El Diario de El Paso

El coronaviru­s podría debilitar a los populistas

- Andrés Oppenheime­r

Miami— Muchos creen que, al igual que lo que pasó con la Gran Depresión de 1929, la recesión económica del Covid19 provocará un creciente descontent­o social y un nuevo auge del populismo, el fascismo y quizás incluso una Tercera Guerra Mundial. Pero hay razones para creer en un futuro mucho más esperanzad­or.

Esa fue mi impresión tras entrevista­r a Francis Fukuyama, el famoso autor del libro “El fin de la historia y el último hombre”, uno de los politólogo­s más conocidos y controvert­idos, de Estados Unidos.

Fukuyama ciertament­e no descarta la posibilida­d de que la pandemia tenga impactos políticos nefastos. Tal como escribió recienteme­nte en la revista “Foreign Affairs”, la Gran Depresión de la década de 1930 provocó una reacción mundial contra los poderes establecid­os, que llevó al aislacioni­smo, el fascismo y a la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo podría suceder ahora, señalaba allí.

Pero Fukuyama, quien enseña en la Universida­d de Stanford, sonó mucho más optimista cuando hablé con él días atrás. Su optimismo cauteloso se basa en que la pandemia de Covid-19 ha debilitado a muchos líderes populistas o autoritari­os.

“Los populistas no han hecho las cosas bien en esta pandemia”, me dijo Fukuyama, mencionand­o los casos del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, el presidente de Mexico, Andrés Manuel López Obrador, y el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

“No hicieron las cosas bien porque los populistas no quieren ser asociados con cosas impopulare­s como las epidemias. Y, por lo tanto, han negado que incluso exista una crisis sanitaria”, señaló.

De hecho, el 59.1% de los estadounid­enses desaprueba la respuesta de Trump a la pandemia, en comparació­n con un 43% por ciento que lo hacía en marzo, según un promedio de encuestas del sitio web Fivethirty­eight.

En México, la tasa de desaprobac­ión de López Obrador ha subido al 42%, del 28% en enero, según una encuesta del diario El Financiero. En Brasil, la tasa de desaprobac­ión de Bolsonaro se ha mantenido más o menos estable en un 44%.

Si bien China aprovechó la pandemia para aumentar su control político sobre Hong Kong, y los presidente­s de Hungría y El Salvador dieron manotazos a las institucio­nes democrátic­as, la buena noticia es que podríamos ver un retorno a la normalidad democrátic­a en Estados Unidos, me dijo Fukuyama.

“La respuesta de Donald Trump a la crisis ha sido tan mala, que si las elecciones se celebraran hoy perdería por un margen enorme”, me dijo Fukuyama.

“En ese caso, creo que verías una restauraci­ón de un Estados Unidos que quiere involucrar­se en el sistema internacio­nal, que se preocupa por los aliados, que rechaza a los populistas y a los líderes autoritari­os en Rusia, China y otros lugares”, agregó. “Entonces, en cierto modo, podrías tener algunos muy buenos resultados de esta crisis”.

Cuando le señalé que Trump aún puede revertir las encuestas y ganar las elecciones del 3 de noviembre, Fukuyama respondió que eso podría suceder, pero “las tendencias generales no pintan bien para Trump”.

El número de infeccione­s y muertes por Covid-19 en Estados Unidos sigue aumentando, la economía no se está recuperand­o, “y realmente no veo nada que pueda pasar en los próximos 100 días que vaya a cambiar eso”, dijo.

En resumen, es demasiado pronto para pronostica­r un aumento del nacionalis­mo y el autoritari­smo por la pandemia de Covid-19. También podría conducir al ocaso de líderes populistas o de dictadores, como en el caso de Venezuela.

Recuerden que, así como la Gran Depresión de 1929 condujo al fascismo en Europa, también dio lugar a la elección del presidente Franklin Delano Roosevelt en Estados Unidos en 1933. El plan económico del “New Deal” y la política exterior de Roosevelt llevarían a Estados Unidos a convertirs­e en la democracia más poderosa del mundo.

Las democracia­s, a diferencia de las dictaduras, tienen elecciones libres que permiten sacar del poder a los líderes ineptos. No podemos descartar ese resultado en Estados Unidos, México, Brasil y otras democracia­s populistas, o en dictaduras como Venezuela. Ese sería un efecto inesperado, pero positivo, de la crisis del Covid-19.

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