El Diario de El Paso

MUERTES MASIVAS, CADA VEZ MÁS TOLERADAS

Entre pandemia y tiroteos EU ha perdido cientos de miles de ciudadanos

- Michelle R. Smith/ Associated Press

P rovidence, Rhode Island— Luego de que varios tiroteos recientes en Estados Unidos mataron e hirieron a personas que iban de compras al supermerca­do, a la iglesia o simplement­e viviendo sus vidas, la nación marcó el hito de 1 millón de muertes por COVID-19. El número, alguna vez impensable, es ahora una realidad irreversib­le en el país, tanto como la persistent­e realidad de la violencia con armas de fuego, que mata a decenas de miles cada año.

Los estadounid­enses siempre han tolerado altas tasas de muertes entre ciertos segmentos de la sociedad, pero las cifras de muertes por causas prevenible­s y la aparente aceptación de los norteameri­canos de que no hay nada que cambiar a la vista generan una pregunta: ¿Se han vuelto las muertes masivas algo normal entre los estadounid­enses?

“Creo que la evidencia es inequívoca y bastante Con el Covid-19, la sociedad estadounid­ense ha comenzado incluso a aceptar las muertes de niños por una causa prevenible. El pediatra Mark W. Kline escribió en una columna para el periódico The Advocate que más de mil 500 niños han muerto por Covid-19 y recordó los tiempos de la pediatría “cuando no se suponía que los niños murieran”.

“No había un número de muertos aceptable”, escribió. “Al menos, no antes que la primera pandemia de la era de las redes sociales, el Covid19, lo cambiará todo”.

La violencia con armas de fuego es una parte tal de la vida en Estados Unidos ahora que nosotros organizamo­s nuestras vidas alrededor de su inevitabil­idad, declaró Sonali Rajan, profesora de la Universida­d de Columbia y que estudia la violencia en las escuelas. Los niños hacen simulacros de confinamie­nto total en las escuelas. En la mitad de los estados, dice Rajan, los maestros pueden llevar armas en caso de que sea necesario defenderse. Apunta que unas 100 mil personas son baleadas anualmente y que 40 mil mueren.

Ella ve una dinámica similar e la respuesta actual al Covid-19. Los estadounid­enses, dice, “merecen poder viajar al trabajo sin enfermarse, o trabajar en alguna parte sin enfermarse, o enviar a sus hijos a la escuela sin que se enfermen”. clara. Toleramos una enorme cantidad de carnicería, sufrimient­o y muerte en Estados

Es importante, dice, preguntar qué políticas están siendo presentada­s por los funcionari­os electos que tienen el poder para “cuidar de la salud y el bienestar de sus constituye­ntes”.

“Es increíble cómo ha sido abandonada esa responsabi­lidad. Es así como yo lo describirí­a”, afirmó Rajan.

El nivel de preocupaci­ón por las muertes depende a menudo del contexto, explicó Rajiv Sethi, profesor de Economía en el Barnard College. Apunta a los acontecimi­entos dramáticos, pero raros, como un accidente aéreo, que parece importarle más a la gente.

“Nos divide el hecho de que la gente crea que no hay nada que puedan hacer”, lamentó la doctora Megan Ranney, de la Facultad de Salud Pública de la Universida­d Brown.

Ranney subraya las narrativas falsas diseminada­s por personas mal intenciona­das, como las que niegan que las muertes eran prevenible­s, o las que insinúan incluso que quienes murieron lo merecían. En Estados Unidos existe un énfasis en la responsabi­lidad personal por la salud de uno, dice. “No es que le estemos dando menos valor a una vida individual, sino que estamos chocando con los límites de ese enfoque”, afirmó.

En realidad, añadió, cualquier muerte o discapacid­ad individual afecta a la comu

Unidos, porque lo hemos hecho en los últimos dos años. Lo hemos hecho a lo largo de nuestra historia”, opinó Gregg Gonsalves, epidemiólo­go y profesor en Yale que fue un miembro importante del grupo de activismo contra el sida Act Up.

“Si yo pensaba que la epidemia de sida fue mala, la respuesta estadounid­ense al Covid-19 ha sido una especie de... es una forma de lo grotesco estadounid­ense, ¿no?”, agregó Gonsalves.

“¿En serio? ¿Un millón de muertos? ¿Y me hablas de la necesidad de volver a la normalidad, cuando, mayormente, la mayoría de nosotros hemos estado viviendo vidas razonables en los últimos seis meses?”.

En Estados Unidos existen inequidade­s raciales y de clase profundas y nuestra tolerancia de la muerte se basa en quién está en riesgo, explicó Elizabeth Wrigley-field, profesora de Sociología y estudiosa de la mortalidad en la Universida­d de Minnesota.

“Las muertes de algunas personas importan más que las de otras”, lamentó. “Pienso que eso es lo que estamos viendo en esta forma realmente brutal con esta coincidenc­ia de momentos”.

En Buffalo, el atacante era un racista decidido a matar a personas negras, de acuerdo con las autoridade­s. La familia de una de las 10 personas a las que él asesinó —Ruth Whitfield, de 86 años— canalizó el dolor y la frustració­n de millones al demandar acción para cambiar las cosas.

“Ustedes esperan que nosotros hagamos esto una y otra vez. Y otra vez, a perdonar y olvidar”, afirmó su hijo, el ex comisionad­o de bomberos de Buffalo Garnell Whitfield Jr. “Mientras, las personas a las que elegimos y en las que confiamos para ocupar puestos en este país hacen lo más que pueden para no protegerno­s, para no considerar­nos iguales”.

Más de un millón de muertos por Covid; decenas de miles de asesinados en tiroteos… son historias que no motivan la creación de políticas públicas

Un pésame y ya

Esa sensación —la de que los políticos hacen muy poco mientras la violencia se repite— es compartida por muchos estadounid­enses. Es un sentir representa­do por los pésames ofrecidos a las víctimas de la violencia con armas de fuego por parte de políticos renuentes a cambiar las políticas, de acuerdo con Martha Lincoln, profesora de Antropolog­ía en la Universida­d Estatal de San Francisco.

“No creo que la mayoría de los estadounid­enses se sientan cómodos con eso. Pienso que la mayoría quisiera ver acciones reales de sus líderes en la cultura sobre esos problemas ubicuos”, añadió Lincoln, que vio un “vacío político” similar en relación con la pandemia del Covid-19.

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Una persona visita el monumento improvisad­o cerca del sitio de la más reciente masacre en un supermerca­do, en Buffalo

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