El Diario

Lourdes Jarama

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Zaira Cortés

B@ Zaira_Reporter La voz masculina al teléfono amenazó con triturar el cuerpo de su hermano de no recibir los miles que pedía por liberarlo, y le advirtió que la sangre correría si denunciaba a la Policía.

El ultimátum del supuesto coyote fue doblemente cruel para Lourdes Jarama (35), ya que le dio falsas esperanzas de volver a ver con vida a Wilson Jarama, desapareci­do en la frontera mexicana en julio de 2012.

“Hemos pagado desde la primera extorsión sin importar que la familia entera tenga una deuda que no podrá saldar en dos vidas”, dijo la inmigrante ecuatorian­a residente en el vecindario de Corona. “Se han llenado los bolsillos de billetes mojados de lágrimas y el dolor crece con los años que mi hermano lleva desapareci­do”.

La familia Jarama, que pagó $9,000 por el cruce de Wilson, ha tenido que desembolsa­r $5,000 más en extorsione­s telefónica­s, sin ni siquiera saber si está vivo.

No es un caso aislado. De acuerdo con la organizaci­ón Frente Unido de Inmigrante­s Ecuatorian­os, la mitad de las 92 familias del área triestatal con desapareci­dos sufre o sufrió extorsión telefónica. Activistas estiman que la cifra podría ser mayor, consideran­do que pocas víctimas denuncian a las autoridade­s policiales o reportan sus casos en el Consulado de Ecuador.

La historia de Wilson es parecida a la de miles de inmigrante­s. En el verano de 2012 el joven de 22 años salió de Cuenca para aventurars­e a penetrar la frontera estadou- nidense buscando cumplir la promesa a su hijo James de una vida libre de escasez.

su hermano al coyote -iden - zada- que trajo a su hermana

“Wilson emigró al mes que mi tío y yo lleguemos a Nueva ! " # - mos que se quedara con su hijito. Le dijimos que lo podíamos ayudar, pero se puso necio de que tenía que ganarse el pan con sus propias manos”.

La última vez que las hermanas Jarama hablaron con Wilson fue el 21 de julio de 2012. Desde un teléfono pú% ! &'* llamó para avisar que estaba bien y que pronto cruzaría la frontera.

“Las semanas pasaron y no volvimos a saber de él”, expresó Lourdes. “Le preguntamo­s al coyote con insistenci­a y nos decía que mi hermano estaba preso y que en tres meses lo veríamos”.

Luego de t res meses sin noticias, el coyote no volvió a responder las llamadas de las hermanas. Lourdes dijo que pese a que su familia en Cuenca presentó una denuncia en la «Hemos pagado desde la primera extorsión sin importar que la familia entera tenga una deuda que no podrá saldar en dos vidas». # ! personas no fue investigad­o.

"+ % / 4 Le perdimos el rastro”, sostuvo.

En nov iembre de 2012, Lourdes atendió un número telefónico desconocid­o. La voz áspera en la línea le dijo que tenía secuestrad­o a su hermano y pidió $2,500 en un giro bancario de Western Union para dejarlo cruzar a Estados Unidos.

“Fue la primera extorsión telefónica que recibimos, pero 6 7 ! 8

La familia accedió a pagar la cuota esperando que el caso fuera similar al de uno de sus tíos inmigrante­s, quien pocos meses antes fue entregado por el coyote a supuestos zetas, una organizaci­ón criminal mexicana.

“Pagamos el dinero y los

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