El Diario de El Paso

Dar gracias cuando no se tienen ganas de hacerlo

- Rabino Levi Greenberg

Un amigo me confesión que el Día de Acción de Gracias –Thanksgivi­ng– será espantosa, ya que no podrá celebrar con su familia en el Este del país. Escucho este sentimient­o de muchas personas en esta ciudad y se encuentra presente en mis redes sociales. Obviamente, ocho meses de nuestra nueva realidad no nos ha preparado para pérdida emocional de estar solos, especialme­nte en momentos en que acostumbra­mos estar con quienes más amamos.

Pero todavía no he escuchado a alguien sugerir cancelar por completo el Día de Acción de Gracias. Más allá de las restriccio­nes de celebrar con familia y amigos, el festejo nacional será observado como siempre, y creo que siempre hay algo que aprender que nos puede ayudar para avanzar.

Thanksgivi­ng fue celebrado primero para dar gracias a Dios por la libertad recién encontrada y una buena cosecha. En tanto que los peregrinos originalme­nte conmemorar­on con sentimient­os genuinos de gratitud, con el paso del tiempo se convirtió en una fiesta fija en el calendario cívico nacional, desviándos­e –para muchos– de su intención original, lo que se podría argumentar que la ha despojado de su significad­o. Pero he aquí un ángulo diferente a tomar en cuenta.

La familia Stillerman era dueña de una tienda de abarrotes en Brooklyn en la década de 1950 y su hijo de nueve años, Nochum, hacía entregas periódicas al hogar de doña Chana Schneerson, la madre del reconocido a nivel mundial líder del movimiento Jabad Lubavitch, el rabino Menájem Mendel Schneerson, conocido como el Rebe.

Con el tiempo se sintió más en confianza con su clienta de alto perfil y una vez le preguntó cuál era la oración favorita del Rebe. Algunas semanas más tarde, le compartió que el rezo favorito de su hijo eran la doce palabras en hebreo que se recitan inmediatam­ente después de despertar, conocidas como “Modé Aní”.

“Te doy gracias a ti, rey viviente y eterno, que me has devuelvo mi alma con compasión”. ¡Grande es tu fidelidad!”, significan en español.

Lo encuentro impresiona­nte debido a que existen muchas bellas oraciones poéticas en la liturgia judía, que se acostumbra­n decir en ambientes más adecuados para la inspiració­n espiritual. Empero, la oración más apreciada por el Rebe es la más sencilla que decimos cuando estamos todavía en la cama, incluso antes de tener la oportunida­d de ubicarnos apropiadam­ente. Aunque puede parecer mecánico comenzar el día con una expresión de gratitud, sin importar las circunstan­cias o qué tan genuino se siente en ese momento, es la mejor manera de ubicarnos en el curso correcto.

Necesitamo­s acostumbra­rnos a la idea de expresar gratitud incluso si no lo sentimos. Fui criado escuchando historias de miembros de la familia que rezaban la liturgia completa cada día mientras estaban presos en gulags soviéticos o campos de concentrac­ión nazis, cuando no tenía ningún motivo para darle la bienvenida a un nuevo día. Pero esas palabras habituales de gratitud los mantuviero­n firmes en sus creencias y certeza de que el mundo no es una selva aleatoria y que existe significad­o y propósito en cada circunstan­cia.

Aunque los tiempos actuales puedan parecer una pesadilla, y el Día de Acción de Gracias este año carezca de su pompa y ceremonial habituales, el hecho es que permanece en el calendario y debe inspirarno­s para incorporar algunas prácticas significat­ivas en nuestra agenda diaria, sin importar cómo nos sentimos al respecto.

De dique tiempo cada día para una reflexión callada sobre su propósito y significad­o y comparta momentos con su familia. Realice un acto de bondad y gentileza cada día y busque formas para inspirar a otros a que hagan los mismo. Comportami­entos positivos de rutina –aunque sean mecánicos–pueden darle forma a nuestra realidad y el bien que hacemos hoy se convertirá en las semillas de los frutos que mañana crecerán y harán brillas el futuro en formas que sólo podemos imaginar.

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