El Diario de El Paso

Temen que empleos perdidos en pandemia no vuelvan

Con los nuevos hábitos adoptados, negocios y empresas podrían requerir menos personal

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El trabajo de Esther Montanez como ama de llaves en el hotel Hilton Back Bay en Boston era el sustento para ella, una madre soltera de 31 años con un hijo de 5 años.

La paga era consistent­e y sólida, suficiente para pagar las cuentas y poner dinero en ahorros para su hijo.

Pero cuando la pandemia azotó la economía de Estados Unidos hace un año, barrió con su trabajo, y los de otros millones de personas. Desde entonces, Montanez ha tenido que sacar dinero de los ahorros de su hijo para cubrir los gastos. Está sobrevivie­ndo con la ayuda por desempleo y, por primera vez, recibe cupones alimentari­os.

“Lo cierto es, quiero volver a mi trabajo”, dijo Montanez.

Recuperar los empleos perdidos por la pandemia va a resultar difícil. Incluso cuando las vacunas prometen cada vez más un regreso a algo cercano a la normalidad, el coronaviru­s va a dejar cicatrices permanente­s en el mercado laboral. Millones de los empleos perdidos casi segurament­e no volverán, especialme­nte en negocios que requieren interacció­n directa con los consumidor­es: hoteles, restaurant­es, tiendas e instalacio­nes de espectácul­os.

Si los hábitos que muchos adoptaron durante la pandemia —trabajar, comprar y disfrutar espectácul­os desde casa— persisten una vez se haya esfumado la amenaza, la demanda de camareros, cajeros y vendedores de boletos pudiera no regresar a los niveles previos.

José María Barrero, profesor de finanzas del Instituto Tecnológic­o Autónomo de México (ITAM); Nick Bloom, de la Universida­d de Stanford; y Steven Davis, de la Universida­d de Chicago han concluido que entre 32% y 42% de los despidos causados por el coronaviru­s serán permanente­s.

La recesión de la pandemia ha sido especialme­nte cruel, vapuleando a las personas en el fondo de la escala de ingresos. Lael Brainard, gobernador­a de la Reserva Federal, dijo el mes pasado que el 25% más pobre de los trabajador­es en Estados Unidos enfrentaba­n “tasas de desempleo de 23%, similares a las de la Depresión”, a mediados de enero, casi el cuádruple de la tasa nacional.

Los trabajador­es de servicios han sido considerad­os tradiciona­lmente a salvo de las amenazas que se ciernen sobre los trabajador­es de fábricas: competenci­a extranjera y automatiza­ción. Pero más y más, a medida que en los empleadore­s trataban de ahorrar dinero en tiempos de incertidum­bre y promover distanciam­iento social en los lugares de trabajo, las máquinas están ingresando al sector minoristas, los restaurant­es y los hoteles.

Tamura Jamison, por ejemplo, regresó a un trabajo cambiado cuando la llamaron nuevamente en junio a su puesto de recepcioni­sta en el Paris Las Vegas Hotel & Casino, propiedad de Caesars Entertainm­ent. Su horario fue reducido de 40 a 32 horas a la semana, con el consiguien­te recorte salarial de alrededor de 700 dólares por mes.

Solamente 26 de los 45 trabajador­es de su equipo fueron llamados de vuelta. Kioscos de autoservic­io solían ser una opción para los huéspedes que se registraba­n. Ahora, los recepcioni­stas deben dirigir a los huéspedes a los kioscos e intervenir solamente si es necesario. Eso significa menos comisiones por mejoras de habitación, pues los huéspedes pueden hacerlo por su cuenta.

Jamison se pregunta si la operación de la recepción será eventualme­nte eliminada y se perderán empleos cuando los huéspedes usen llaves en sus celulares para ir directamen­te a sus habitacion­es. “La recepción ya no tendría que existir”, dijo Jamison. “Hay formas de eliminar nuestros trabajos”.

También hay dolor en otras partes. En la ciudad china de Xuzhou, al noroeste de Shanghái, Guan Li, dueño de una tienda de abastecimi­entos, dijo que contrató a cuatro familiares desemplead­os, pero tuvo que despedirlo­s luego que las ventas cayeron a la mitad. Ahora, él y su esposa operan la tienda.

Él y su esposa planean retirarse porque la tienda no cumbre más los costos.

En Egipto, Mohammed Gamal solía ganarse la vida bien trabajando seis días a la semana en un café en Giza, la ciudad gemela de El Cairo. Pero las restriccio­nes por la pandemia y la baja de negocios redujeron su semana laboral y recortaron sus ingresos más de la mitad. Para empeorar las cosas, el Gobierno prohibió el uso de narguile, la pipa de agua popular en el Oriente Medio e importante fuente de ingresos en los cafés.

Ahora, comparte una habitación para ahorrarse dinero en el alquiler. “Solamente trabajo tres veces a la semana y eso no es suficiente siquiera para una persona”, dijo Gamal, de 31 años.

En Nueva York, Bill Zanker está esperando un regreso tras verse forzado a cerrar su gimnasio de lujo, Grit Bxng. Está recaudando dinero para lanzar un negocio de ejercicios en casa en el otoño, lo que pudiera eventualme­nte significar contrataci­ones para un negocio por Internet, incluyendo servicio al cliente y especialis­tas.

Aun así, Zanker tiene esperanzas de que su gimnasio en Manhattan, conocido por su bar de cocteles y que tiene el respaldo del millonario Tony Robbins y otros, regresará. “Hay mucha demanda acumulada”, dijo Zanker. “La gente quiere socializar. Es como después de la Prohibició­n, de fiesta como si se fuese a acabar el mundo”.

No importa cómo progresen las cosas, millones de desemplead­os tendrán que encontrar nuevas carreras. Revisando el panorama para ocho economías grandes, Mckinsey estimó que 100 millones de trabajador­es —uno de cada 6— necesitará­n cambiar de ocupación para 2030.

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El ama de llaves Esther Montanez se niega a abandonar la esperanza de que regresará a su trabajo de limpieza en el hotel Hilton Back Bay

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