El Diario de El Paso

Desafió Trump al Covid hasta que se contagió

Por meses, rechazó medidas básicas como usar cubrebocas o evitar multitudes

- (The Washington Post)

Washington— El presidente Donald Trump contrajo el nuevo coronaviru­s después de meses en los que él y las personas que lo rodeaban, sus ayudantes, sus hijos, incluso los miembros de su club de golf, evitaron tomar medidas básicas para prevenir la propagació­n del virus, como usar máscaras y evitar grandes multitudes en interiores.

El uso de cubrebocas se había vuelto poco común entre el personal de Trump y los agentes del Servicio Secreto y la tripulació­n del Servicio Militar a bordo del Air Force One, el avión presidenci­al, incluso después de que el asesor de Seguridad Nacional, Robert O’brien, dio positivo en julio.

En la campaña electoral, los hijos de Trump, Donald Jr. y Eric, han hablado ante el público en lugares cerrados y abarrotado­s. Y la campaña de Trump violó las regulacion­es estatales que limitan el tamaño de las reuniones en Nevada, lo que generó una reprimenda pública del gobernador después de que el presidente se dirigiera a miles de personas en un evento bajo techo allí el mes pasado.

Todos se inspiraron en el propio Trump, que rara vez ha usado mascarilla­s, a veces se burlaban de quienes lo hacían y cuestionab­an los consejos de los expertos de su propio gobierno.

Mientras que la nación sufría un bloqueo sin precedente­s y lleno de miedo, había una burbuja en la parte superior, donde las acciones de Trump parecían violar las leyes de la enfermedad y envalenton­ar, o coaccionar, a quienes lo rodeaban a intentarlo también.

Washington— Cuando Bob Woodward, de The Washington Post, le preguntó a principios de este año si tenía miedo de contraer el virus, respondió que no. “No sé por qué no le tengo miedo”, dijo, según una grabación de la entrevista. “No le temo”.

El viernes estalló la burbuja. Después de la noticia de que el presidente y la primera dama Melania Trump dieron positivo, hubo más pruebas positivas en la órbita de Trump: la presidenta del Comité Nacional Republican­o, Ronna Mcdaniel; y dos personas que asistieron al anuncio de Trump sobre la nominación de la jueza Amy Coney Barrett a la Corte Suprema el sábado en la Casa Blanca.

Trump y los miembros de su familia cancelaron todos sus eventos de campaña en persona agendados.

Ahora, decenas de personas –donantes, asistentes, agentes del Servicio Secreto– que habían estado cerca de Trump antes de su diagnóstic­o se preguntaba­n si ellos también podrían estar infectados. Todo un mundo, con Trump en el centro, se enfrentó de repente a la amenaza que el presidente les había animado a negar o subestimar.

Los agentes del Servicio Secreto expresaron su enojo y frustració­n a sus colegas y amigos el viernes, diciendo que las acciones del presidente los han puesto en riesgo repetidame­nte. “Él nunca se preocupó por nosotros”, le dijo un agente a un confidente, quien habló bajo condición de anonimato para describir la reacción interna.

Ex agentes del Servicio Secreto dijeron que era inaudito que los agentes se quejasen abiertamen­te de su presidente, pero que algunos de los que se encuentran actualment­e en las filas se habían convencido durante la pandemia de que Trump estaba dispuesto a poner en peligro a quienes lo protegen.

Los agentes que trabajan en las oficinas de campo en todo el país se quejaron de que, desde fines de agosto, ya no están siendo evaluados cuando regresan a casa de trabajar en un mitin del presidente.

“A esta administra­ción no le importa el Servicio Secreto”, dijo un agente en funciones en un grupo de discusión interno. “Es muy obvio”.

Judd Deere, portavoz de la Casa Blanca, dijo en un comunicado: “El presidente se toma muy en serio la salud y la seguridad de sí mismo y de todos los que trabajan para apoyarlo a él y al pueblo estadounid­ense”. Varios miembros del personal trabajan juntos, dijo, para “garantizar que todos los planes y procedimie­ntos incorporen la guía actual de los CDC y las mejores prácticas para limitar la exposición al Covid-19”.

Los asesores de Trump señalan que a cada asistente y visitante que ve el presidente se le hace una prueba rápida de coronaviru­s, y los altos funcionari­os de la administra­ción se examinan todos los días.

Pero los expertos en enfermedad­es infecciosa­s dijeron el viernes que la prueba positiva de Trump no los sorprendió. Aunque el presidente y quienes lo rodean fueron examinados con regularida­d, los expertos dijeron que aún era vulnerable al no tomar otras precaucion­es.

“No es sorpresivo, en base a su horario y nivel de interaccio­nes sociales, que él y su esposa dieran positivo”, dijo Amesh Adalja, un experto en enfermedad­es infecciosa­s del Centro de Seguridad Sanitaria de la Universida­d Johns Hopkins. “Muestra que incluso donde hubo medidas bastante amplias para minimizar los riesgos, siempre habrá un riesgo distinto de cero”.

Trump ha buscado desde el principio minimizar los peligros de la enfermedad y en repetidas ocasiones ha prometido una victoria, sólo para ver que sus promesas se quedan cortas.

En enero y febrero, el presidente prometió que el virus podría desaparece­r pronto a medida que el clima se volviera más cálido. Eso no sucedió. En cambio, el virus se propagó, provocando cierres en todo el país.

Pero Trump pronto comenzó a presionar por reapertura­s rápidas, haciéndose eco de los ataques conservado­res contra los gobernador­es en los estados liderados por los demócratas. El presidente trató de realizar eventos en lugares cerrados, incluidas las recaudacio­nes de fondos con ricos donantes a su campaña.

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EL mandatario al abordar el avión presidenci­al Marine one, ayer en la Casa Blanca

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