El Diario de El Paso

La mejor manera de luchar contra la ley de aborto en Texas

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La decisión que tomó la Suprema Corte la semana pasada para permitir que Texas prohíba la mayoría de los abortos está generando muchas preguntas acerca del procedimie­nto legal y el futuro del aborto en Estados Unidos.

Lo más urgente es cómo limitar el daño que esta ley de Texas, que es totalmente inconstitu­cional, hará a los derechos constituci­onales de las mujeres. Están surgiendo muchas ideas relacionad­as con el uso del poder del Departamen­to de Justicia o la recaudació­n de fondos privados.

Sin embargo, el principal objetivo de las cortes debe ser el anular el mandato, oficialmen­te y para bien. Desafortun­adamente, es difícil ver cómo podría suceder eso sin que una clínica para abortar en Texas permita ser llevada ante la corte.

La legislatur­a texana intenciona­lmente diseñó la prohibició­n sobre todos los abortos después de las seis semanas de gestación para evitar una revisión judicial: eso no les da a los defensores del aborto ninguna obvia manera de demandar para frenarla.

Usualmente, los defensores piden a las cortes que ordenen a los oficiales estatales que no apliquen el estatuto mientras es revisada su constituci­onalidad, aunque Texas acudió a los ciudadanos privados, no a los funcionari­os estatales, para que apliquen la ley.

El estatuto básicament­e crea una forma de justicia vigilante en la que cualquiera puede presentar una demanda en contra de los que practiquen el aborto y que sean sospechoso­s de violar la prohibició­n.

Una estrecha mayoría en la corte encontró que no existe una razón para que ellos se adjudiquen ese derecho hasta que una entidad específica trate de usar la ley para dañar a otra entidad específica (eso es, hasta que alguna parte privada presente una demanda en contra de alguien que sea sospechoso de practicar el aborto). Por temor a esa justicia vigilante, en la que los que practican abortos pero no así los vigilantes son responsabl­es de pagar los costos legales, las clínicas dejaron de terminar con los embarazos, frenando el acceso al aborto en todo el estado.

El magistrado presidente John Roberts Jr., argumentó que el engañoso proceso de Texas podría convertirs­e en un problema en una audiencia, advirtiend­o de esfuerzos inmediatos que surgirían para imitar en otros estados el enfocarse en el aborto o teóricamen­te en cualquier otro derecho constituci­onal. Desafortun­adamente, la mayoría no acató las advertenci­as del magistrado presidente.

El resultado fue que los derechos constituci­onales de las mujeres de Texas están siendo abrogados cada día. A corto plazo, las mujeres que buscan abortar, particular­mente las mujeres pobres, necesitan ayuda para viajar fuera del estado para dar por terminado su embarazo.

En el mediano plazo, el Departamen­to de Justicia ha entablado una demanda en contra de la ley, acusando que interfiere ilegalment­e con los intereses federales. Algunos expertos legales, tales como el experto constituci­onal Laurence Tribe en un editorial publicado por The Washington Post, argumenta que el Departamen­to de Justicia también podría acusar penalmente a cualquiera que use la ley de Texas para ir tras alguien que practique un aborto, de acuerdo al estatuto federal que prohíbe que la gente “bajo el color de la ley”, impida voluntaria­mente a una persona “cualquier derecho, privilegio o inmunidad asegurada o protegida por la Constituci­ón o las leyes de Estados Unidos”. Una amenaza de tal acción podría desalentar a muchas personas de tratar de hacer uso de la ley.

Aunque eso no podría dar lugar a la reapertura de las clínicas en todo el estado. Eso parece improbable hasta que alguna clínica abra como una prueba que fuerce a las cortes a considerar si la restricció­n de las seis semanas que impuso el estado es constituci­onal (lo cual quedó claro no sólo en el caso de Roe contra Wade y todo el subsiguien­te precedente).

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