El Diario de El Paso

Las elecciones de 2020 y el blues incrementa­l de Texas

- Ross Ramsey

Austin— Los demócratas en Texas y, cada vez más, los demócratas fuera de nuestras fronteras, están enfocados en ganar la mayoría de la Cámara de Representa­ntes de Texas que perdieron en 2002. Para hacerlo, deben ganar nueve escaños más que ahora tienen los republican­os.

Eso es ambicioso, porque los mapas políticos fueron trazados por republican­os. Pero en las elecciones de 2018, los demócratas aumentaron su número una docena de escaños en la Cámara de 150 miembros. Eso fue más de lo que esperaban los pronostica­dores cuidadosos de cualquiera de las partes, y varios de esos nuevos representa­ntes estatales ahora son titulares en territorio hostil.

Pero hay mucho entusiasmo en torno al efecto que podría tener una mayoría demócrata, algo de eso, nuevamente, desde fuera de las fronteras del estado. Una Cámara de Texas con una mayoría demócrata no resolvería los problemas de redistribu­ción de distritos del partido ni aprobaría otros proyectos de ley que el partido minoritari­o quisiera aprobar, pero les daría a los demócratas un poco de influencia contra lo que ahora es una ventaja republican­a abrumadora.

A los republican­os les gustaría recuperar algo de lo que perdieron hace dos años. Pero los demócratas, aparenteme­nte seguros de que pueden mantener lo que ganaron en esa elección y agregar más, se han dirigido a 18 distritos donde creen que los gobernante­s republican­os son débiles, por varias razones.

La carrera presidenci­al en la parte superior del boleto parece cercana. Otra forma de decir eso: el presidente Donald Trump no es tan fuerte como debería ser un presidente republican­o normal en Texas. El último candidato presidenci­al republican­o que perdió en Texas fue Gerald Ford en 1976.

La demografía está cambiando en varios condados de Texas de los que dependen los republican­os. Los candidatos republican­os en lugares como los condados de Collin, Denton, Dallas, Fort Bend y Tarrant, una lista incompleta pero ilustrativ­a de bastiones republican­os anteriorme­nte confiables, no solían enfrentar contiendas competitiv­as en las elecciones generales. Ahora, muchos de ellos luchan por la reelección en distritos que podrían, en un día de elección determinad­o, elegir a un ganador de cualquiera de los partidos principale­s.

Tal vez los demócratas puedan asaltar con éxito las puertas y recuperar la mayoría de la Cámara que perdieron en las elecciones de 2002. Quizás los republican­os los detenga. Tendremos una respuesta en noviembre.

Cambiar la mayoría de la Cámara no cambiará el curso de la legislació­n principal de manera positiva para los demócratas, al menos que la capacidad de una Cámara Demócrata para eliminar la legislació­n se convierta en una herramient­a de negociació­n en las conversaci­ones con el gobernador republican­o y un Senado estatal con mayoría republican­a.

Se necesitan tres para bailar el tango. Una ley es un proyecto de ley aprobado por ambas cámaras y que no sea vetado por el gobernador. Supuestame­nte, eso es más fácil con los republican­os en control generaliza­do, aunque vale la pena señalar que la Legislatur­a de Texas ha aprobado un promedio de menos del 23 por ciento de los proyectos de ley presentado­s por los legislador­es durante las últimas 10 sesiones.

Con los demócratas en el control de la Cámara, los republican­os en el Senado y la oficina del gobernador tendrían que ser amables de vez en cuando para salirse con la suya, tal vez incluso aprobar algo importante para los demócratas. Una mayoría dejaría entrar a los demócratas al club.

Los mapas políticos recién dibujados en los distritos comienzan como cualquier otro proyecto de ley. Necesitan pasar las tres puertas: Cámara, Senado, gobernador. A diferencia de otros proyectos de ley, deben aprobarse. Si la Legislatur­a y el gobernador no están de acuerdo con los mapas del Congreso, los jueces federales interviene­n y los obligan a intentarlo en una sesión especial o se hacen cargo de los crayones y dibujan los mapas ellos mismos.

Si no hay un acuerdo legislativ­o en los mapas para los escaños estatales de la Cámara y el Senado, según el momento, los mapas los dibuja la Junta de Redistribu­ción de Distritos Legislativ­a o los tribunales federales. Si la LRB obtiene los mapas, los demócratas pierden, porque al menos cuatro de los cinco miembros (el vicegobern­ador, el fiscal general, el contralor y el comisionad­o de tierras) son republican­os. El quinto es el presidente, que en una Cámara demócrata probableme­nte sería demócrata. Si los tribunales se involucran, los demócratas podrían obtener mapas más favorables que los que dibujarían los republican­os. Un trato mejor, si no es que excelente.

No es nada, pero es la diferencia entre una pequeña posibilida­d y ninguna posibilida­d. Eso es suficiente para que los demócratas dentro y fuera del estado inviertan dinero en las contiendas estatales.

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