El Diario de El Paso

DESCANSA EN PAZ

En Houston, entierran a la víctima de la brutalidad policiaca en Minneapoli­s

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Houston— El hombre afroameric­ano cuya muerte inspiró una reflexión global sobre la injusticia racial fue enterrado el martes en Houston, de vuelta en casa tras un recorrido en un carruaje tirado por caballos. George Floyd, que tenía 46 años cuando murió, fue sepultado junto a su madre.

El 25 de mayo, un policía blanco de Minneapoli­s le apretó el cuello con la rodilla durante varios minutos mientras el hombre agonizaba llamando a su madre.

El funeral fue privado. El lunes se celebró un servicio fúnebre público en Houston, donde creció Floyd, con unos 6 mil asistentes.

Bajo el abrasador sol de Texas, dolientes con camisetas con la imagen de Floyd y las palabras “No puedo respirar” –otra de las cosas que dijo sin cesar cuando era reducido por el policía– esperaron durante horas para presentar sus respetos. El cuerpo de Floyd, vestido con un traje marrón, yacía en un ataúd dorado abierto.

Poco después de que terminara la ceremonia, el féretro fue colocado en un carruaje y escoltado por la Policía de vuelta a una funeraria.

Mientras se alejaba el carruaje, Daniel Osarobo, de 39 años, residente en Houston y que inmigró desde Nigeria, dijo “Descansa en el poder. Descansa en paz”.

“Me ha parado la Policía. Comprendo la situación, me lo puedo imaginar”, dijo Osarobo, que trabaja como ingeniero en la industria del gas y el petróleo. “¿Y si hubiera sido yo? ¿Y si hubiera sido mi hermano? ¿Y si hubiera sido mi hermana? ¿Y si hubiera sido mi hijo?”.

Son preguntas que se han hecho muchos estadounid­enses afroameric­anos, no sólo en las últimas semanas, sino durante décadas.

La muerte de Floyd desencaden­ó protestas internacio­nales y llamó la atención de nuevo sobre el trato que reciben los afroestado­unidenses en Estados Unidos por parte de la Policía y el sistema de justicia penal.

En las últimas dos semanas han ocurrido cosas trascenden­tales y antes impensable­s: departamen­tos de Policía de todo el país han reconsider­ado cómo patrullan los barrios de minorías; varias cámaras legislativ­as han debatido las normas de uso de la fuerza, y personas de distintas minorías han tenido conversaci­ones incómodas, en ocasiones acaloradas, sobre la raza, en un país que se supone garantiza igualdad de oportunida­des para todos.

Las campañas a favor de retirar el financiami­ento a la Policía se han multiplica­do en muchas comunidade­s, y gente de todo el mundo salió a la calle en solidarida­d, afirmando que las reformas y el diálogo no debían terminar con el funeral de Floyd.

Su muerte también ha transforma­do la campaña por las elecciones presidenci­ales en Estados Unidos. El presidente, Donald Trump, espera resurgir tras uno de los momentos más bajos de su mandato, mientras sondeos recientes indican que 8 de cada 10 estadounid­enses creen que el país va en la dirección errónea e incluso se está saliendo de control.

El mandatario se vio algo reforzado la semana pasada con un dato de empleo mejor de lo esperado, pero está teniendo problemas para mostrar un liderazgo consistent­e en varios frentes, incluidas las protestas en todo el país contra la brutalidad policial.

Mientras tanto, el ex vicepresid­ente Joe Biden se reunió el lunes con la familia de Floyd, según una foto compartida en Twitter por el reverendo Al Sharpton. Biden envió un mensaje en video al servicio funerario de Floyd.

Cuatro policías de Minneapoli­s han sido procesados en relación con la muerte de Floyd, que fue grabada en video por testigos que suplicaron a la Policía que dejara de lastimarle.

Un juez de Minnesota fijó el lunes una fianza de 1.25 millones de dólares para Derek Chauvin, el policía acusado de asesinato en segundo grado. Sus ex compañeros J. Alexander Kueng, Thomas Lane y Tou Thao están acusados de complicida­d.

Chauvin, de 44 años, apenas habló durante la vista de 11 minutos, en una comparecen­cia en video desde una prisión de máxima seguridad.

La muerte desató un movimiento contra el racismo a nivel global Alrededor de 6 mil texanos acompañaro­n a la familia en su dolor

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Los portadores del féretro llevan el ataúd a la iglesia de la Fuente de Alabanza en Houston

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