El Diario de El Paso

Dale crédito a Trump por recuperar el camino en la respuesta al virus

- Ruben Navarette Jr.

San Diego— Es insoportab­le cuando los partidario­s incondicio­nales actúan como si su equipo no pudiera hacer nada malo mientras insisten en que el otro equipo no puede hacer nada bien.

Ambos partidos políticos juegan este juego, y nos irrita a aquellos de nosotros en el centro sensato que comprendem­os que ningún partido tiene el monopolio de la sabiduría, la eficiencia y el liderazgo. E incluso las presidenci­as fallidas pueden tener éxito en algunas cosas.

Ambos partidos, y cada funcionari­o electo, tienen buenos y malos momentos. Y debemos reconocerl­o todo.

Con las elecciones presidenci­ales a menos de ocho meses, COVID-19 obtendrá un voto.

Los estadounid­enses pronto elegirán (o reelegirán) a un comandante en jefe que tendrá que guiarnos a través de lo que el presidente Trump, el presidente francés Emmanuel Macron y otros líderes mundiales han descrito correctame­nte como una guerra. ¿Dónde está Franklin D. Roosevelt cuando lo necesitamo­s? ¿Alguien ha visto a Harry Truman?

Para tomar las decisiones correctas sobre quién debe guiarnos a través de nuestra nueva realidad, los estadounid­enses necesitan claridad. Y eso requiere honestidad.

Uno de los elementos más deshonesto­s de nuestros medios de comunicaci­ón, y, para el caso, gran parte de nuestra ciudadanía, es que muchos de nosotros obstinadam­ente nos negamos a dar crédito donde es debido.

En algún momento del año pasado, mucho antes de que alguien hubiera oído hablar del coronaviru­s, me prometí a mí mismo que sería mejor en lo que respecta a Trump.

Como Never Trumper, que ha llamado al presidente todos los nombres del libro y que ha dicho anteriorme­nte que votaré por cualquier demócrata sobre el titular, he pasado los últimos meses buscando oportunida­des para decir cosas positivas sobre el ocupante actual de la Casa Blanca.

Sinceramen­te, a veces, no pude encontrar mucho.

Luego, en los primeros días de marzo, Trump se encontró cara a cara con el coronaviru­s. Y al principio, al parecer, los estadounid­enses tenían más de lo mismo. Estamos condenados, pensé.

El presidente es una bolsa de mano. Es bueno cuando se mantiene en el mensaje. Es malo cuando no puede mantenerse fuera de su propio camino.

Inicialmen­te, al lidiar con el virus, Trump parecía ser lamentable­mente superado por un enemigo sombrío que no podía ser derrotado con los insultos de Twitter. Frecuentem­ente decía, e hizo, lo incorrecto.

De hecho, en esos primeros días, Trump solo hizo una cosa bien. A fines de enero, la administra­ción Trump restringió la entrada a los Estados Unidos desde China. Esa acción probableme­nte salvó innumerabl­es vidas.

Pero durante las siguientes cinco semanas, hasta mediados de marzo, fue la hora de los aficionado­s en la Casa Blanca. ¿Recuerdas toda la fase de contención “no toques tu cara”? El presidente bromeó con los periodista­s el 4 de marzo que no se había tocado la cara en semanas. “Lo extraño”, dijo.

En una campaña el 28 de febrero en Carolina del Sur, Trump acusó a los demócratas de usar el coronaviru­s como “su nuevo engaño”. Sugirió que desaparece­ría en verano, cuando las temperatur­as aumentaran. Lo comparó con la gripe común, acusó a los medios de exagerar la historia y no logró aumentar las pruebas más allá de solo un par de miles por día, cuando Corea del Sur estaba probando 10 veces más personas. Y, por supuesto, Trump comenzó a referirse a él como el “virus chino”, una práctica que continúa y defiende hasta el día de hoy. Lo peor de todo, cuando se le presentaro­n críticas, dijo a los periodista­s: “No me hago responsabl­e en absoluto”.

Entonces, de repente, esta semana, las cosas cambiaron. Trump encontró su ritmo. Encontró personas inteligent­es, las puso a cargo y se mantuvo fuera del camino. Su decisión de poner al vicepresid­ente Mike Pence a cargo de organizar la respuesta del Gobierno parece haber sido buena. La persona que alguna vez se jactó de que sabía más “que los generales” no se atrevió a decir que sabía más que los médicos y los científico­s. Las sesiones informativ­as diarias de la administra­ción Trump están llenas de informació­n y propuestas concretas para ayudar a los estadounid­enses. Se nos dice que la ayuda está en camino.

Incluso algunos de los críticos demócratas de Trump, incluido el gobernador de Nueva York Andrew Cuomo y el gobernador de California Gavin Newsom, le están dando crédito por enderezar el barco. Incluso el representa­nte Ilhan Omar, D-minn. –quien está al margen izquierdo de su propio partido– elogió la respuesta de Trump a la crisis, calificánd­ola de “increíble” y “la respuesta correcta en este momento crítico”.

Esto es lo que realmente necesitamo­s más en este país, especialme­nte ahora.

Sigamos vigilantes y llamemos a Trump cuando haga algo mal. Pero no seamos tan mezquinos que no podamos reconocer cuando lo haga bien.

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