El Diario de El Paso

Trabajador­es se adaptan en medio de competenci­a

A través de aplicacion­es o por su cuenta, toman empleos que con frecuencia pagan menos, mientras se suman una ola de nuevos desemplead­os

- C. Bussewitz / A. Olson / Associated Press

Nueva York— Había dos horas de espera sin paga afuera de los supermerca­dos cuando primero inició la cuarentena en San Francisco, además de las pesadas bolsas que había que cargar por las escaleras varios pisos.

Pero incluso después de registrars­e en varias aplicacion­es, Saori Okawa, de 39 años, no ganaba la misma cantidad de dinero entregando comidas y víveres como lo hacía cuando conducía un Uber antes de que golpeara la pandemia.

“Empecé a hacer malabares con tres aplicacion­es para sobrevivir”, dijo Okawa, quien recienteme­nte redujo sus horas de trabajo después de recibir el subsidio por desempleo que otorga el gobierno estadounid­ense. “Era muy difícil, porque entonces no podía darme el lujo de quedarme en casa porque tenía que una renta que pagar”.

Okawa es una de aproximada­mente 1.5 millones de empleados de la llamada economía colaborati­va que se ganan la vida llevando a personas al aeropuerto, escogiendo verduras en supermerca­dos o cuidando a hijos de padres trabajador­es.

La suya ya era una situación precaria, en gran parte sin garantías como salario mínimo, seguro de desempleo, compensaci­ón laboral, y protección de salud y seguridad.

Pero al desplomars­e la economía global debido a la pandemia y la tasa de desempleo en Estados Unidos llegando a niveles no vistos desde la Gran Depresión de los años de 1930, estos trabajador­es toman empleos que con frecuencia pagan menos, mientras se enfrentan a una dura competenci­a de una serie de nuevos desemplead­os que también intentan obtener un sustento, todo sin contraer el coronaviru­s.

La tasa de desempleo en Estados Unidos cayó a un histórico de 11.1% en junio, y aunque fue más baja el mes anterior, podría empeorar después de que un aumento de casos de coronaviru­s provocó que estados cerraran restaurant­es y bares.

Es difícil evaluar el panorama general de la economía colaborati­va durante la pandemia ya que algunos sectores se expanden mientras otros se contraen.

Instacart, por ejemplo, ha contratado a 300 mil compradore­s desde marzo, prácticame­nte duplicando su fuerza laboral a 500 mil. Mientras tanto, el negocio de Uber cayó 80% en abril comparado con el año pasado, y Lyft se cayó 75% en ese mismo periodo.

Alexandra Lopez-djurovic, de 26 años, era una niñera a tiempo completo en un suburbio de la ciudad de Nueva York cuando uno de los padres para los que trabaja perdió su trabajo mientras que el otro vio que le cortaban las horas.

“De repente, por mucho que quieran que me quede, no pueden pagarme”, dijo. Sus propias horas se redujeron a aproximada­mente ocho por semana.

Para recuperar los salarios perdidos, Lopez-djurovic colocó un anuncio que ofrecía la entrega de comestible­s en un grupo local de Facebook. Durante la noche, ella obtuvo 50 respuestas.

Lopez-djurovic cobra $ 30 por hora y coordina las listas de compras por correo electrónic­o, ofreciendo beneficios que las compañías de aplicacion­es no pueden, como verificar la fecha de vencimient­o de la leche antes de elegir qué tamaño comprar. Aún así, no reemplaza el salario que perdió.

“Una semana podría tener siete, ocho, diez familias que estaba comprando”, dijo López-djurovic. “Hubo una semana cuando no tuve dinero. Eso definitiva­mente es un desafío”.

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alexandra lopez-djurovic revisa su lista de compras mientras compra para un cliente en un supermerca­do, el 1 de julio en Bronxville, Nueva York

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