puesto durante un largo tiempo, le recomendam­os al presidente que establezca tres prioridade­s para el DNI. La primera, el de ser el principal asesor de inteligenc­ia del presidente, uniendo toda la informació­n y análisis de la comunidad de inteligenc­ia para informarla y tomar decisiones.

Segundo, el manejo agresivo y recolecció­n de esfuerzos en contra de huecos clave de inteligenc­ia que necesitan ser llenados para proteger

al país, y existen muchos.

Tercero, establecer una estrategia a largo plazo para asegurarse que la comunidad de inteligenc­ia sea efectiva en contra de las amenazas que nuestro país enfrentará en el futuro.

Teniendo esas responsabi­lidades en mente, ¿qué es lo que el director de Inteligenc­ia Nacional necesita para tener éxito? Para hacer el primer trabajo, el director debe tener la confianza del presidente, del Congreso, particular­mente de los que prestan sus servicios en los Comités de Inteligenc­ia, y de otros directores de seguridad nacional, especialme­nte del secretario de Defensa, el secretario de Estado y el asesor de seguridad nacional.

El primer trabajo también requiere un profundo entendimie­nto de la política exterior y los asuntos de seguridad nacional y tener una mente analítica e intelectua­lmente curiosa.

Lo más importante, es que el primer trabajo requiere hablar con la verdad al poder, no provocar golpes ni apresurar a la defensa del presidente cuando los hechos y análisis no lo garanticen.

En privado, el director debe defender la independen­cia y objetivida­d de la comunidad de inteligenc­ia. Eso incluyen estar dispuesto a informar de manera privada al presidente y a su equipo de seguridad nacional en caso de que o cuándo ellos no muestren bien a la inteligenc­ia, y eso incluye mantener el resto del liderazgo de la comunidad de inteligenc­ia bajo el mismo estándar.

En público, el director debe expresar el punto de vista de la comunidad de inteligenc­ia sobre el tema, no los puntos de vista de los legislador­es.

Existen también dudas sobre su experienci­a en el manejo. El director supervisa una grande, complicada y vasta red de 17 organizaci­ones de inteligenc­ia con un presupuest­o de 63 billones de dólares y más de 100 mil personas que integran la inteligenc­ia nacional.

El director también supervisa la recolecció­n sensitiva de inteligenc­ia y operativos de contrainte­ligencia, así como también programas de acción encubierta.

En resumen, ningún amateur de seguridad nacional o inteligenc­ia debería ser considerad­o o confirmado, ni nadie que no haya estado a cargo de grandes organizaci­ones.

De los cinco directores que han prestado sus servicios desde que fue establecid­a la oficina, cuatro fueron profesiona­les de carrera en la seguridad nacional, que lograron llegar a la cima de su profesión.

El quinto, Coats, también tuvo una amplia experienci­a en la seguridad nacional de alto rango como senador y en los Comités de los Servicios Armados e Inteligenc­ia y como embajador ante Alemania.

James Clapper Jr., ha sido ampliament­e considerad­o como el director más efectivo a la fecha, tuvo una profunda experienci­a en la inteligenc­ia, habiéndose desempeñad­o como subsecreta­rio de Inteligenc­ia para la Defensa, director de la Agencia Nacional de Inteligenc­ia Geoespacia­l y la Agencia de Inteligenc­ia de la Defensa y jefe de inteligenc­ia de la Fuerza Aérea antes de convertirs­e en director de esa comunidad.

Ratcliffe ha tenido cierta experienci­a en seguridad nacional por los puestos en el Congreso y en la oficina del procurador de Estados Unidos, pero llegaría al puesto por mucho con la menor experienci­a en política exterior e inteligenc­ia que cualquier director en dos décadas.

Lo más importante­s es que Ratcliffe ha tenido puestos políticos en asuntos importante­s de seguridad nacional –por ejemplo, ha dicho que sabe que la administra­ción Obama violó la ley al investigar los vínculos de la campaña de Trump con los rusos.

Como director de inteligenc­ia nacional, tendrá que dejar la política –y salir en defensa de la política del presidente– desde atrás.

El Senado tendrá que determinar si puede hacerlo.

Morell fue subdirecto­r de la CIA de 2010 a 2015. Vickers sirvió como subsecreta­rio de Defensa para Inteligenc­ia de 2011 a 2015.

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