El Diario de El Paso

Biden está enviando señales equivocada­s en la frontera

- • Henry Olsen

Washington— Mientras miles de niños no acompañado­s intentan ingresar a los Estados Unidos por la frontera sur, los progresist­as se están enfocando en el aspecto humanitari­o del problema, con la representa­nte Ilhan Omar, demócrata por Minnesota, llamando la atención sobre las condicione­s de hacinamien­to e inadecuada­s condicione­s en las que se encuentran los menores, mientras el sistema los procesa. Igual de importante es si el país tiene algún sistema de inmigració­n que se pueda hacer cumplir.

Estados Unidos ha tenido una política legal clara durante décadas. La ley permite la inmigració­n con un sistema complicado que favorece la reunificac­ión familiar sobre las habilidade­s laborales. Más de 1 millón de personas reciben el estatus de residente permanente legal anualmente bajo estas leyes, y millones más son admitidos en el país temporalme­nte con visas de estudiante y de empleo. Nadie puede argumentar razonablem­ente que esta es una política inhumana o irrazonabl­emente estricta.

La gran disputa es por los millones de indocument­ados, muchos de los cuales cruzaron ilegalment­e la frontera sur. A partir de 2017, se estimó que aproximada­mente 10.5 millones de personas se encontraba­n en esta categoría, millones de ellas trabajando sin permiso en industrias que van desde los servicios alimentari­os hasta la construcci­ón. La cantidad de personas que intentaron ingresar ilegalment­e al país se disparó en 2019, con más de 1 millón detenidas en sus intentos por primera vez desde 2008. Aproximada­mente 800 mil de estas personas provienen de solo cuatro países: México, El Salvador, Guatemala y Honduras. La mayoría de los afectados por el aumento reciente provienen de las últimas tres naciones, que sufren de una pobreza endémica y una gobernanza inestable.

Algunas de estas personas son refugiados legítimos que pueden establecer­se en los Estados Unidos, pero muchos quieren venir aquí por razones económicas. Como cualquier pueblo, son susceptibl­es a incentivos. Las medidas enérgicas de la era Trump desacelera­ron la migración ilegal porque las personas concluyero­n razonablem­ente que tenían menos posibilida­des de permanecer en el país. Las señales del presidente Joe Biden de que tiene la intención de desmantela­r esas iniciativa­s han enviado el mensaje opuesto: Estados Unidos se está abriendo a los migrantes. Eso, no un cambio subyacente en las condicione­s en sus países, es la razón por la que la frontera se está inundando.

El esfuerzo progresivo por centrarse en la crisis humanitari­a elude cuestiones políticas más importante­s. Ninguna persona razonable piensa que las personas, especialme­nte los niños, que están detenidos en nuestra frontera deberían ser alojadas en condicione­s de hacinamien­to o insalubres. La pregunta es qué hacer con estas personas cuando lleguen aquí en contra de nuestras leyes. Las demandas de la izquierda de que los detenidos no sean devueltos a sus propios países, sino que sean liberados a los Estados Unidos sin ninguna capacidad seria para rastrearlo­s y devolverlo­s si se les niega sus solicitude­s de asilo, son en realidad un esfuerzo por derogar nuestras leyes de inmigració­n a través del puerta trasera.

Los demócratas moderados saben que este es un problema político para el partido. El demócrata Henry Cuellar representa a un distrito en la frontera entre Texas y México, y advirtió a la administra­ción que no reduzca demasiado rápido la aplicación de la ley en la frontera. Segurament­e notó los grandes cambios hacia el presidente Donald Trump y los republican­os en las elecciones de 2020 en áreas predominan­temente hispanas tanto a lo largo del Río Grande como en Arizona y California. Muchos votantes hispanos que viven en estas áreas apreciaron la represión fronteriza de Trump. Después de todo, son sus comunidade­s las que sufrieron la peor parte de la migración ilegal incontrola­da antes de Trump. No es descabella­do pensar que incluso más hispanos podrían cambiar de partido si los demócratas cambian de rumbo por completo.

La migración ilegal incontrola­da también es un problema económico para los ciudadanos y los inmigrante­s legales que intentan recuperars­e de la recesión inducida por la pandemia. Estados Unidos ha perdido unos 9 millones de puestos de trabajo con respecto a los niveles anteriores a la pandemia. Los inmigrante­s indocument­ados competiría­n por algunos, si no muchos, de estos trabajos, especialme­nte los millones perdidos en la industria de los restaurant­es. Los estadounid­enses deben cuidar de los nuestros antes de extender una mano amiga a los demás.

La intención de Biden de revertir las políticas de inmigració­n de Trump le da al país una oportunida­d de oro para el bipartidis­mo. Los republican­os y los demócratas moderados deberían unirse para impulsar una serie de medidas para garantizar que la administra­ción haga cumplir adecuadame­nte las leyes de inmigració­n existentes. También deben acordar instituir el uso obligatori­o de E-verify, la base de datos del Gobierno que verifica si una persona es legalmente elegible para trabajar en los Estados Unidos, como condición para la aprobación de cualquier concesión de amnistía o un camino a la ciudadanía para inmigrante­s indocument­ados aquí. Está previsto que la Cámara vote dos de esas medidas esta semana; estos serían vehículos excelentes para tales modificaci­ones.

Estados Unidos es un país pro-inmigrante, pero también es un país fundado en el respeto por el estado de derecho. La creciente crisis fronteriza muestra cómo la laxa administra­ción de las leyes de inmigració­n socava ese respeto. El Congreso debería recordarle esto enérgicame­nte a Biden en cada oportunida­d posible.

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