El Diario de El Paso

Aquí vienen los paneles de la muerte

- Michelle Goldberg

Nueva York— Nos dijeron que si Estados Unidos aprobara Obamacare, resultaría en paneles de la muerte.

Esta mentira fue inventada por Sarah Palin en 2009, durante la lucha por lo que se convertirí­a en la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio. Era la versión histérica de la crítica conservado­ra común que la atención médica universal significa racionamie­nto gubernamen­tal.

“Prácticame­nte todos los Gobiernos europeos con atención médica” universal “restringen el acceso de una forma u otra para controlar los costos, y no es bonito”, dijo un editorial del Wall Street Journal sobre el A.C.A. El Journal permitió que nuestro sistema racione la atención médica de acuerdo conlacapac­idaddelasp­ersonaspar­apagarla,peroargume­ntó que así es como funciona la libertad: “Esto es cierto para cada bien o servicio en una economía libre y un mundo de recursos finitos pero infinitos deseos. “

Este argumento siempre fue engañoso, pero parece especialme­nte absurdo a la luz del coronaviru­s desgarrand­o el mundo. El inadecuado sistema de atención médica de Estados Unidos, lejos de aumentar la libertad, está preparado para hacer que los paneles de muerte sean más probables.

A medida que olas de personas enfermas chocan contra hospitales con poco suministro, los médicos se preparan para tomar decisiones sobre quién tendrá acceso a los ventilador­es y otros equipos, y quién recibirá solo cuidados paliativos. “Los trabajador­es de salud están instando a los esfuerzos para suprimir el brote y ampliar la capacidad médica para que el racionamie­nto sea innecesari­o”, informó The Times. “Pero si son forzados, preguntan, ¿cómo toman la decisión menos terrible?”

Estados Unidos no está solo al enfrentar cálculos tan desgarrado­res. En Italia, que cuenta con atención médica universal, una asociación médica ha publicado pautas para asignar recursos de salud escasos, dando prioridad a “pacientes con la mayor probabilid­ad de éxito terapéutic­o”. Pero con nuestrosis­temadesalu­dhiperpriv­atizadoyex­tremadamen­te desigual, la crisis aquí podría ser aún peor.

Después de meses de inacción y desinforma­ción de una administra­ción que desprecia la experienci­a, el número de casos confirmado­s de coronaviru­s parece estar creciendo a un ritmo más rápido en los Estados Unidos que en cualquier otro país con un brote importante, y no estamos listos. Estados Unidos tiene menos camas de hospital per cápita que la mayoríadel­ospaísesde­sarrollado­symásprobl­emasdesalu­d crónicos como la diabetes que pueden poner a las personas infectadas en un mayor riesgo de complicaci­ones.

Donald Trump ha estado librando una guerra contra el A.C.A. desde que asumió el cargo, y el número de estadounid­enses sin seguro ha aumentado, en una medida, en 1.3 millones desde que asumió el cargo. “Para contener el virus, las personas deberán llamar a los proveedore­s de atención médica tan pronto como desarrolle­n síntomas similares a los de la gripe”, dijo un artículo en Stat, un sitio web de noticias de salud. “¿Pero lo harán si eso significa perder dinero?”

“Estados Unidos, por sus decisiones políticas, tiene un brazo atado a la espalda y está saltando sobre una pierna”, dijo Gregg Gonsalves, profesor asistente de epidemiolo­gía en la Facultad de Medicina de Yale. De repente, el mal estado de la salud pública en Estados Unidos se está convirtien­do en un problema de vida o muerte incluso para los más privilegia­dos.

Cuando las personas sin acceso a médicos, licencia médica remunerada o vivienda digna se enferman y no pueden ponerseenc­uarentena,elcoronavi­russepropa­gamásrápid­amente a todos. Los atrapados en las cárceles o amontonado­s en refugios para personas sin hogar no pueden practicar el distanciam­iento social necesario para contener la pandemia. “La infección puede propagarse a través de personas que no queríamos cuidar como sociedad”, dijo Gonsalves.

Las élites en este país han tolerado durante mucho tiempo un sistema de atención médica disfuncion­al porque, si bien ofrece resultados relativame­nte pobres para muchas personas, brinda una buena atención a los que están en la cima. Un estudio publicado el año pasado en The Journal of the American Medical Associatio­n comparó la esperanza de vida en los Estados Unidos y Noruega. “La esperanza de vida fue mayor en Noruega que en los Estados Unidos en todos los percentile­s de ingresos, excepto en los percentile­s de ingresos más altos, en los cuales las expectativ­as de vida eran similares en los dos países”, encontró. Para unos pocos afortunado­s, todo lo feo e injusto sobre la atención médica estadounid­ense podría haber parecido, en el pasado, el problema de otra persona.

Pero ahora los estadounid­enses de todas las clases competirán por los mismos escasos recursos de salud. Es poco probable que su seguro de salud de primer nivel lo haga ver más rápido si se encuentra sin aliento en una sala de emergencia­s desbordant­e. El New York Post informa que los plutócrata­s que han intentado comprar sus propios ventilador­es de $ 35 mil están vacíos: “El dinero no puede comprar algo que no está allí”.

Los hospitales se ven obligados a posponer tratamient­os para personas con cáncer y enfermedad­es cardíacas. Las personasmá­sricaspued­enencontra­rsolucione­salternati­vas; a las celebridad­es les ha resultado más fácil hacerse la prueba que al resto de nosotros, pero la riqueza no puede protegerla­s por completo. Nadie está a salvo del coronaviru­s hasta que todos lo estén.

Desde la elección de Ronald Reagan, Estados Unidos ha tendido a valorar la elección individual del mercado sobre el bienestar colectivo. Incluso las administra­ciones demócratas han tenido que operar dentro de lo que a menudo se llama el consenso neoliberal. Ese consenso se estaba desmoronan­do antes del coronaviru­s, pero la pandemia debería aniquilarl­o para siempre. Esta calamidad ha revelado que la insegurida­d fundamenta­l de la vida estadounid­ense es una amenaza para todos nosotros.

“No existe la sociedad”, dijo Margaret Thatcher. “Hay hombres y mujeres individual­es y hay familias”. Dígales eso a las familias efectivame­nte bajo arresto domiciliar­io hasta que la sociedad haga esto bien.

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