Los sueños rotos de los taxistas con medallón
Muchos inmigrantes veían en los taxis amarillos un seguro para su futuro, pero afirman que con el auge de aplicaciones hoy su negocio está cada vez peor. Proponen una comisión que emita recomendaciones a las regulaciones actuales
Edwin Martínez
edwin.martinez@eldiariony.com
E n 1983 y con apena s 28 años, William Guerra decidió pensar en su futuro y se puso a trabajar de sol a sol para poder comprar un me de tener una vejez asegurada. En el 2014 los medallones en el mercado llegaron a costar $1.4 millones y el cubano se sentía tranquilo; solo esperaba que llegara su edad de retiro para empezar a disfrutar de una buena vida, pero se equivocó.
Con el auge de aplicaciones de servicio de autos como Uber y Lift, el negocio comenzó a ponerse “color de hormiga” y no solo el precio de los medallones se desplomó en casi 75% hasta menos de $250,000, sino que hoy a Guerra le resulta difícil conseguir choferes que quieran manejar el taxi. No lo quieren rentar porque ya no ganan como antes y muchos se fueron a trabajar a Uber.
“Ese era el retiro mío. Nunca le cogí un peso al meda- llón, ni viajé ni nada. La vida mía era solo trabajo y trabajo. Ahora estoy jodido. Yo no tengo ni espalda, los ojos me los inyectan por la diabetes. Estoy enfermo y si manejo es porque ya no puedo más. Nadie coje el taxi, nadie lo compra, y si te lo compran, no te quieren dar nada”, asegura con mucha frustración el inmigrante de 62 años, subido en su Ford Victoria, modelo 2009. “He trabajado toda mi vida para no tener nada y casa porque no podía pagar los gastos”.
Guerra le reclama a las autoridades de la Ciudad y del Estado por no haber defendi - dallones le daban a los taxis amarillos y permitir que las calles se llenen de autos de servicio público sin control.
“Antes para aprobar 2,000 medallones se tomaban como tres años y hacían un estudio completo. Hoy no hacen eso con Uber. Lo veo como un engaño porque compramos un sueño y unos privilegios y no nos están respetando”,