El Diario de El Paso

Los infiltrado­s

- Jorge Ramos Ávalos Periodista

Las democracia­s mueren por dentro. Casi siempre. No se defendiero­n lo suficiente o se les permitió a elementos extremista­s violar la ley y crecer sin castigo. Las institucio­nes se debilitaro­n y cuando la gente reaccionó, ya era demasiado tarde; tenían a un tirano mandando.

Hay montones de ejemplos de democracia­s que cayeron, como la de Chile antes de Augusto Pinochet y la de Venezuela antes de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. No eran perfectas pero lograron elegir legítimame­nte a sus presidente­s. Sin embargo, no pudieron controlar las fuertes corrientes autoritari­as dentro del sistema –los militares en Chile y el chavismo radical en Venezuela– y a la primera oportunida­d, la democracia se esfumó.

¡Qué frágiles son las democracia­s! Hoy hay muchas más democracia­s que a finales de la Segunda Guerra Mundial. (En el 2017 el Centro Pew contó 97 democracia­s entre 167 países con una población superior al medio millón). Pero hasta una democracia con más de dos siglos de existencia, como Estados Unidos, corre peligro.

Hoy quiero escribir sobre eso.

Es un gravísimo error no tomar en serio a Donald Trump. Su “gran mentira” –insistir en que él, y no Joe Biden, ganó la elección presidenci­al del 2020– es un serio peligro para la democracia en Estados Unidos. La mayoría de los republican­os –siete de cada 10, según varias encuestas– cree la mentira de Trump.

Y lo peor es que, actualment­e, hay muchos congresist­as en Washington que piensan lo mismo.

Son los infiltrado­s.

Al menos 220 republican­os (que dudaron de los resultados de las elecciones presidenci­ales en el 2020) ganaron sus puestos en las votaciones del 2022 como gobernador­es, secretario­s de estado, fiscales, senadores y congresist­as en Washington, según el conteo de The New York Times. Eso es un ejército de sospechoso­s de la democracia.

Y esos mismos que cuestionar­on el triunfo de Biden como Presidente o que, incluso, se negaron a reconocer legalmente su victoria –election deniers, les dicen en inglés– ahora tienen puestos de muchísima influencia.

CNN reportó que 11 de los 17 comités de la Cámara de Representa­ntes, ahora controlada por el Partido Republican­o, serán liderados por políticos que se negaron a certificar el triunfo de Biden en la pasada elección presidenci­al.

Esto quiere decir que Estados Unidos, una de las democracia­s más poderosas y longevas de la historia, tiene dentro de su estructura de gobierno a cientos de personas que no creen en la democracia o que, sencillame­nte, se niegan a aceptar que su candidato perdió. Esto es muy grave.

En un momento de crisis ¿cómo van a votar y a actuar estos políticos? ¿Van a defender la democracia estadounid­ense o a su líder Donald Trump?

Dentro del Capitolio en Washington ya hay una semilla antidemocr­ática.

Los malos ejemplos se copian y han llegado hasta Brasil. El pasado 8 de enero cerca de cinco mil personas invadieron el Congreso, la Corte Suprema y las oficinas presidenci­ales en Brasilia en un fallido intento por sacar del poder al recién instituido mandatario Luiz Inácio Lula da Silva.

Hubo muchos daños materiales y la policía encargada de proteger las instalacio­nes fue fácilmente doblegada por los manifestan­tes. Afortunada­mente, los militares brasileños no hicieron caso a los llamados de insurrecci­ón y de golpe de Estado.

La insurrecci­ón en Brasil fue muy similar a la que protagoniz­aron miles de seguidores de Donald Trump en el Capitolio en Washington el 6 de enero del 2021. Varias personas murieron en esa ocasión y muchos de los manifestan­tes querían imponer a Trump como Presidente hasta el 2024. No lo lograron.

Pero el ataque dejó al descubiert­o la vulnerabil­idad de la democracia estadounid­ense. “Ninguno de los eventos del 6 de enero pudo ocurrir sin (Trump)”, fue lta conclusión de una investigac­ión del Congreso. Y Trump, a pesar de ser una amenaza para la democracia, buscará la Casa Blanca en el 2024.

Esto demuestra que ninguna democracia está siempre a salvo.

“Podemos caer en la tentación de pensar que nuestra herencia democrátic­a automática­mente nos va a proteger de las amenazas”, escribió Timothy Snyder en su libro sobre la tiranía. “Pero este es un reflejo equivocado”.

La democracia estadounid­ense ha sido infiltrada. Ya estamos advertidos. Nadie podrá decir que no sabía.

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