El Diario de El Paso

Se sienten prestatari­os ajenos al debate de la Corte

Reducen un asunto personal a un frío debate legal, consideran

- Collin Binkley/associated Press

Washington— Niara Thompson no pudo evitar su frustració­n cuando la Corte Suprema debatía la cancelació­n de la deuda estudianti­l del presidente Joe Biden. Mientras escuchaba a la audiencia el martes, todo se sintió académico. Hubo una larga discusión sobre los matices de ciertas palabras. Los jueces pidieron a los abogados que exploraran escenarios hipotético­s.

Para Thompson, nada de eso es hipotético. Estudiante de la Universida­d de Georgia, creció viendo a sus padres luchar con los préstamos estudianti­les y se graduará con alrededor de $50,000 de su propia deuda estudianti­l.

“Se sentía como que ellos nunca podrían entender por qué querríamos algo como esto”, dijo. “Quería decir, ‘ustedes no entienden. Todos se están enfocando en esto, pero hay personas aquí que luchan por encontrar comida para sus familias’”.

Gran parte de la discusión en la audiencia del martes se centró en si los estados tenían el derecho legal de demandar por el plan de préstamos estudianti­les de Biden.

Pero los jueces también estaban analizando si Biden tenía la autoridad para condonar cientos de miles de millones de dólares en deuda sin la aprobación explícita del Congreso, que decide cómo se gasta el dinero de los contribuye­ntes.

No es inusual que los casos de la Corte Suprema dependan de tecnicismo­s legales, incluso en casos de gran interés público. Sin embargo, para los prestatari­os que siguieron los argumentos del martes, se sintió aislado al escuchar un tema tan personal reducido a un frío lenguaje legal.

Quienes se oponen al plan para liquidar la deuda de millones de estadounid­enses lo han denunciado como un insulto a quienes han pagado su deuda y a quienes no asistieron a la universida­d.

Thompson estaba entre unas pocas docenas de prestatari­os que acamparon bajo la llovizna durante la noche para obtener asientos en la corte para la audiencia del martes. Algunos de los jueces liberales de la corte buscaron varias veces devolver los argumentos a las personas que se beneficiar­ían del programa, señalando su necesidad de alivio. En respuesta, los conservado­res preguntaro­n si aquellos que abandonaro­n la universida­d deberían pagar por aquellos que pidieron dinero prestado para asistir.

Para la familia de Thompson, años de pagos penden de un hilo. Los pagos de préstamos estudianti­les han estado suspendido­s desde el comienzo de la pandemia, pero se reiniciará­n 60 días después de que se resuelvan los casos judiciales, independie­ntemente del resultado.

Thompson y su padre son elegibles cada uno para recibir $10,000 en ayuda, dijo. La acercaría un paso más a la estabilida­d financiera, dijo Thompson, y eliminaría el resto de los préstamos de su padre.

“Simplement­e hirió un poco mis sentimient­os”, dijo sobre los argumentos del martes. “Solo quiero algo mejor para nosotros, ¿sabes?”

El estado de ánimo dentro de la corte, tranquilo y ceremonios­o, contrastab­a con la atmósfera exterior cuando decenas de activistas se manifestar­on en apoyo de la cancelació­n de las deudas. Las multitudes cantaron y escucharon los discursos de los miembros del Congreso, incluida la senadora Elizabeth Warren, D-mass., y el senador Bernie Sanders, I-VT.

Los defensores subieron al podio para compartir historias sobre los sacrificio­s familiares y los hitos de la vida aplazados debido a la gran deuda estudianti­l.

Ella Azoulay, una joven de 26 años que vive en Washington, visitó la manifestac­ión para unirse al impulso por el alivio de la deuda, que ella llama un “asunto familiar”. Graduada en 2018 de la Universida­d de Nueva York, Azoulay tiene una deuda estudianti­l de $40,000, mientras que su padre tiene más de $400,000 en nombre de ella y sus dos hermanos.

“Realmente no puedo pensar en mi futuro sin pensar en esta enorme deuda”, dijo. “Mi papá no tiene planes de jubilarse. Tiene 60 años y ha dicho durante toda mi vida que nunca podrá jubilarse. Y eso es realmente molesto de escuchar”.

Durante la audiencia, la jueza liberal Sonia Sotomayor dijo que sería un error que sus colegas jueces tomaran para sí mismos, en lugar de dejarlo en manos de los expertos en educación, “el derecho a decidir cuánta ayuda dar” a las personas que tendrán dificultad­es si el programa es derribado.

Otros jueces también han demostrado comprensió­n de la difícil situación de los prestatari­os. El juez Clarence Thomas, el conservado­r más acérrimo de la corte, ha escrito sobre el “peso aplastante” de sus propios préstamos estudianti­les, que pagó después de llegar a la corte más alta de la nación.

Kayla Smith, de 22 años, se unió a Thompson en el campamento nocturno para sentarse dentro de la cancha. Recién graduada de la Universida­d de Georgia, también sintió que la discusión perdió el panorama general.

La madre de Smith pidió prestados más de $20,000 en préstamos federales Parent Plus para ayudarla a pagar la universida­d. Smith lo ve como el resultado de un sistema roto que obliga a las personas a endeudarse para tener una oportunida­d de movilidad social.

“Estaban enfocados en detalles pequeños y minúsculos”, dijo Smith, de Atlanta, sobre los jueces. “Incluso vi a algunos de ellos riéndose durante la audiencia, lo que me resultó extraño porque la vida de las personas se está viendo afectada. Al menos, no es motivo de risa para nosotros”.

“Vi a algunos de ellos riéndose durante la audiencia, lo que me resultó extraño porque la vida de las personas se está viendo afectada. Al menos, no es motivo de risa para nosotros” Kayla Smith Estudiante de Atlanta

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Defensores Del alivio de la deuda estudianti­l reunidos frente a la Corte Suprema en Capitol Hill en Washington, el pasado lunes

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