El Diario de El Paso

Mi compromiso como periodista: corregir mis errores

- • Ruben Navarrette Jr.

San Diego— La mayoría de los estadounid­enses no cree en los periodista­s.

Un sondeo reciente realizado por una empresa global de comunicaci­ones, Edelman, encontró que sólo el 46 por ciento de los estadounid­enses confían en los medios de comunicaci­ón tradiciona­les. Ése es el porcentaje más bajo que haya sido registrado en las dos décadas que Edelman le ha estado dando seguimient­o.

Sin embargo, algunos estadounid­enses desean que los medios de comunicaci­ón puedan recuperar su confianza. Quieren que los periodista­s admitan cuando se equivocan y que estén dispuestos a corregir sus errores.

Los lectores que se enojan por algo que escribió un columnista en algunas ocasiones exigirán una “corrección”. Por cierto, si usted es un columnista que nunca hace enojar al agente, debería considerar dedicarse a otra cosa.

Las reglas son claras. Si usted se equivoca, hace la corrección. Yo no tengo problemas con equivocarm­e. He estado felizmente casado durante casi 20 años, y por lo tanto puedo asegurarle­s una cosa: “Me equivoco mucho y en muchas cosas buenas. Sólo pregúntenl­e a mi esposa, ella estaría dispuesta a proporcion­arles una lista. En los 30 años que llevo como periodista, he hecho muchas cosas mal. Recienteme­nte, cité lo que pensé que era el número total de legislador­es latinos en la legislatur­a de California y me equivoqué por uno. Lo que siguió fue una corrección.

Aunque una cosa que los periodista­s de opinión nunca corrigen es una opinión.

Usted puede estar en desacuerdo con un insulto que le diga a un político que comparte su ideología política, o sobre la manera en que yo describo su ciudad, sindicato laboral o equipo favorito de fútbol.

Eso está muy mal. En periodismo, le recuerdo que me refiero al verdadero periodismo, no a las cosas que están de moda y hacen sentir bien y que los editores tratan de hacer en casa al final del día sin que sus periodista­s ofendan a nadie, no hacemos correccion­es para herir los sentimient­os, egos o los diferentes puntos de vista.

Así que, imaginen mi sorpresa cuando, en respuesta a mi reciente columna acerca de la política fronteriza del presidente Joe Biden, un lector señaló lo que yo vi como un error que valía la pena ser corregido. Pero lo que él sintió pareció aterrizar en un área gris entre “un claro error” y “herir sus sentimient­os”. Entre más pienso en eso, más intrigado he estado sobre la razón por la que escribí eso.

La columna era acerca de la inmigració­n, y la manera en que, desde mi opinión, basada en décadas de escribir sobre el tema, la mayoría de la ansiedad que sienten los estadounid­enses acerca de los que cruzan la frontera entre Estados Unidos y México tiene que ver con la demografía. Muchas personas anglosajon­as, especialme­nte los republican­os y simpatizan­tes del ex presidente Donald Trump, tienen miedo de ser desplazado­s y eventualme­nte reemplazad­os.

Yo escribí: “Este es un mensaje para los conservado­res y algunos nativistas”. Un lector me respondió:

“Por favor, ¿podría ser más cuidadoso cuando haga generaliza­ciones como ésa? Usted sabe que eso no es verdad. No todos los conservado­res son nativistas. Hay de todo tipo, al igual como los liberales, latinos o personas mayores”.

Continuó diciendo: “También, los conservado­res que yo conozco están a favor de la inmigració­n legal, lo consideran como un principio de nuestro país, y sólo se oponen a un sistema que permite que los inmigrante­s crucen nuestra frontera sur sin documentac­ión”, escribió.

Aunque el lector no pidió que se hiciera una corrección, me quedó claro que él creyó que yo estaba en un error. Y me advirtió que no utilizara esas generaliza­ciones en el futuro.

“Cuando uno usa un mensaje que se remonta al chat del odio y a los días en que se acostumbra­ba decir que Trump era un malvado, uno desalienta a algunos republican­os y estadounid­enses de otras líneas políticas a leer la columna, y tomarla muy en serio”, advirtió.

La gente puede leer lo que quiera, y tomar en serio siempre que le plazca. No me preocupa eso. No estoy en una competenci­a de popularida­d, pero sí me importa el lenguaje y en este caso, el mío fue desastroso y descuidado. Si tuviera que hacerlo nuevamente, hubiera escrito la frase de esta manera:

“Este es mi mensaje para los conservado­res, algunos de los cuales son nativistas”.

Aunque eso no amerita una corrección. Porque es una opinión, una que, aunque es muy amplia, me sigue pareciendo cierta, tomando en cuenta que conozco a los conservado­res y nativistas, y el punto en dónde esos dos grupos se traslapan en estos días.

Me he estado preguntand­o a mí mismo: ¿De dónde vino esa frase original? Deber ser de mi subconscie­nte, en donde “conservado­r” se ha convertido en un sinónimo de “nativista”. En la Era Trump, cuando los republican­os que decían que apoyaban a la inmigració­n legal, votaban por propuestas de ley que la limitaban y el debate estaba dominado por alusiones étnicas, eso era casi lo mismo.

El debate sobre la inmigració­n está fracturado. Si se quiere una corrección, hay que empezar por allí.

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