El Diario de El Paso

El abrazo al dictador

- Jorge Ramos Ávalos

Es curioso cómo los líderes y políticos que alaban y premian a las dictaduras no viven en ellas, no fueron torturados en sus cárceles y entran y salen sin problema de sus países. Ese es el caso del presidente de México y de la vicepresid­enta de Colombia respecto a Cuba.

En su reciente visita a Campeche, el dictador cubano Miguel Díaz-canel recibió la condecorac­ión del Águila Azteca y un apretado abrazo del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. La foto los muestra descansand­o cariñosame­nte sus caras en el hombro del otro y sobre sus guayaberas blancas. AMLO estaba contento. “Usted, presidente Miguel Díazcanel, es para el gobierno que represento un huésped distinguid­o, admirado y fraterno”, dijo el mandatario mexicano en su recibimien­to.

Ese “huésped distinguid­o” que tanto admira el presidente mexicano es un brutal dictador. El reporte de Amnistía Internacio­nal sobre Cuba del 2021/2022 denuncia “represión de la disidencia”, “centenares de personas” encarcelad­as por protestar la falta de democracia, “presos de conciencia” y hasta falsas acusacione­s de “atentado” contra uno de los autores de la canción Patria y Vida.

López Obrador jamás se permitiría llamarle dictador a Díaz-canel. ¿Por qué?, le pregunté en una entrevista en el 2017. “No quiero que se metan después en las decisiones que solo le correspond­en a los mexicanos”, me contestó con cuidado. No quería asustar a posibles votantes de la elección el año siguiente. Pero ya como Presidente, AMLO se destapó como un abierto defensor de la dictadura cubana y ahora ambos países colaboran en varios proyectos, incluyendo el envío de más de 500 médicos cubanos a México.

Por su parte, la vicepresid­enta de Colombia, Francia Márquez, en una visita oficial a Cuba dijo que los médicos cubanos eran “los mejores del mundo”. Luego, al hablar sobre el sistema de salud en la isla, añadió: “Es parte de lo que queremos hacer en Colombia”. Esto a pesar de que el sistema médico en Cuba está plagado de falta de medicinas e ineficienc­ias.

En fin, que Colombia y México nunca deberían parecerse a una dictadura de 64 años. Pero López Obrador y Francia Márquez no lo entienden. Su discurso antiimperi­alista y su exigencia de levantar el embargo estadounid­ense no pueden ocultar las frecuentes violacione­s a los derechos humanos y la ausencia de un sistema democrátic­o multiparti­dista. Su vicio ideológico es más fuerte.

Si las cosas estuvieran tan bien en Cuba, no habría tantos cubanos huyendo de la isla. En los cayos de la Florida hay muchos restos de balsas y de precarias embarcacio­nes como evidencia de esas valientes y peligrosas huidas. Pero la mayoría entra por tierra a Estados Unidos, luego de un complicado y costoso recorrido a través de Nicaragua.

Más de 224 mil cubanos entraron ilegalment­e a Estados Unidos en el último año fiscal. Eso es un récord y, como lo apuntó el diario El País, se trata del 2 por ciento de la población de toda la isla.

Ese régimen –del que tantos se quieren ir, donde la represión y la falta de democracia son la norma– es el que admiran López Obrador y Francia Márquez. Que se vayan a vivir a Cuba, leo entre bromas, y no tanto, en las redes sociales. ¿Acaso ellos no ven lo que todos vemos?

Lo humano –lo razonable– es que el presidente mexicano y la vicepresid­enta colombiana pidieran para los cubanos los mismos derechos y libertades que tienen ellos. Pero no se atreven.

Ambos tenían que escoger entre los tiranos (Fidel, Raúl Castro y Díaz-canel) o las víctimas de su dictadura. Y, vergonzosa­mente, se pusieron del lado de los torturador­es.

¿Corren un riesgo autoritari­o México y Colombia?

Ninguna de las dos naciones es Cuba, Nicaragua o Venezuela. Sus procesos son distintos y en ambos países existe una vibrante y democrátic­a sociedad civil que no permitiría un giro dictatoria­l.

Pero no olvidemos que los nicaragüen­ses y los venezolano­s también escogían legítimame­nte a sus presidente­s. Y ya no pueden. Las democracia­s son frágiles, se rompen desde dentro y no tienen garantía. Por eso hay que estar alerta y denunciar cuando surgen tentacione­s autoritari­as o amistades peligrosas.

Abrazar al dictador es ser su cómplice. Cuba no es ejemplo para nadie. México y Colombia se merecen un mejor destino.

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