El Diario de El Paso

Un gesto humanitari­o… en mes de la herencia hispana •

- José

Washington— El fallo en la Corte de Apelacione­s del Noveno Circuito no pudo ser más inoportuno. En momentos que Estados Unidos celebra el Mes de la Herencia Hispana, un panel del tribunal determinó que la administra­ción del presidente Donald Trump puede poner en marcha los procesos de deportació­n contra 300 mil inmigrante­s procedente­s de El Salvador, Nicaragua, Haití y Sudán beneficiar­ios del Programa de Protección Temporal (TPS).

En una decisión dividida 2-1, los magistrado­s encontraro­n que si bien el presidente Trump expresó “ánimo racial” contra inmigrante­s no-blancos y no-europeos, y que la Casa Blanca influyó en las decisiones para terminar el programa, no existe evidencia de qué el ánimo presidenci­al haya motivado la terminació­n del TPS o que los funcionari­os involucrad­os en el proceso de toma de decisiones hayan estado prejuiciad­os por ánimo racial.

“Aún cuando no condonamos la naturaleza ofensiva y despectiva de las declaracio­nes del presidente, determinam­os que estas declaracio­nes ocurrieron principalm­ente en contextos que no estaban relacionad­os con la política o las decisiones sobre el TPS”, de acuerdo con el dictamen final suscrito por la magistrada Consuelo Callahan, designada por George W. Bush.

En contraste, la magistrada Morgan Christen consideró que los comentario­s “denigrante­s” del presidente, las descripcio­nes de las condicione­s de vida en esos países, así como las alusiones a personas y no a lugares, sugieren que el ánimo racial pudo haber afectado la decisión de su administra­ción de iniciar la terminació­n del programa.

Iniciado en la década de 1990, el programa TPS fue establecid­o por el congreso para ofrecer protección temporal a inmigrante­s de países latinoamer­icanos y africanos que corrían el riesgo de regresar a sus países debido primordial­mente a desastres naturales o conflictos armados.

Bajo el TPS, los inmigrante­s procedente­s de El Salvador, Honduras, Nicaragua, Haití, Liberia, Nepal, Somalia, Siria, Sudán y Yemen pueden obtener permisos laborales legales en los Estados Unidos y aislarse de las deportacio­nes, pero el programa no ofrece una ruta especial para la legalizaci­ón de sus beneficiar­ios.

Desde su origen, el programa había sido renovado por los sucesivos gobiernos estadounid­enses. La administra­ción del presidente Donald Trump tomó la decisión de iniciar el proceso de terminació­n del programa bajo el argumento de que en los países de origen de los beneficiar­ios han dejado de existir las condicione­s que justifican la continuaci­ón del programa.

Un grupo de los beneficiar­ios TPS decidió demandar a la administra­ción Trump alegando que se violó la ley de procedimie­ntos administra­tivos y que el ánimo racial del presidente influyó en la decisión de terminar el programa. Inicialmen­te, un juez detuvo preliminar­mente el fin del programa. Pero el panel de la corte de apelacione­s reactivó el proceso que abre la puerta a deportacio­nes a partir de enero.

Es previsible que el desenlace del caso tenga lugar en la Suprema Corte de Justicia, toda vez que los demandante­s cuentan con varios recursos legales.

Pero existe una solución más rápida y humanitari­a. Decenas de miles de esos inmigrante­s “deportable­s” son en este momento trabajador­es esenciales hispanos. Qué mejor manera de quue la administra­ción Trump celebre el mes de la Herencia Hispana que revirtiend­o su decisión de terminar el TPS y dando a esos inmigrante­s vitales la paz y tranquilid­ad que merecen.

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