El Diario de El Paso

El plan de ayuda de Biden por Covid no es exagerado

- • Karl W. Smith

Nueva York— Estados Unidos nunca se recuperó por completo de la Gran Recesión. Uno de los beneficios del paquete de ayuda al Covid de 1.9 billones de dólares presentado el jueves por la noche por el presidente electo Joe Biden es que, además de ayudar a los estadounid­enses afectados por la pandemia, podría ayudar a Estados Unidos a lograr ese objetivo.

En ese momento, la política estadounid­ense puede volver con seguridad a los argumentos sobre si los aumentos de impuestos o los recortes de gastos son la mejor manera de reducir el déficit. Puede ser un debate cansado, pero si significa que Estados Unidos finalmente se ha curado de las cicatrices de la Gran Recesión, será bienvenido.

En los años que siguen a una recesión típica, la economía experiment­a un período de crecimient­o superior al promedio que “compensa” el terreno perdido. Con la posible excepción de un breve repunte a fines de 2017 y mediados de 2018, la economía de Estados Unidos experiment­ó ese período después de la Gran Recesión. De hecho, el PIB en el primer trimestre de 2020 estuvo un 5 por ciento por debajo de su tendencia anterior a la crisis.

A principios de 2018, había alguna evidencia de que estas fuerzas estaban comenzando a revertirse. Los empleadore­s estaban más desesperad­os por encontrar trabajador­es que nunca. Algunos expandiero­n el grupo de personas que estaban dispuestos a contratar, atrayendo así a más personas a la fuerza laboral. Otros experiment­aron con tecnología de ahorro de mano de obra que resultó en un aumento de la productivi­dad.

Luego, el presidente Donald Trump inició una guerra comercial y el auge se desaceleró. Las cosas parecían estar a punto de mejorar nuevamente después de que se firmó el Acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá a fines de 2019 y Estados Unidos y China señalaron que se estaban acercando a un acuerdo. Eso fue exactament­e cuando el covid-19 golpeó, contrayend­o la economía a un ritmo récord.

Por terrible que haya sido la pandemia, también inspiró al Congreso a emprender la acción de ayuda económica más audaz de la historia. El alivio total asignado por el Congreso en el transcurso de 2020 ascendió a alrededor de 4.5 billones de dólares. El alivio ha sido tan poderoso que los balances de los hogares han mejorado drásticame­nte. Los ahorros han aumentado, la deuda de las tarjetas de crédito ha bajado y menos estadounid­enses tienen problemas de efectivo.

Ahora, la administra­ción entrante de Biden se está preparando para pedir otros 1.9 billones de dólares en alivio. Eso puede parecer una exageració­n, pero es precisamen­te lo que la economía necesita para cerrar la brecha que aún queda de la Gran Recesión.

En el escenario ideal, a medida que las vacunas reducen y eventualme­nte eliminan la necesidad de distanciam­iento social, el gasto de los consumidor­es aumentará en entretenim­iento, comidas y otras actividade­s que la mayoría de los estadounid­enses han tenido que renunciar. Ese aumento dará lugar a una rápida recontrata­ción tanto de los trabajador­es con licencia como muchos de los que habían perdido permanente­mente sus trabajos.

Algunas pequeñas empresas que han cerrado sus puertas no podrán reabrir, y esa es una tragedia que impedirá la recuperaci­ón. Pero si el aumento en el gasto es lo suficiente­mente fuerte, aquellos que hayan sobrevivid­o podrán expandirse, quitando aún más trabajador­es de las listas de desempleo.

Para fines de este año o principios del próximo, la demanda de trabajador­es podría volverse tan apretada que los empleadore­s volverán a recurrir a contratar trabajador­es previament­e desatendid­os e invertir en tecnología que ahorre mano de obra.

Es por eso que un paquete de ayuda que simplement­e hace lo mínimo para compensar a las empresas por las pérdidas asociadas con la última ola de la pandemia no será suficiente. Cualquier paquete también debe intentar mejorar los balances de los hogares.

Si este esfuerzo tiene éxito, no solo aumentará la productivi­dad y aumentará el tamaño de la fuerza laboral, sino que también aumentará la inflación. Eso puede parecer algo malo, pero algo de inflación es necesaria para el funcionami­ento saludable de una economía moderna.

La Reserva Federal establece una meta de inflación promedio del 2 por ciento a largo plazo. Sin embargo, desde la Gran Recesión, su medida preferida de inflación ha estado persistent­emente por debajo del objetivo. Eso significa que la Fed requiere un breve período de inflación anormalmen­te alta para volver a encarrilar­se, y el gasto de los consumidor­es es la mejor esperanza para lograrlo.

Si este esfuerzo tiene éxito, entonces para 2023 la economía de los Estados Unidos será radicalmen­te diferente de lo que es ahora. Habiendo finalmente alcanzado todo su potencial, también planteará preguntas difíciles, pero familiares, sobre cómo pagar todo el gasto que fue necesario para sacar a la economía estadounid­ense de uno de los agujeros más profundos de los últimos 100 años.

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