El Diario

Con raíces agrícolas y empuje emprendedo­r

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Ana Nieto

Si reinventar­se y ser creativo, además de saber aprovechar oportunida­des y trabajar duro, forman parte de las claves de muchos empresario­s, muchas veces, algunas de estas cualidades están en los detalles. Pongamos el caso de SeaWalk, un restaurant­e especializ­ado en pescado, abierto hace apenas dos semanas en Inwood, al norte de Manhattan.

La ent rada principal de este restaurant­e invita a caminar sobre una gran pecera que se ha instalado en el suelo como si fuera una alfombra que da la bienvenida. Su dueño y el presidente de la empresa que lo gestiona, el dominicano nacido en Tenares hace 42 años, Gregorio González es, sin embargo, una persona que al hablar de sus orígenes y sus primeros trabajos no habla del mar sino de la agricultur­a de la que vivía una extensa familia como “humilde”.

González salió del campo para inspirarse en el mar y abrir un negocio que es el último de muchos de los que ha puesto en marcha desde que llegó a EEUU desde la República Dominicana en 1995.

Antes de aterrizar en Nueva York trabajó en el vendedor de productos de alimentaci­ón Briquetas Nacionales para llegar a ser el responsabl­e de préstamos para los agricultor­es, pero al llegar al Alto Manhattan, cambió de rumbo para trabajar con uno de sus hermanos que ya estaba instalado en la ciudad y con una agencia de viajes.

“Él v io mi dedicación al trabajo cuando vio la necesidad de que su esposa tuviera ayuda en su trabajo”. Ella tenía un pequeño negocio de ferretería y González terminó trabajando y aprendiend­o con ella durante siete años. No solo eso. Este joven emprendedo­r vivió con su hermano y su esposa, que en ese momento tenían estabilida­d. Es algo que le permitió ahorrar y empezar a pensar en aventurars­e en sus propios negocios. Cuando estaba pensando en hacerlo “mi cuñada me ofreció el 40% del negocio de la ferretería sin poner un centavo”.

La familia

“Todo el mundo dice que soy muy trabajador, pero lo más importante de todo es mi familia, somos 12 hermanos y soy el penúltimo. Mi cuñada me hizo socio”, dice con agradecimi­ento al soporte de la red familiar que le ha ido ayudando a tomar cada vez más oportunida­des. “La ferretería es un negocio en el que no se hace uno rico de la noche a la mañana pero si lo trabajas da un buen soporte a la familia porque es de comunidad, es de servicio”.

González hizo crecer el negocio y otros familiares y personas del vecindario en el que estaba instalado en la zona de la calle 179 y St. Nicholas “me ofrecían entrar en otros negocios”. Con su cuñada siguió trabajando en sociedad y de hecho entró en otra empresa de productos de belleza que estaba frente a la ferretería. “Yo le ofrecí a ella el 50% del negocio y nos quedamos en igualdad en los dos negocios, en la ferretería y el de productos de belleza, le devolví al oportunida­d que me dio”.

Con la ayuda de otros familiares vio la oportunida­d de abrir más negocios de ferretería­s y ahora está además de Manhattan en Queens, El Bronx y en Passaic y Jersey City (Nueva Jersey). “Son negocios pequeños familiares, en el futuro si seguimos con la misma fuerza y con la misma salud podemos hacer una cadena”, explica tras aclarar que tanto su familia como la de su esposa (también dominicana) son muy emprendedo­res, se han ayudado los unos a los otros y han trabajado siempre juntos.

Actualment­e trabajan para él unas 150 personas de las cuales unos 32 lo hacen en el restaurant­e recién inaugurado. ¿Cómo cambió de un sector para otro? Porque dice que todo lo que hace lo inspira su familia y que una de las cosas más familiares que se hacen es comer y compartir los alimentos.

Abrir este restaurant­e no fue fácil porque se tuvieron que abrir tres locales, convencer a la comunidad de la responsabi­lidad del negocio, acondicion­ar todo hasta el último detalle para evitar problemas de ruidos, entre otras que abrir un negocio como este tiene sus riesgos y ahora, de hecho mira con esperanza a que cambie la temperatur­a y la gente se anime a salir en la que se considera temporada alta.

Desde el día que se empezó a concebir el negocio hasta que se abrieron las puertas han pasado cinco años. A González no parece gustarle hablar de dinero y no da detalles de la inversión en SeaWalk aunque explica que el dinero salió en buena medida de la ferretería y de la línea de crédito que consiguió. En ese sentido dice que le ha ayudado mucho ser responsabl­e “y pagar mis cuentas a tiempo”, dando a entender que su historial crediticio le ! bancos. “Ellos ven como uno trabaja”.

“Seguimos haciendo inversione­s”, explica indicando que están trabajando continuame­nte en mejorar el local vecinos de la zona.

Para González, el restau- rante es una opor t unidad para que la familia siga en el negocio. Tiene cuatro hijas y la mayor de ellas le está ayudando. Para él, es imposible hablar de negocios sin que mencione la palabra familia.

Delegar

“Tengo muchos defectos y debilidade­s pero me gusta ver las cosas en orden y eso es lo que le pido a la gente que trabaja conmigo y gracias a ellos hemos podido llegar donde estamos y hacer el trabajo que hemos hecho”.

Con tantos negocios abiertos, el trabajo de Gregorio González ahora se basa en coordinar. “En cada negocio tenemos una persona responsabl­e, yo les llamo, los v isito y miro como van las cosas, nosotros manejamos la administra­ción. Yo delego. Además, a mi me dieron oportunida­d”. González explica que personas en las que ha delegado han encontrado su oportunida­d y abierto negocios también.

“Hay que rodearse de gente que sabe lo que hace. Yo no soy el único aquí, hay que dejar entrar a asesores porque hay y hay que ser muy cuidadoso con la forma en la que se trabaja. No es fácil”, explica.

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