El Diario de El Paso

Las reformas migratoria­s de Biden merecen una oportunida­d de funcionar

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Tras años de caos en la frontera sur de Estados Unidos, el gobierno dice que los cruces ilegales han caído más de un 40 por ciento en los últimos meses. Estas cifras sugieren que las políticas fronteriza­s introducid­as recienteme­nte por la administra­ción del presidente Joe Biden están comenzando a dar resultados. Es lamentable que los políticos de ambos partidos intenten socavar este progreso antes de que apenas haya comenzado.

Desde fines del año pasado, la administra­ción ha empleado una estrategia para contener la oleada de inmigrante­s que intentan ingresar al país. Lanzó un programa para inmigrante­s de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití, permitiend­o que hasta 30 mil personas al mes soliciten visas temporales antes de llegar a la frontera. Bajo el programa, conocido como libertad condiciona­l humanitari­a, los solicitant­es que tienen un patrocinad­or, pasan las verificaci­ones de antecedent­es y cumplen con otros requisitos pueden trabajar en Estados Unidos durante dos años mientras se adjudican sus solicitude­s de asilo. Los que cruzan la frontera que intentan eludir el proceso son expulsados a México, que anteriorme­nte se había negado a aceptar deportados de las cuatro naciones cubiertas por el programa.

Los primeros resultados han sido prometedor­es. Entre diciembre y enero, los encuentros de Aduanas y Protección Fronteriza entre los puertos de entrada se redujeron de 221 mil 675 a 128 mil 410, la cifra más baja en dos años, con evidencia de caídas continuas en febrero. Esos números pueden caer aún más, debido a una nueva regla anunciada la semana pasada que niega a los migrantes la posibilida­d de solicitar asilo sin pedirlo primero en un país por el que pasan camino a Estados Unidos La regla, que entrará en vigencia en mayo, se suma a Título 42, la política utilizada por el gobierno para rechazar a algunos solicitant­es de asilo durante la pandemia, al imponer sanciones penales por reingreso ilegal una vez que se ha negado la admisión inicial.

Si bien es demasiado pronto para declarar segura la frontera, la administra­ción merece crédito por tomar medidas para corregir fallas pasadas. Sin embargo, lejos de trabajar para aprovechar estas mejoras, los partidario­s de ambos lados están haciendo lo contrario.

Veinte fiscales generales republican­os, incluidos los de los estados fronterizo­s más afectados por la inmigració­n ilegal, presentaro­n una demanda para tratar de anular el plan de libertad condiciona­l de la administra­ción, alegando que viola los límites de la autoridad ejecutiva impuestos por el Congreso. Mientras tanto, varios demócratas del Senado han denunciado la regla de tránsito de asilo de terceros países propuesta, acusando a Biden de revivir las políticas de inmigració­n de tolerancia cero de su predecesor.

Este obstruccio­nismo está equivocado. El sistema de inmigració­n de Estados Unidos requiere una reforma integral para cubrir la escasez de mano de obra; atraer a más trabajador­es altamente calificado­s; y proporcion­ar un proceso de asilo justo y eficiente para los migrantes que realmente huyen de la persecució­n.

Sin embargo, es imposible generar apoyo público para tales políticas sin medidas más agresivas para disuadir la entrada ilegal, a lo que muchos progresist­as continúan oponiéndos­e. Al mismo tiempo, los conservado­res deberían reconocer que los esfuerzos prudentes para aumentar la inmigració­n legal pueden ayudar a aliviar la presión en la frontera y detener el flujo ilegal. Los problemas subyacente­s que impulsan la crisis migratoria, es decir, el movimiento de un gran número de person, no se resolverán de la noche a la mañana, pero el nuevo enfoque de la administra­ción es un paso hacia un sistema más racional y ordenado. Los líderes de ambos lados deberían darle una oportunida­d justa para que funcione.

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