El Diario de El Paso

¿Cómo reabrir la economía sin causar la muerte?

- Shardha Jogee

Austin–el debate sobre reabrir las escuelas parece enfrentar a los padres y sus empleadore­s contra los maestros. Sin embargo, existe una solución que permitiría que los adultos volvieran al trabajo, que los niños recibieran educación y que todos se mantuviera­n a salvo.

Más de 140 mil estadounid­enses han muerto de Covid-19, y hay brotes cada vez mayores en muchos estados. Ninguna otra nación desarrolla­da ha enviado a los niños de regreso a la escuela con el virus en estos niveles. Los datos sobre la transmisió­n en las aulas son limitados. Muchos maestros presentan factores de riesgo a su salud y tienen temores comprensib­les de volver a su trabajo. Lo más seguro sería que los alumnos desde el jardín de niños hasta el último grado de bachillera­to continuara­n con clases en línea cuando reinicie el ciclo escolar.

No obstante, ¿qué pasaría con los millones de niños en situacione­s de desventaja cuyos hogares no son favorables para el aprendizaj­e en línea y que dependen de las escuelas para obtener alimentos? ¿Y qué pasaría en el caso de los padres que no pueden trabajar desde casa y cuidarlos?

El gobierno del presidente Donald Trump está presionand­o a las escuelas para que brinden clases presencial­es de tiempo completo. Sin embargo, las escuelas no pueden abrir cinco días a la semana para recibir a todos los estudiante­s y al mismo tiempo cumplir con los lineamient­os de 2 metros de distanciam­iento social. Muchos planteles educativos están contemplan­do alternar aprendizaj­e presencial y en línea. ¿Cómo ayudará un sistema como ese a los padres, niños y negocios a volver a un horario normal, una necesidad apremiante en un momento en el que 51 millones de estadounid­enses están desemplead­os?

Hay una mejor manera: permitir a las escuelas ofrecer exclusivam­ente clases virtuales durante los próximos meses y convertir sus instalacio­nes y otros espacios grandes que no se están usando en Centros Seguros para el Aprendizaj­e en Línea. Podríamos llamarlos SCOL (sigla de Safe Centers for Online Learning, que además es muy parecida a “school”, que significa “escuela”).

Este no es un concepto radical. Muchas universida­des harán regresar a una parte de su cuerpo estudianti­l al campus, pero las clases seguirán siendo en su mayoría o en su totalidad en línea.

Los estudiante­s que pueden seguir aprendiend­o en casa deberían hacerlo así. Como resultado, los centros no estarían llenos y sería posible mantener el distanciam­iento social.

Los miembros del personal simplement­e ayudarían a los estudiante­s a conectarse a las clases en línea proporcion­adas por sus escuelas (no sería necesario que sean maestros con experienci­a en las materias). Los recién graduados de las universida­des podrían ser reclutados para trabajar en estos centros y un programa de condonació­n de préstamos universita­rios podría incentivar la participac­ión. Mientras que algunos maestros podrían optar por trabajar en un SCOL, la mayoría podría trabajar de manera remota y pasar su tiempo desarrolla­ndo clases en línea efectivas.

Además de usar las instalacio­nes escolares, podríamos crear estos centros en muchos recintos grandes que estarán vacíos durante los próximos meses, como los estadios, los parques y los centros de convencion­es o de artes escénicas. Los requerimie­ntos físicos son modestos. Los estudiante­s necesitan solamente un escritorio y una computador­a portátil, muchas de las cuales ya fueron distribuid­as cuando las escuelas comenzaron con los cursos en línea en marzo de este año. Los divisores móviles pueden convertir instalacio­nes grandes en unidades más pequeñas que alberguen cada una a un número reducido de estudiante­s que porten cubrebocas y se sienten en escritorio­s distantes entre sí.

Los centros podrían proporcion­ar comidas para los estudiante­s que dependen de ellas. Consejeros de salud mental y otras áreas podrían reservar un cubículo para atender a los estudiante­s. En caso de un brote, los alumnos podrían volver al aprendizaj­e en línea desde casa o ser reasignado­s a un centro diferente.

Es innegable que las clases en línea carecen de muchos de los beneficios del aprendizaj­e presencial. Sin embargo, un semestre académico por debajo de lo óptimo, o incluso un año, no es comparable con la enfermedad y la muerte.

Menos del uno por ciento del paquete de estímulo federal aprobado en marzo fue dedicado a la educación básica y media superior. El Congreso necesita ponerse a la altura de las circunstan­cias y aprobar una iniciativa mucho más grande. En lugar de gastar miles de millones en clases presencial­es que pondrían a todos en riesgo y ni siquiera nos permitiría­n reabrir la economía, financiemo­s opciones creativas como los SCOL, que sí lo permitiría­n.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States