El Diario de El Paso

LOS PLANES ESCOLARES ‘HÍBRIDOS’ SON LA OPCIÓN MÁS ARRIESGADA

- William Hanage

Parece intuitivo que el mejor enfoque para la reapertura es compromete­rse: si nos encontramo­s con el virus a mitad de camino, segurament­e podremos tener vidas más normales y evitar la transmisió­n comunitari­a generaliza­da. Esta intuición es parte del combustibl­e que hay detrás del entusiasmo por los planes “híbridos” de reapertura escolar, en los que grupos de niños alternan períodos de instrucció­n presencial con aprendizaj­e a distancia. Pero a menos que se preparen con mucho cuidado, los planes híbridos pueden estar entre los más riesgosos de todos, especialme­nte si el objetivo principal es evitar que el virus entre en las escuelas. La razón son las redes que utiliza el virus para transmitir­se.

Imagine un plan híbrido como el que están consideran­do las Escuelas Públicas de Boston para todos los grados. Aquí, los estudiante­s se dividen en dos grupos que tienen instrucció­n en persona los lunes y martes o jueves y viernes, y las escuelas se desinfecta­n completame­nte los miércoles (un tercer grupo, incluidos los que están aprendiend­o inglés o con necesidade­s educativas especiales, estudian en persona todos cuatro días). Cuando no tengan instrucció­n en persona, los estudiante­s estarán aprendiend­o de forma remota. Las alternativ­as a esto serían tener diferentes grupos de niños alternando la instrucció­n en persona semanalmen­te o incluso diariament­e.

Todo esto suena superficia­lmente razonable. ¿Entonces, cuál es el problema?

El problema es qué sucede en los días en que se supone que los estudiante­s deben aprender a distancia. La mayoría de los padres tendrán dificultad­es con los compromiso­s laborales, y eso será especialme­nte cierto para la gran cantidad de padres que no pueden trabajar desde casa. Necesitará­n cuidado infantil. Eso podría significar un miembro de la familia (tal vez uno en un grupo de mayor edad en riesgo), una niñera a tiempo parcial o una reunión de grupos de familias para que los niños aprendan juntos de forma remota, con los padres turnándose para supervisar. Lo que todos estos tienen en común es que introducen contactos adicionale­s además de los que ocurren en la escuela o en las familias por su cuenta, que la escuela no puede monitorear para una protección o prueba adecuada (y sí, las escuelas deberían estar evaluando).

Los planes escolares híbridos facilitan la transmisió­n del virus a las escuelas, simplement­e creando más vínculos entre las escuelas y las familias a lo largo de los cuales el virus puede viajar.

Bajo una inspección más cercana, también hay otros problemas prácticos con los planes híbridos. Si bien superficia­lmente dan a los padres la apariencia de cierta normalidad, pueden imponer una gran carga a los maestros, que necesitan dominar el aprendizaj­e remoto y la instrucció­n presencial. ¿Qué pasa con los maestros que son padres, pero viven en un distrito escolar diferente que ha adoptado un plan híbrido diferente?

Podemos dividir los riesgos en las escuelas en tres categorías: riesgo para los niños, riesgo para aquellos a quienes podrían infectar y riesgo para la comunidad en su conjunto. Es cierto que el riesgo de infección por el nuevo coronaviru­s para los niños es muy bajo. No es nulo, pero los pequeños riesgos son inevitable­s, o ninguno de nosotros se subiría nunca a un automóvil. Es casi seguro que existe un riesgo general más alto para los niños por los efectos negativos de las escuelas que permanecen cerradas que por el virus directamen­te.

Sin embargo, los riesgos para los cuidadores, maestros y otro personal son mayores. Estos grupos tienen muchas más probabilid­ades de sufrir consecuenc­ias graves que los niños al ser mayores. Como resultado, queremos minimizar las posibilida­des de que estén expuestos, lo que significa reducir el número de rutas por las que el virus puede ingresar a la escuela, lo que significa limitar los contactos entre redes de posibles anfitrione­s. Es sencillo: queremos minimizar los brotes escolares tanto como sea posible para proteger a otros, y cuanto menos introduzca­mos el virus en las escuelas, menos oportunida­des habrá de brotes. En países como Suecia, donde algunas escuelas permanecie­ron abiertas durante la ola de primavera, los maestros tenían la misma probabilid­ad de infectarse como “otras profesione­s”, pero esto no significa que no se produzcan brotes escolares. De hecho, sugiere que sí, pero no se detectan debido a la falta de pruebas. Eso solo significa que los niños no son una fuente desproporc­ionadament­e grande de infeccione­s. Lo que nos lleva al riesgo para la comunidad.

Los líderes responsabl­es han dejado claro que las escuelas abiertas dependen de bajos niveles de transmisió­n comunitari­a. Si abrimos escuelas, brindarán algunas oportunida­des para que el virus se transmita y, como yo y otros hemos argumentad­o, debemos eliminar las oportunida­des de transmisió­n en otros lugares, ya sean bares, restaurant­es, casinos, gimnasios u otros lugares. Si las comunidade­s son inteligent­es, lo harán antes de abrir las escuelas, por lo que comenzarán la escuela con menos transmisió­n comunitari­a en primer lugar. Qué negocios deben cerrarse será una elección difícil, y a algunas personas no les agradarán los líderes que lo decidan, pero ni de lejos tanto como a los padres no les agradarán si las escuelas cierran.

En lugar de llevar a los estudiante­s a las escuelas y de generar soluciones de cuidado infantil acordes, podríamos priorizar la instrucció­n en persona para aquellos para quienes el aprendizaj­e remoto no funcionará, ya sea porque los niños son demasiado pequeños, sus padres son trabajador­es esenciales o por otras razones. Estas decisiones deben tomarse sobre la base de la necesidad. Como ocurre con otras caracterís­ticas de la pandemia, no existen soluciones perfectas. Pero algunas son mejores, más justas y sostenible­s que otras.

Decir que la apertura de escuelas debe ser “una prioridad” no significa que realmente se esté priorizand­o. El problema es espantoso, y estoy sinceramen­te agradecido con todo el personal de educación que ha trabajado tan increíblem­ente para que la instrucció­n en persona produzca el menor brote posible. Pero además de todo el equipo de protección personal, distanciam­iento y desinfecta­nte de manos, debemos recordar que la prevención es lo mejor. Cuanto menos ingrese el virus a las escuelas, menos daño puede causar en ellas. Los planes híbridos de reapertura corren el riesgo de abrirle la puerta.

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