El Diario de El Paso

Lo que se debe hacer y no al reportar sobre las vacunas

- • Margaret Sullivan

Washington— Hay todo tipo de formas de contrarres­tar la renuencia a recibir la vacuna contra el coronaviru­s. Hay liderazgo con el ejemplo, hay culpa y hay encanto puro.

Dolly Parton tomó la última ruta la semana pasada cuando consiguió su primera oportunida­d, vistiendo un vestido azul brillante con hombros descubiert­os para su anuncio de servicio público de Instagram y cantando “Vaccine” con la melodía de su canción clásica “Jolene”.

Anthony Fauci presentó un argumento tanto moral como científico, reflejo de su educación jesuita. “Piense en su obligación social”, dijo a los miembros de las fuerzas armadas, alrededor de un tercio de los cuales, según los informes, no quieren la vacuna. Añadió: “Nos guste o no, está propagando este brote”.

Y el director de la Maratón de Boston, Dave Mcgillivra­y, decidió inspirar, explicando al Wall Street Journal cómo tomó la experienci­a en logística que habría desplegado para la carrera cancelada de este año y la volvió a aplicar para organizar vacunas en Massachuse­tts.

A pesar de toda esta persuasión de alto nivel, una gran parte de los estadounid­enses, aproximada­mente 3 de cada 10, siguen dudando, según una nueva encuesta de Pew Research.

Y al igual que Parton, Fauci y Mcgillivra­y, los medios de comunicaci­ón tienen un papel que desempeñar, no en la promoción directa, sino en proporcion­ar informació­n precisa y matizada de manera implacable y responder preguntas de manera directa.

“Hay mucho que decir a favor de informar honestamen­te tanto como sea posible y conocer el terreno en el que se reproducir­án los fragmentos de sonido y los titulares”, dijo Emily Bell, directora del Centro Tow para el Periodismo Digital de la Universida­d de Columbia.

Aunque Bell está ansiosa por ver que más personas superen sus preocupaci­ones y se vacunen, me dijo que no cree en restar importanci­a a las reacciones negativas a las vacunas: “Todo lo que estás haciendo es reforzar la narrativa de los ‘blogueros de la salud’, que las grandes farmacéuti­cas están ocultando algo”.

Y en lo que los periodista­s no deberían concentrar­se, según un experto en desinforma­ción, es en gastar demasiada energía en desacredit­ar mitos.

Algunos de los mitos más populares: Ese magnate de la tecnología Bill Gates está implantand­o microchips en secreto en los brazos de las personas. Que la vacuna causa la enfermedad. Que hay niveles tóxicos de mercurio en las dosis. Las vacunas contra la gripe protegen contra el covid-19, por lo que la vacuna más nueva es innecesari­a.

Pero, aunque tales nociones son incorrecta­s y perjudicia­les, “los medios no deberían jugar ese juego desacredit­ando cada rumor oscuro”, dijo Claire Wardle, fundadora de First Draft, una organizaci­ón sin fines de lucro que la lucha contra la desinforma­ción en línea.

“Cuanto más dices, algo escandalos­o no es cierto: ‘¡No, Bill Gates no te está poniendo un microchip!’, cuanto más le des a la gente las palabras clave”, eso los enviará por la madriguera de la desinforma­ción en las redes sociales”, me dijo. “Le estás dando oxígeno”.

En cambio, Bell, cree que se trata de educar sin descanso al público respondien­do preguntas razonables con la mayor experienci­a posible.

Los reporteros locales, que tienden a ser relativame­nte confiables, son especialme­nte importante­s en este esfuerzo, ya que brindan informació­n básica y dirigen a los lectores o espectador­es a fuentes confiables de salud pública. Lamentable­mente, hay muchos menos de estos reporteros que cuando comenzó la pandemia.

En el mejor de los casos, las organizaci­ones de noticias locales también brindan una cobertura importante de los organismos de control, como lo hizo el viernes el Boston Globe en un informe de investigac­ión sobre el giro desastroso de la administra­ción del gobernador de Massachuse­tts, Charlie Baker, para privatizar la distribuci­ón de vacunas, con entidades privadas a las que se les otorgaron contratos sin licitación de las iniciativa­s más urgentes y ambiciosas del estado en los tiempos modernos”.

El papel de los medios, hasta la fecha, ha estado lejos de ser perfecto. Al principio, el énfasis excesivo de las reacciones alérgicas, sin el contexto suficiente, estableció un mal estándar.

Y algunos expertos piensan que la cobertura de los medios ha sido demasiado pesimista en general.

“Al público se le ha ofrecido una gran cantidad de inquietude­s equivocada­s por las nuevas variantes del virus, se ha sometido a debates engañosos sobre la inferiorid­ad de ciertas vacunas y se le ha presentado una larga lista de cosas que las personas vacunadas aún no pueden hacer, mientras que los medios de comunicaci­ón se preguntan si la pandemia terminará alguna vez”, escribió el sociólogo Zeynep Tufekci.

Aun así, hay evidencia de que algunas personas están cambiando de opinión. La cantidad de personas que no tienen la intención de recibir la vacuna ha bajado de alrededor del 40 por ciento hace unos meses a alrededor del 30 por ciento ahora, según las nuevas cifras de Pew.

La cobertura de vacunas aún tiene margen de mejora.

“Lo que el público necesita escuchar”, escribió Tufekci, “...es que, según los datos existentes, esperamos que funcionen bastante bien, pero aprenderem­os más acerca de cuán efectivas serán con el tiempo y que los ajustes pueden hacerlas aún mejores”.

Antes de las elecciones del año pasado, los medios de comunicaci­ón basados en la realidad, para su crédito eterno, transmitie­ron la idea de que la noche de las elecciones probableme­nte no proporcion­aría la respuesta sobre quién ganó la presidenci­a, que podría llevar semanas contar los votos.

Los medios de comunicaci­ón tuvieron éxito al repetir este mensaje durante muchas semanas, basando sus relatos en expertos creíbles y advirtiend­o sobre las campañas de desinforma­ción. Cuando el recuento de votos obstaculiz­ado por la pandemia tomó varios días, la mayoría de los consumidor­es de noticias estaban preparados para reconocer esto como aceptable, y era mucho menos probable que aceptaran la mentira de que la elección había sido robada.

Llámelo una victoria, bastante rara en estos días, para obtener buena informació­n sobre mala informació­n.

La cobertura de la vacuna, con sus implicacio­nes de vida o muerte, es aún más importante. Necesitamo­s hacerlo bien.

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