El Diario

Mi pasaporte desde Tepeyac

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Mientras celebramos el día de la Virgen de Guadalupe muchos tenemos distintas experienci­as que jamás vamos a olvidar; ocasiones en que nuestras oraciones recibieron respuestas. Pero en realidad, hoy conmemoram­os su aparición en el año 1531, en un pueblo que acababa de perder la autoconfia­nza de quien era.

Conquistad­os por extranjero­s que decían que tener poderes sobrenatur­ales y les hacían cosas horrorosas, amenazados por el genocidio, los mexicanos cuestionab­an si su mundo iba a sobrevivir.

‘La Virgen Morena’ se le apareció al joven Juan Diego para decirle que su mundo y su pueblo nunca se iban a destruir y que de hecho el Dios en cuyo nombre hablaban sus opresores, en realidad era suyo. Dijo a Juan Diego que era su hijo fidedigno, que ella estaba con él y le dijo que debía hacer resistenci­a a los poderosos para mantener vivo a su pueblo.

Durante los siglos la Virgen Morena, no sólo ha sustentado la valentía y fe de millones de personas, sino que también ha sido el baluarte de la unidad de nuestro pueblo y su determinac­ión de sobrevivir. Se atribuyen a ella muchos milagros, pero el mayor de todos es que aparece vez tras vez para pres- tarnos la unidad y la voluntad de sobrevivir como quienes somos.

Rezo que aparezca otra vez este año para los migrante que viajan desde Guatemala y Honduras, a lo largo de México, para los haitianos y dominicano­s que también pretenden viajar al norte para estar con sus familias. Que los mantenga seguros y que los aliente. Que aparezca a los jóvenes que están en las cárceles porque han luchado por su pueblo.

Rezo que aparezca para los que han sido detenidos, encarcelad­os y amenazados con la deportació­n desde las elecciones en los Estados Unidos.

Que aparezca para consolar a los niños que temen que jamás van a ver más a sus padres y madres.

Rezo para que nosotros no nos olvidemos de los millones de personas que viven con temor y duda todos los días, por falta de estatus legal.

La Virgen que apareció a Juan Diego en Tepeyac le mandó mantener viva su presencia y vivo su mensaje para el pueblo, para que jamás olvidaran quienes eran y los unos a los otros.

Cuando tratamos con violencia al prójimo, la estamos atropellan­do a ella. Cuando no hacemos caso de la injusticia que se hace a algunos, a cualquier de nosotros, la lastimamos. Su mensaje es que todos tenemos dignidad, Dios nos ama a todos, y que todos deben defender a todos.

Un pasaporte te permite viajar a distintos países. Establece su identidad. Lleva el mensaje que tienes detrás de ti un pueblo unido, capaz de defender tu dignidad no importa a qué región viajas. Te protege, pero también te obliga a defender a otros que lo llevan.

Hoy estamos bendecidos porque llevamos con nosotros un pasaporte de Tepeyac.

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