El Diario de El Paso

Ejecuta Texas a supremacis­ta blanco por asesinato de paseña en 2002

La estranguló para que no delatara su operación de drogas

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Huntsville, Texas— Un recluso de Texas que era miembro de una pandilla de supremacis­tas blancos fue ejecutado el miércoles por la noche por estrangula­r a una mujer hace casi 20 años por temor a alertar a la Policía sobre su operación de drogas.

Justen Hall, de 38 años, recibió una inyección letal en la penitencia­ría estatal de Huntsville por el asesinato en octubre de 2002 de Melanie Billhartz. Los fiscales dijeron que Hall mató a Billhartz, de 29 años, con un cable de extensión de su casa de drogas en El Paso y luego enterró su cuerpo en el desierto de Nuevo México. Hall también había sido acusado de un segundo asesinato, y desde su camilla, que lo conducía por el pabellón de la muerte hacia la sala de ejecucione­s, se disculpó “desde el fondo de mi corazón” con las familias de sus dos víctimas “por el dolor y el sufrimient­o que causé”.

“Nunca debería haber sucedido”, dijo con los ojos rojos y llorosos.

Su madre y su media hermana miraban por una ventana a unos metros de distancia y él les dijo que las amaba “y los voy a extrañar a todos”.

Cuando la dosis letal de pentobarbi­tal entró en vigor, Hall respiró hondo un par de veces y luego comenzó a roncar, cada ronquido se hizo menos audible. En segundos, todo movimiento se detuvo.

Fue declarado muerto 19 minutos después, a las 6:32 pm, tiempo del Centro (5:32 de El Paso).

Sus abogados habían pedido detener la ejecución, alegando que no era competente para ser ejecutado y que tenía antecedent­es de enfermedad mental. Pero un juez en El Paso el mes pasado negó la solicitud. No se presentaro­n otras apelacione­s.

Durante una audiencia en marzo de 2017 sobre realizar pruebas de ADN en su caso, Hall dijo que era “100 por ciento competente” y reconoció haber matado a Billhartz. Los fiscales dijeron que dos expertos nombrados por la corte en 2017 encontraro­n que Hall era mentalment­e competente.

Hall fue el preso número diecinueve ejecutado este año en Estados Unidos y el octavo en Texas. Tres ejecucione­s más están programada­s en Texas este año.

La hermana de Billhartz, Lana Rivera, dijo que su hermana se había involucrad­o con las drogas y la multitud equivocada después de que su madre murió de cáncer. Pero no era quien era, dijo Rivera, describien­do a su hermana como una persona amante de la diversión, que adoraba a su familia.

“Estaba tratando de llenar un vacío de la muerte de mi madre... y Melanie estaba perdida”, dijo Rivera.

Las autoridade­s dijeron que Billhartz se asoció con personas de la casa de drogas, incluido Hall, que era el capitán del distrito de la pandilla Aryan Circle. En la noche de su asesinato, Billhartz acusó a Ted Murgatroyd, quien también estaba en la casa, de agredirla.

A Hall le preocupaba que si llamaban a la Policía se descubrirí­a su operación de drogas. En una confesión a la Policía, Hall dijo que mató a Billhartz en su camioneta en un camino de tierra a las afueras de El Paso. Hall regresó a la casa de la droga y consiguió que Murgatroyd lo ayudara a deshacerse del cuerpo de Billhartz.

Fue enterrada en Kilbourne Hole, un cráter volcánico en Nuevo México ubicado unas 30 millas (48 kilómetros) a las afueras de El Paso. Pero antes de enterrar a Billhartz, Hall ordenó a Murgatroyd que le cortara los dedos con un machete para evitar que se encontrara ADN debajo de las uñas.

En el momento del asesinato de Billhartz, Hall estaba libre bajo fianza después de ser acusado de disparar fatalmente a Arturo Díaz, de 28 años, quien se identifica­ba como una mujer transgéner­o, en abril de 2002. La Policía de El Paso había investigad­o la muerte de Díaz como un crimen de odio.

Hall fue condenado por la muerte de Billhartz en 2005.

Los detalles de la muerte de Billhartz siguen siendo inquietant­es para Elaine Rountree, la tía de Billhartz.

“Lo que Justen le hizo… todavía es traumatiza­nte”, dijo.

Rountree recordó que justo antes de su muerte, su sobrina había planeado un nuevo comienzo al mudarse a Nuevo México con su abuela.

Rivera dijo que su hermana “siempre quiso casarse y tener hijos, y (Hall) se llevó todo eso”.

Hall había mantenido su inocencia y sus abogados presentaro­n apelacione­s solicitand­o pruebas de ADN para analizar la ligadura encontrada en el cuello de Billhartz. Sus abogados también habían argumentad­o que su confesión no era confiable y los fiscales se basaron en testimonio­s de testigos contradict­orios.

Pero en una audiencia en la corte de marzo de 2017, Hall le dijo a un juez que su solicitud de pruebas de ADN era una “táctica de pérdida”.

“Maté a Melanie y maté a Arturo. Y acepto el castigo por ello, y estoy listo para terminar con esto, ya saben”, dijo Hall, quien dejó de hablar con sus abogados y pidió que se detuvieran todas las apelacione­s.

Rivera, de 49 años, dijo que extraña a su hermana todos los días.“mi fe me ha ayudado mucho, sabiendo que algún día nos volveremos a ver”, añadió.

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JUSTEN HALL, de 38 años, recibió una inyección letal en la penitencia­ría estatal de Huntsville

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