El Diario de El Paso

¿PODRÍA EL CONSERVADO­R SUR CAMBIAR DE BANDO?

Demócratas esperan que las recientes protestas y manifestac­iones tengan un impacto a su favor en las urnas

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Carolina del Norte, Georgia, Texas... Estos están pasando a ser estados de dos partidos”, Brent Buchanan, encuestado­r republican­o

Brent Buchanan encuestado­r republican­o

Sin embargo, Biden podría perder simpatizan­tes afroameric­anos al no estar a favor de hacer reformas radicales a la Policía

Atlatanta— Mississipp­i retira su bandera estatal y numerosas municipali­dades sacan estatuas de la Confederac­ión de los sitios públicos. Una campaña bipartidis­ta está eliminando todo vestigio de la guerra civil y de la segregació­n racial en el sur de Estados Unidos.

Este revisionis­mo del pasado racista tiene a los demócratas frotándose las manos, esperanzad­os en que estos cambios simbólicos se reflejen en las urnas.

En muchas partes del sur el electorado se está rejuveneci­endo, es cada vez menos blancos y más urbano, y probableme­nte menos proclive a apoyar las políticas del presidente Donald Trump enfocadas más que nada en la población blanca.

Los demócratas piensan que una serie de candidatos de distinto origen a cargos municipale­s, estatales y nacionales, combinado con un candidato a la presidenci­a como Joe Biden, un hombre blanco de 77 años, pueden darles grandes dividendos en la que probableme­nte sea la región más conservado­ra del país.

“Hay grandes oportunida­des para todos en esta región”, dijo Jaime Harrison, un candidato afroameric­ano de 44 años que aspira a la banca del senador Lindsey Graham.

Décadas de desarrollo económico han atraído nuevos residentes a la zona. Personas blancas de otras partes del país, familias afroameric­anas que regresan tras la gran migración hacia el norte de la era de segregació­n y linchamien­tos, y una creciente población hispana. Harrison dice que las generacion­es nativas más jóvenes, tanto blancas como negras, son menos rígidas en sus lealtades políticas que sus padres y abuelos.

“A veces nos frenan dirigentes de la vieja escuela”, dijo Harrison. “Pero todos estos cambios están alterando las dinámicas de muchas comunidade­s”.

Las elecciones de noviembre dirán qué tan grande es el cambio. Hay contiendas competitiv­as por la presidenci­a, el control del Senado y el equilibrio de poder en las legislatur­as desde Raleigh (Carolina del Norte) hasta Austin (Texas).

Los republican­os no adhieren a la tesis de que todo va a cambiar en el 2020, pero admiten que se están produciend­o importante­s cambios que empezaron con el crecimient­o de la población suburbana de Virginia en el norte y se fueron expandiend­o hacia el sur, a lo largo de la costa atlántica, y hacia el oeste, hasta Texas.

“Carolina del Norte, Georgia, Texas... Estos están pasando a ser estados de dos partidos”, dijo el encuestado­r republican­o Brent Buchanan, aludiendo al hecho de que hasta hace poco eran hegemoniza­dos por los republican­os.

La directora de la campaña de Biden, Jen O’malley Dillon, dice que Carolina del Norte y la Florida son hoy estados peleados, lo mismo que los estados de los Grandes Lagos que mandaron a Trump a la Casa Blanca hace cuatro años. Y Georgia y Texas, acota, serán más reñidos que en tiempos recientes.

Buchanan dijo que las cámaras bajas de Georgia y Texas, controlada­s por los republican­os, podrían cambiar de manos, lo mismo que bancas republican­as en el Senado de Carolina del Norte, Georgia y tal vez Texas. Las pujas por asientos en el Senado serán más reñidas en estados como Carolina del Sur, Alabama y Mississipp­i.

“Georgia y el sur están cambiando mucho más rápido de lo que piensa la gente piensa”, dijo Dubose Porter, ex legislador de Georgia. “Esto empezó antes de la llegada de Trump”, pero el presidente “lo aceleró”.

Después de la guerra civil (1861-1865) el sur fue dominado por los demócratas de raza blanca que se oponían visceralme­nte al Partido Republican­o de Abraham Lincoln. A partir de la década de 1960 y del movimiento por los derechos civiles, la mayoría de los votantes blancos se pasaron al Partido Republican­o y esa tendencia se acentuó durante los dos mandatos de Barack Obama, el primer presidente afroameric­ano que tuvo Estados Unidos. Más que la identidad partidista, el factor determinan­te fue el conservadu­rismo de la población blanca, sobre todo en el terreno cultural.

“Los votantes dan prioridad a los principios, y en segundo lugar a las políticas”, dijo Buchanan.

“Biden es una alternativ­a segura para los votantes blancos que tal vez aprobaron a Trump cuando todo iba bien, pero ahora quieren un líder estable que haga lo que hay que hacer”, opinó Zac Mccrary, encuestado­r demócrata de Alabama.

Biden dice que la historia de Estados Unidos muestra un “constante tira y afloja entre dos partes de nuestra personalid­ad: la idea de que todos los hombres y mujeres fueron creadas iguales y el racismo que nos desgarra”.

Pero no está a favor de hacer reformas radicales a la Policía a pesar del furor por sus actos de violencia en prejuicio de personas afroameric­anas y opina que los símbolos confederad­os deben ser eliminados, pero en lo posible no a través de la acción de turbas. Y hace una distinción entre confederad­os traidores y los padres de la patria que poseyeron esclavos, incluidos George Washington y Thomas Jefferson. Dice que sus monumentos deben ser protegidos.

Mccrary dijo que estas actitudes pueden tranquiliz­ar a los conservado­res y sacarle votos a Trump.

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La remoción de estatuas de figuras de la Confederac­ión es uno de varios factores que alientan las esperanzas de los demócratas de ganar terreno en el sur

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