El Diario

Lydia Guzmán, boricua comprometi­da con la educación de los más pequeños

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El escritorio de Lydia Guzmán Morales es el último, o más bien el primero, con una amplia vista a la calle y al resto % % @ ‘ Center ubicado en la Bay 11th y 86th Street de Brooklyn. Ella es la coordinado­ra del recinto que antes ocupó una escuela de educación especial y que ha visto una rápida expansión en apenas dos años de funcionami­ento.

Recibe a El Diario en el transcurso de la mañana donde se llevan a cabo las celebracio­nes del Día de la Madre y al comenzar a hablar sobre su trayectori­a como educadora, Guzmán Morales no puede controlar la emoción al recordar a su propia madre, Rosa Guzmán, una inmigrante puertorriq­ueña que tuvo una vida muy dura pero asimismo le inculcó el valor de la educación.

La señora Guzmán llegó a Florida y luego se instaló en Nueva York siendo muy joven, " 7/ dedicó a trabajar en el sector de los restaurant­es boricuas de Manhattan. Así fue como conoció a su futuro esposo, Félix Guzmán, quien era sobrino del dueño de uno de esos restaurant­es.

“Mi papá era técnico de reparación de radios y se mudaron a Williamsbu­rg, donde vivían muchos boricuas. Ahí ! /* educadora. Su padre murió de forma repentina en 1968 entonces su madre “tuvo que fajarse” para sacar el hogar adelante. “Ella aprendió inglés y decidió ir a la escuela de belleza, hasta que sacó su licencia y criándome a la vez. Me recuerdo que ella me compraba encicloped­ias, como podía me ayudaba y me enseñó que la educación es lo más importante para que mi vida fuera más fácil que la de ella”, añadió.

Lydia tuvo la idea de estudiar pediatría y luego enfermería pero se dio cuenta que no traía para eso. Sacó un Bachillera­to en Community Health Administra­tion y comenzó a trabajar en un daycare como group teacher. Fue así como comenzó a estudiar una maestría en Early Childhood Education y fue contratada por el Departamen­to de Educación en 1989 para llenar una vacante en la escuela pública 183 (76 Riverdale Ave, Brooklyn) del Distrito “/ & A - camente distinta y bastante problemáti­ca.

Su esposo, Gilbert Morales, la apoyó en ese desafío. En 7 % % ' - ciera su hija Rebeca, fue nom @ B" % el entonces Alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani. “Era una época muy difícil, era difícil imponer disciplina. Yo vi chicos convertirs­e en padres… pero también asistí a funerales de chicos que fueron asesinados por las pandillas”, re 2 @ 8 hija en una escuela pública del sector para que comprendie­ra lo afortunada que era su vida y la importanci­a de la educación como medio de superación, tal como le inculcó a ella su madre. Ahora, Rebeca es @ ! un futuro espera regresar al sector donde creció para ayu- dar a quienes lo necesitan.

9 “/ / “/ 7 =8 @2$2 • - ta que los cambios políticos en el ámbito de la educación preescolar impulsados por el alcalde Bill De Blasio le abrieron la oportunida­d de tomar % 8 @ ‘ Center de la Bay 11th y 86th Street, al lado de la iglesia St. Frances Cabrini. Este es uno de los nueve centros de prekín 9 “/ - de a “// la comunidad de Bay Ridge, 9 C ? $ @ C y Bensonhurs­t.

La posición fue ofrecida por la directora de Educación temprana, Dianne Gounardes. “Ahora –como coordinado­ra del sitio– tengo la oportunida­d de servir con mayores responsabi­lidades a una comunidad muy distinta y diversa”, apunta Guzmán Morales.

Su mano derecha ha sido Camille Loccisano, otra educadora de larga trayectori­a quien además dirige la fundación sin I - sano, en honor a su hijo quien murió de cáncer. Guzmán reconoce el entusiasmo de las maestras, especialme­nte de las más jóvenes y recién graduadas, ya que se mostraban ávidas de aprender. “Mis maestras me hicieron el trabajo más fácil; nuestro primer año fue muy exitoso”, apuntó, recordando que comenzaron con 7 salones de clases los cuales % “/ J“/ 52

Además del programa curricular, la coordinado­ra se ha asegurado que los niños aprendan a conocer y apre- ciar la comunidad tan diversa 2 @ realizado actividade­s como una marcha en honor a Mar ‘ multicultu­ral para el Día de Acción de Gracias. “Recordemos el dicho que se necesita una villa para criar a un niño. Estamos viviendo en tiempos difíciles. Este es un pequeño

apuntó.. santuario en los Estados Unidos donde todos los niños son respetados”,

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